Mauro Hernández Pérez es catedrático de la Universidad de Alicante y a pesar de que está jubilado sigue siendo profesor emérito. También es arqueólogo, una circunstancia que lo ha llevado a visitar Albacete para ofrecer una conferencia en el Museo de la ciudad sobre ‘El agua que fecunda la tierra: uso y gestión del agua en la prehistoria del sudeste peninsular’.
“Me he dedicado durante más de 40 años a excavar yacimientos en muchos lugares, entre ellos Albacete. Por lo general, todos relacionados con el aprovechamiento del agua. Además, he estudiado el arte rupestre que también está en conexión con los rituales para conseguir la lluvia”, explica Mauro Hernández en una entrevista a AlbaceteCapital.com.
Explica que las primeras evidencias del aprovechamiento del agua por parte del hombre, ya que siempre ha estado ligado a este recurso para poder alimentarse, son de hace 5.000 años cuando comenzó a controlarla, siempre presente en el entorno del ser humano por la vida de plantas o animales.
Las evidencias más antiguas de la península ibérica se encuentran en Almería, en el yacimiento de los ‘Millares’. En este lugar se ha detectado una canalización de agua desde una fuente al interior del poblado de varias cisternas que demuestra que en el 1750 -1550 a.C. ya existe una “necesidad de controlar el agua”. Todo ello “por parte de las poblaciones que habitan en una zona que progresivamente se va haciendo más desértica”, argumenta el arqueólogo.
De hecho, los procesos de cambios climáticos ya se detectaron en esa zona que alcanza todo el suroeste peninsular y el sur de Albacete. Esto obliga al ser humano a crear una infraestructura a base de canalizaciones, cisternas o balsas para abastecer el consumo. El arqueólogo indica que la mayoría de estas cisternas se generalizan en el segundo milenio a.C. en el interior del poblado para asegurarse el consumo. “Hay que tener en cuenta que el consumo del ser humano no es muy elevado porque a veces se compara la actualidad con la prehistoria. No tiene nada que ver, porque hoy hemos usado y abusado del agua”, añade.
En Castilla-La Mancha, en concreto en la provincia de Albacete, en ese segundo milenio a.C. aparecen muchos poblados ligados a entornos lacustres, es decir, lugares con agua. El profesor indica que es el caso del ‘Acequión’ situado al oeste de la ciudad de Albacete, donde fotografías antiguas demuestran la existencia de una laguna, hoy ya desaparecida. En otros lugares del interior aparecen poblados en el centro de pequeñas lagunas, como es el caso la ‘Laguna del Arquillo’ situada en el municipio albaceteño de Masegoso. “Se encuentra un poblado de gran interés ligado al agua”, cuenta.
En este sentido, hay muchos poblados en la zona de Ruidera. Destaca que hay dos ejemplos como una cueva bajo una acumulación de tierra como es la ‘Fuensanta’ y como la cisterna ‘Cuchillo’, ambos de Almansa. Un poblado que esta excavado en su totalidad donde “localizamos una cisterna, que en un momento se hundió, y encontramos dos cadáveres de hombres cubiertos por piedras. Esto ocurrió en el 1.500 a.C.”, añade.
Mentalidades del ser humano
En estos días que se habla de sequía, derogativas y peticiones, pero “siempre ha existido esta situación en el tiempo”. “Creemos que lo hemos detectado a través del arte rupestre por las figuras que levantan los brazos hacia el cielo y se encuentran rodeadas de puntos. Esos puntos los interpretamos como gotas de lluvia. Además, tenemos y está establecido por todo el suroeste de Albacete lo que llamamos ‘Cazoletas’ y ‘Canalillos’ que son pequeños rehundimientos en el suelo hechos por el humano. Todo ello relacionados con rituales para pedir lluvia”, explica Mauro Hernández.
La actualidad es “terrorífica”, solo hay que ver como los pozos en toda España mediterránea descienden cada vez más en el subsuelo para extraer agua. “No podemos seguir con este derroche. Se ha intentado resolver con trasvases y trasladar el agua de un sitio a otro, pero si no planteamos una agricultura que no use y abuse del agua, no sé qué tendremos que beber en un futuro. Evidentemente vamos a tener problemas”, dice el profesor.
Otros de los problemas que plantea es que el cambio climático que acecha está indicando que cada vez “estamos más avocados a cuidar el medio ambiente. Todo ello para regenerarlo y tener la posibilidad de tener agua”, añade.
En consecuencia, avisa de que cada vez llueve menos y el agua es vida. “Hay que racionar el consumo. El primer gesto depende de nosotros en muchos ámbitos y rutinas de nuestra vida diaria. Hay que consumir cada vez más de una manera inteligente y no echar la culpa al otro, la base son los gestos de cada uno”.