Restaurando nuestros pueblos
La luz de la Sierra del Segura roza los tejados y por una ventana se cuela hasta la mesa de un taller. Una escultura ha sufrido el deterioro de los siglos y solo unas manos expertas pueden devolverle su esplendor. “El original es sagrado”, dice Jose Martínez Soler, diplomado en la Escuela Superior de Conservación y Restauración de Bienes Culturales de Madrid. Cuando el profesional terminó su formación decidió regresar al pueblo y aquí, junto a François Boutin, en abril de 2005, constituyeron la empresa Arts Liétor. Casi dos décadas después se han consolidado como una verdadera referencia en la restauración del patrimonio artístico, histórico y cultural.
Especialmente conocidos en Albacete, los profesionales optaron por bautizar a la empresa con el nombre del pueblo donde viven. Con alrededor de 1.100 habitantes, Liétor es un municipio que conserva entre sus calles el aire de una historia arraigada. Construido en lo alto, se asoma a las aguas del río Mundo y conforma un paisaje imponente. Un lugar que, además, guarda sorpresas como la Ermita de Belén. En un enclave único, los restauradores pusieron en marcha esta idea para “poner en valor la conservación histórico-cultural y salvaguardar el patrimonio; ayudar a concienciar a personas, cofradías, asociaciones y administraciones sobre cómo emprender esta tarea, desde la competencia profesional, y poder educar y transmitirlo a otras generaciones”.
El buen hacer de los restauradores ya se ha dejado notar en otros municipios albacetenses como Riópar, Férez, Elche de la Sierra, Letur, Almansa, Peñas de San Pedro, La Roda, Munera, Lezuza, El Bonillo, Isso, Hellín, Tarazona de la Mancha o Yeste. En este último pueblo, la intervención en la Iglesia de La Asunción les regaló un momento de esos que “te dejan sin palabras”. Mientras trabajaban en un almacén del templo, antigua sacristía, hallaron unas pinturas murales de principios del siglo XVII. Instantes de emoción y en la mayoría de los casos, de mucha ciencia. Porque, normalmente, junto al mono azul de faena sobre el terreno, emplean la bata blanca con la que emprenden técnicas químicas y biológicas, radiografías de las piezas e incluso análisis de muestras. “No solo es pintar o reparar, es un trabajo muy desconocido y altamente especializado”, comentan Martínez y Boutin.
Cuando se enfrentan a una imagen, talla, retablo o incluso a un órgano histórico, como el de Lezuza, pueden encontrarse de todo. Sin embargo, tienen la máxima de respetar el original y saber decidir lo correcto. Por desgracia, han abundado los 'repolicromadores', en una suerte de intrusismo que ha dañado seriamente a muchas obras de arte. Así que, antes de coger el pincel o el bisturí, Arts Liétor realiza un exhaustivo estudio previo.
Después llega la magia del bien saber, el talento, la templanza y la maestría para que las piezas recuperen su esplendor primigenio. Desde una escultura de Salzillo a un óleo sobre tabla de Frans Francken II. Esta pintura del artista flamenco forma parte de una exposición que se exhibe actualmente en el Museo de Albacete. La muestra, que tiene el sugestivo título de 'En el principio. Historias del Antiguo Testamento', podrá visitarse en la ciudad manchega durante gran parte de este verano.
El taller de los restauradores de Liétor suele tener invitados ilustres que durante meses reciben las mejores atenciones. Así ha ocurrido con un lienzo de la Inmaculada Concepción de finales del XVIII, de Munera; el Santísimo Cristo del Sahúco, de Peñas de San Pedro, o la réplica de la escultura ibérica de la Dama Oferente de Montealegre del Castillo. Y, además, en los últimos años, Liétor también se ha convertido en un lugar donde aprender los secretos de este oficio.
De forma regular, alumnas de la Escuela Superior de Conservación y Restauración de Bienes Culturales realizan prácticas con José y François. Después de dos décadas de intenso aprendizaje y experiencia, Arts Liétor ya prepara sus próximos proyectos. Uno de ellos lo van a acometer en su pueblo. Restaurarán 'La Soledad', imagen escultórica del año 1778. En la agenda, otras intervenciones en Bogarra, La Roda o Munera. En cualquier caso, en la mente y en el pulso de estos artistas de la conservación siempre late la idea de que las obras de arte recuperen la dignidad pasada.
Un patrimonio de nuestros pueblos que los hace más sostenibles, más atractivos y que ayuda, mediante el arte y el orgullo de quienes nos precedieron, a que los colores del mundo rural pervivan más allá del frenético presente.
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