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La represión al pueblo palestino que “no sale en los telediarios” pero sí es memoria histórica en la literatura árabe

¿Puede una saga familiar costumbrista remover conciencias? ¿Puede una historia de suspense cambiar nuestros esquemas culturales? Pocos amantes de la literatura en los países de occidente se adentran en los confines de la narrativa árabe contemporánea como lo hacen los traductores de esta lengua. Pocos saben de los matices con los que se desarrolla el contexto histórico de una novela palestina, jordana, libanesa o iraní. Tampoco entienden por qué los personajes hablan como hablan o por qué se comportan de una determinada manera.

Solo los traductores del árabe, que por fuerza también son historiadores, pueden acercarnos a la memoria de estos países. En eso trabaja con mucho ahínco la Escuela de Traductores de Toledo. Y lo hace con compromiso. Ahora, con el objetivo de hacer llegar al público español dos novelas palestinas que son el reflejo de la historia de este pueblo, desde sus orígenes hasta hoy, cuando la violenta escalada de Israel en Gaza, Cisjordania y Líbano no encuentra apenas resistencia y las cifras de muertos son inasumibles.

Hacer “memoria histórica” del pueblo palestino es una de las razones por la que esta Escuela de Traductores, vinculada a la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM), ha presentado las novelas ‘En busca de Walid Masud’, de Yabra Ibrahim Yabra, y ‘El tiempo de los caballos blancos’, de Ibrahim Nasrallah.

Son dos títulos de autores palestinos traducidos al español en el marco de la serie Letras Árabes de la Editorial Verbum. Luis Miguel Cañada, director de las colecciones de traducción del árabe al español de la Escuela de Traductores de Toledo, afirma que el objetivo de esta presentación ha sido “honrar la memoria de las víctimas del pueblo palestino”. Y nadie mejor que los dos traductores de sendas novelas, Rita Tapia Oregui y Moayad Sharab, para adentrarnos en sus páginas.

‘El tiempo de los caballos blancos’, con 27 ediciones en árabe, figura entre las novelas más vendidas de la literatura árabe contemporánea. Traducida al inglés, al italiano, al danés y al persa y en proceso de traducción al francés, al turco y al macedonio, realiza un recorrido por la Palestina inmediatamente anterior a la resolución 181 de las Naciones Unidas que dividió a este territorio en dos.

Su traductor, Moayad Sharab, de origen palestino y residente en Jordania, es catedrático de Lengua y Literatura Árabe y profesor en el Departamento de Lenguas Europeas de la Universidad de Jordania. Ha trabajado sobre paremiología, refranes, proverbios y dichos árabes, así como los retos de su traducción al español o al inglés.

Cuenta a elDiarioclm.es que visitó por última vez tierra palestina en el año 2000 antes de la última intifada, pero buena parte de su familia y amigos está allí, “sufriendo” la ofensiva constante “no solo del último año” en Gaza y Cisjordania.

La novela relata la historia de una familia palestina durante tres generaciones en la aldea ficticia de Alhadia, al oeste de Jerusalén, un trasunto del pueblo natal del autor y de donde sus familiares también fueron expulsados. A través de las décadas, sus protagonistas, amantes de los caballos blancos, generación tras generación, lideran la lucha, primero contra los otomanos, luego contra los británicos y finalmente contra Israel.

Es la historia de Palestina en los últimos 80 años antes de la Nakba, como se denomina a la “catástrofe” que supuso la “destrucción de la sociedad y la patria palestina” entre 1947 y 1948 bajo mandato británico.

Es un ejercicio de memoria, de realidad, que además tiene elementos de humor, y también de defensa de los animales y del medio ambiente

Moayad detalla que en el libro hay ficción y realidad. “Buena parte de la novela se basa en testimonios de gente que vivió durante esas décadas toda esa opresión. El autor viajó mucho para que se reflejara toda la historia y para que el lector pudiera conocer qué fue lo que pasó. Es ficticia pero es un ejercicio de memoria, de realidad, que además tiene elementos de humor, y también de defensa de los animales y del medio ambiente”.

Se editó por primera vez en 2007 después de que el autor tardara casi 14 años en escribirla. El proyecto para su traducción arrancó precisamente en Toledo en 2013. Moayad Sharab tardó cinco años en traducirla. Aunque tiene en espera la publicación de otros textos, es la primera vez que aborda un proyecto de las características.

Al volcar esta historia a una lengua que no es la suya materna, fue un trabajo muy complejo, con la pandemia mediante, y luego tardó más de un año en editarse. “En España cuesta convencer a las editoriales para que publiquen sobre el relato palestino”.  

