El médico y la enfermera del 112 que acudieron a atender a Sara el 2 de agosto de 2017 se encontraron con una niña en parada cardiorrespiratoria, con los dos ojos morados y con uñas de las manos arrancadas. Una situación “extraña” que les llevó a activar el protocolo por malos tratos que hizo personarse en la casa a la Policía.
Los facultativos, explicaron en la quinta jornada de juicio en la Audiencia Provincial de Valladolid, que es habitual que la Policía aparezca cuando hay un niño de corta edad en parada, especialmente por las siutaciones de tensión que se dan en los familiares.
Pero mientras a Sara intentaban recuperarla de una parada tras otra, tanto su madre como su pareja aparentaban tranquilidad. Davinia M.G explicó que la niña tenía hematomas en la cara por una caída de días anteriores, pero que la estaban tratando “con antiinflamatorios y antibióticos”. No dijo nada sobre las manos de la niña, en la que la enfermera vió “sangre fresca” y uñas arrancadas.
La misma impasibilidad que relataron los médicos la observaron los agentes que acudieron a la vivienda. El hombre que había llamado a Emergencias se presentó como la pareja de la madre, estaba aparentemente tranquilo y explicando que se había “encontrado” a la niña “así”. Lo mismo ocurrió con la progenitora, que llegó vestida de militar. Cuando se consiguió estabilizar a la niña y e ingresó en la UCI Pediátrica del Hospital Clínico de Valladolid, la Policía trasladó a ambos hasta allí. “Davinia dijo algo así como 'ni hecho adrede, siempre le pasa algo cuando estoy trabajando o de guardia.”. El responsable de la UFAM, el grupo policial que investiga delitos de violencia doméstica, violencia contra la mujer y menores se sorprendió hasta el punto de comentar que “en 39 años de profesión” jamás vio una reacción tan fría.
Al día siguiente, cuando la niña falleció a consecuencia de una hemorragia cerebral provocada por golpes repetidos, se tomó declaración a Roberto H.H, en calidad de de testigo. Hubo que suspenderla y comunicarle su detención cuando la jueza de guardia llamó e indicó que la niña había sido agredida sexualmente. Las acusaciones y defensas no hicieron preguntas sobre el contenido de esa declaración, pero se analizará en las siguientes jornadas. Sobre la declaración de la madre, que fue detenida directamente si avanzaron que le comunicaron la muerte de la pequeña y le dijeron que podía declarar en otro momento. “No quiso esperar, declaró durante tres horas”, señaló el inspector. “Le dijimos que la niña había sido agredida sexualmente y que las lesiones eran muy graves y ella dijo que era todo mentira, y que Roberto jamás tocaría a sus hijas porque las quería mucho, lo defendió al 100%”.
El miedo de los vecinos
Otra de las cosas que descubrió la Policía es que a Davinia sus vecinos la tenían miedo. En algunas ocasiones le recriminaron los gritos y los lloros que oían y ella les plantó cara diciéndoles que era “soldado” y que no sabían con quien estaban hablando. “Se sintieron intimidados, no quisieron declarar en comisaría porque tenían miedo”, comentó uno de los agentes.
También declaró el hermano de Davinia y tío de las niñas, Pedro M.G, a quien el presidente del tribunal tuvo que pedirle tranquilidad en varias ocasiones, ya que se contradecía frecuentemente o no recordaba lo que había declarado durante la instrucción de la causa.
A pesar de lo confuso que estaba, el tío de la pequeña fallecida ha asegurado que no observó hematomas en la niña hasta que la madre empezó a salir con el acusado. Aun así, el hombre nunca suspechó que la niña sufriese maltratos, sino que creyó la versión que le ofrecían su hermana y su pareja, que eran “accidentes” y que además Sara se peleaba con su hermana de 12 años.
Las lesiones se producían en cadena: el 11 de julio Sara tenía la boca anormalmente inflamada y se activó el protocolo de malos tratos porque la niña estaba llena de moratones y sucia, el 16 de julio, él mismo la llevó a un centro de salud, desde donde se le derivó a un hospital porque Sara tenía un dedo inflamado, otro quemado y con ampollas y otro con uñeros y el 28 de julio la niña recibió un golpe en la sien que le inflamó media cara y le provocó un enorme hematoma, sin que nadie la llevase al hospital. Ni así creyó el tío que a su sobrina la agredían. Sobre esta última lesión sí reconoció que se preocupó y que el novio de su hermana cambiaba de tema continuamente mientras su sobrina apenas decía palabra. Aunque en este caso y él y otra hermana llegaron a llamar a los Servicios Sociales, donde no cogieron el teléfono, y a la policía local, pero sin quierer denunciar, la pequeña permaneció en su domicilio. Cuatro días después se produjo la fatal agresión.
El juicio continuará este viernes, con la declaración de los Policías que investigaron el asesinato y violación de Sara. Su madre y su novio se enfrentan a una petición de prisión permanente revisable,
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