MAR, el guardián del 'ayusato'
Miguel Ángel Rodríguez ha vuelto a hacerlo y cada vez sube más la apuesta. El director del Gabinete de Presidencia de la Comunidad de Madrid amenaza al fiscal general del Estado, en un coloquial tuteo publicado en X: “Si me llamas a declarar, vas a ir pa'lante”. Inadmisible de todo punto. Rodríguez se ha convertido en el mensajero oficial que anticipa los pasos que va a dar la justicia más acorde con los deseos de Ayuso en particular y el PP en general. Ha ido mandando “pa'lante”, con esa finura, al propio fiscal a manos del Tribunal Supremo, a Begoña Gómez, al presidente del Gobierno, y a todo quisque, como ya anunció en otra de sus “comunicaciones” tabernarias.
También mandó algo así como al desguace a este medio: elDiario.es. “Os vamos a triturar. Vais a tener que cerrar. Idiotas. Que os den”, le dijo en un mensaje de WhatsApp a la adjunta al director, la periodista Esther Palomera, por las informaciones sobre la investigación por fraude fiscal contra la pareja de Isabel Díaz Ayuso, Alberto Rodríguez Amador. El Consejo de Europa citó, por esto, a la mano derecha de Ayuso como una de las amenazas a la libertad de prensa, en el nivel de intimidación y acoso. No se hizo nada: ahí sigue en su puesto y en sus humos. Belicoso es un rato.
Cada día, un paso más en la degradación. Estamos pasmados por la serie de agresiones que se perpetran con total impunidad y que ya han alcanzado hasta al presidente del Gobierno de España y el entorno de la reina Letizia. Y va el ayusato de Madrid y demuestra que ellos juegan en liga propia. En este reino de taifas manda, como cabeza visible, una mujer, Isabel Díaz Ayuso, cuyas dudosas gestiones (incluida la muerte de 7291 ancianos sin asistencia médica) gozan de total impunidad para la justicia. Y lo hace con MAR como inspirador y guardián de las esencias y con, según ella, un señor particular, su novio, que recibe también por pura casualidad un trato exquisito de la justicia.
El caso que nos ocupa revuelve el estómago al más templado. El ciudadano particular, antiguo auxiliar sanitario, es ahora millonario gracias a unos fructíferos negocios en el campo de la sanidad. Quirón Salud, su principal cliente, es también la principal adjudicataria de la Comunidad de Madrid que preside su novia.
Áticos lujosos en los que la pareja convive aparte, el caso es que Alberto Rodríguez Amador no tuvo bastante con las comisiones millonarias que obtenía y, según su propia confesión al ser detectado por Hacienda, intento defraudar al fisco. La fiscalía le imputa tres delitos –dos de fraude fiscal y uno de falsedad documental– y pide para él, además de posible cárcel, 350.951 euros.
Los dos señores de Ayuso, el particular y el que ostenta cargo oficial, están en el eje del conflicto actual. MAR difunde a través de los medios que la Fiscalía le ha ofrecido un pacto para no ir a prisión; el Fiscal General del Estado –con información directa– dice que no, y desmiente el bulo con una nota de prensa.
Todo el litigio se concentra en que es de cuestión vital saber quién mandó los emails. El novio de Ayuso demanda al fiscal general. Y a ese fin, el juez del Supremo, en procedimiento de urgencia que impide al Fiscal General disponer de abogado, mete a la Guardia Civil en la institución a llevarse emails y teléfonos durante 11 horas de registro. Ni en un juicio por terrorismo con víctimas mortales se dispensa ese tratamiento. Han dejado a la intemperie incluso asuntos que afectan a la Seguridad Nacional de España, como asegura la Asociación Progresista de Fiscales, y varios juristas de prestigio. Pero lo primero es lo primero: el señor particular parece tener un gran predicamento, como su pareja, y protectores diversos. Sin ironías, la desproporción es monumental y resulta muy preocupante. Todo esto es un síntoma. Muy grave.
El fiscal general ha pedido se llame a Miguel Ángel Rodríguez a declarar como imputado. Y es lo que ha motivado su amenaza, que venía acompañada de otro pa'lante, el de Begoña Gómez, decretado por la novia del señor particular en funciones de presidenta de Madrid.
Ni un solo dique se interpone a la serie de agresiones que la ciudadanía siente ya en carne propia y que terminan afectando a la convivencia. Ver al partido que regenta el ayusato emporcando la Unión Europea para tratar de tapar su responsabilidad en la tragedia de Valencia no hace más que certificar que el PP es un peligro público como se ha demostrado reiteradamente: causa muertes, inestabilidad, crispación, indignación. Ajenos a todo, en la sede particular del ayusato se pergeñan más ofensas, a ver si logran que la inmundicia se imponga como acción política. Llevan ya mucho camino hecho. Avalado incluso por mayoría absoluta de los votantes de Madrid.
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