Por su parte, ‘En busca de Walid Masud’ es la obra más aclamada de una de las cimas de la literatura árabe contemporánea. La repentina desaparición de un carismático intelectual palestino cristiano emigrado a Bagdad en 1948 es el detonante de este relato faulkneriano con clave política.

Como miembro de una organización comprometida en la lucha armada contra Israel, surgen sospechas de que el protagonista de la novela ha pasado a la clandestinidad. Su coche es hallado en la frontera de Siria y en su interior “una cinta de casete conteniendo una larga y explosiva confesión grabada”. Hasta ahí se puede contar.

Su traductora, Rita Tapia Oregui, aunque ha traducido relatos cortos y antologías, cuenta que es la primera novela que ha volcado al español. Es licenciada en Filología Árabe y en Traducción e Interpretación por la Universidad de Granada. Además de ejercer de traductora de literatura árabe al castellano, trabaja como científica de datos para el mundo empresarial. También es autora de las novelas 'Entrevista' y 'Ridmi'.

Destaca que ‘En busca de Walid Masud’ fue nombrada en 2010 por la Unión de Escritores Árabes como la mejor novela palestina y la segunda mejor de todos los tiempos escrita en árabe. Nunca había sido traducida hasta ahora y “retrata la opresión de este pueblo” con tintes de suspense, misterio y saltos en el tiempo. Pero el foco principal también está puesto en la memoria histórica de un pueblo “maltratado”.

Ambos traductores destacan la importancia de impulsar estos textos árabes para dar a conocer a los países de occidente la cuestión palestina. “Recurrir a las fuentes de los autores que han vivido de primera mano el conflicto es fundamental”, remarca Rita.

Mohayad está de acuerdo: “Tenemos que apostar por esta base de lectores que buscan traducciones en árabe, aunque son complicadas por los detalles culturales, las connotaciones y la carga emocional; es un contexto muy diferente”.

“Este tipo de traducciones cuentan cosas que no aparecen en los telediarios ni dicen los políticos. Tienen un efecto reparador y transmiten el relato de las víctimas, de la gente que lleva años y años sufriendo. Nunca escuchamos la voz de los palestinos y estas traducciones poco a poco irán ampliándose y también el círculo de sus lectores”, subraya.

La gente no sabe ni tiene todos los datos que se necesitan para entender la historia del pueblo palestino

Es la literatura como “agitadora de conciencia”. Tanto Rita como Moayab están de acuerdo en que la gente “no sabe ni tiene todos los datos que se necesitan para entender la historia de este pueblo”.

“El traductor puede ser lo más fiel posible a la traducción o intentar acercarse más al lector español u explicar ese contexto. Con eso nos acercamos más a una causa. Pero es muy complicado”, precisa la traductora de ‘En busca de Walid Masud’. “Puedes estar horas solo pensando en como traducir una metáfora o un juego de palabras, porque puede condicionar toda la novela”, añade el traductor de ‘El tiempo de los caballos blancos’.

Porque traduciendo también se aprende, en este caso, del pueblo palestino. “Son hospitalarios, generosos y con una apertura que rara vez se da en otras partes. Es enorme su capacidad para hacerte sentir bienvenido, para darte un espacio, para compartir. Lo dan todo”.

Moayab lo suscribe, pero también recalca la importancia del origen de la opresión a los palestinos. “Esto empezó cien años antes del 7 de octubre de 2023. Hay que ir a los orígenes. ¿Por qué se produjo? Porque se oprimió a un pueblo y luego se le abandonó, y se le siguió matando. Tenemos que aprender más historia, ir a la raíz”.

Este traductor palestino-jordano admite que no puede ser objetivo con la situación actual. “Es triste y lo que nos duele es que las leyes internacionales y la ONU estén inactivas. Si comparamos el apoyo a Ucrania, o cómo fueron a por (Muamar el) Gadafi en Libia o a por Sadam Husein en Irak, no se entiende esta pasividad. Han muerto 17.000 niños en Gaza. ¿Quién va a parar esto? Y la culpa también es de todos los países árabes con mucha riqueza que no quieren ayudar. No puede seguir así. El pueblo palestino solo quieren vivir en paz”.

Rita concluye: “Además es un pueblo que no tiene salidas realistas. No tienen opciones de quedarse en su territorio con una ley propia, un sistema propio, pero tampoco cuando emigran a otros países se les da una nacionalidad y unos derechos equiparables, ni llegan a ser ciudadanos de primera categoría, ni siquiera los de segunda y tercera generación, que nacieron en Palestina. No tienen refugio ni abrigo en ninguna otra parte. Y nadie hace nada”.