La portada de mañana
Acceder
Aldama zarandea al PSOE a las puertas de su congreso más descafeinado
Corazonadas en la consulta: “Ves entrar a un paciente y sabes si está bien o mal”
OPINIÓN | Días de ruido y furia, por Enric González

La fiscal del caso de la niña de 4 años violada y asesinada pide prisión permanente para su madre y su asesino, al que añade la agravante de odio

Sara tenía 4 años y un problema en el desarrollo del lenguaje. Sólo decía palabras sueltas. No pudo contar el infierno que vivió durante mes y medio a manos del novio de su madre. Sin embargo, los whatsapp del hombre que la violó y la mató de una paliza brutal, hablarán por ella. Durante la primera jornada de juicio en la Audiencia Provincial de Valladolid la fiscal destacó la cantidad de datos que aportan los mensajes que Roberto H.H intercambiaba con la madre de la pequeña asesinada el 2 de agosto de 2017, Davinia M.G.

Lo que transmitía Roberto a su novia era tan claro, que en todos los delitos de los que le acusa el Ministerio Público (seis de maltrato con lesión en el ámbito familiar a persona especialmente vulnerable, uno de maltrato habitual, un delito continuado de violación a una menor, un delito de asesinato y uno de abandono) aplica la agravante de odio. La suma de estos delitos es de 24 años de prisión, excepto el de asesinato, para el que se pide prisión permanente revisable.

“La rumanilla”

La fiscal basa la existencia de agravante de odio en los mensajes de Roberto hallados en el móvil de Davinia: en ellos decía que odiaba a los extranjeros y más especialmente a los rumanos. El padre de Sara, que había roto con la mujer poco antes, es rumano. Roberto se refería a la niña como “la rumanilla”.

A la madre la considera autora de los mismos hechos bajo la figura jurídica de comisión por omisión además de autora material de un delito de abandono de menores. Así, ella también se enfrenta a un pena de prisión permanente revisable.

En su calificación provisional de los hechos, la fiscal avanzó al jurado, compuesto por cinco hombres y cuatro mujeres, que los whatsapp recuperados por la Policía “van a arrojar mucha luz sobre lo que sucedió”, y ello a pesar de que los acusados niegan esta versión. Tal y como relató eldiario.es la niña falleció el 3 de agosto de 2017, 22 días después de que un médico alertase a la Policía al examinar a la pequeña por un problema en la boca y sospechar que la niña estaba siendo maltratada. Ni la Policía, ni el juzgado (donde su caso llegó a extraviarse), ni los Servicios Sociales pudieron salvar a la pequeña, los protocolos y la burocracia jugaron en su contra.

La fiscal precisa cómo Roberto, el mecánico de 35 años al que su madre, militar, había conocido en las redes sociales, maltrató a la niña a lo largo de más de un mes y medio. Desde el primer momento, fijó su atención en la pequeña Sara, y así se trasluce en sus whatsapp. El hombre, que vivía en Medina del Campo con sus padres, se instaló en la casa de su novia el 16 de junio, en un barrio obrero de Valladolid. El 21 de junio, en un whatsapp enviado a su novia decía que tenía “mucho asco a los rumanos”.

El 11 de julio, a raíz de una agresión de Roberto a la niña, Davinia la llevó al Hospital Campo Grande. Saltaron todas las alarmas, la cría tenía lesiones compatibles con maltrato. Su madre lo negó y apuntó al padre de la niña, con el que ya no convivía pero que la había tratado mal.

Aunque el Ministerio Fiscal no hace referencia a las circunstancias, empezó así un periplo judicial que no salvó a la niña: las diligencias por violencia de género se cerraron cuando ella negó ser víctima de su ex y la causa que afectaba a la menor se perdió entre el papeleo. Sólo estaban al tanto del caso la Fiscalía de Menores, la Policía y los Servicios Sociales, pero ningún juzgado se ocupó se Sara mientras estaba siendo maltratada.

Dio prioridad a la relación de pareja

Según el Ministerio Fiscal, “la acusada fue consciente de que su hija estaba siendo maltratada reiteradamente por el acusado”, dada la alarma de los médicos que la vieron y el temor que sentía la niña. A esas señales hay que sumar un mensaje que recibió en la que se la advertía contra su novio y le sugerían que contactase con su exnovia. “Pese a todo-dice la fiscal- dio prioridad a su deseo de mantener la relación de pareja y no hizo nada para evitar que prosiguiera el maltrato”.

Las agresiones se sucedieron y a la vez intervino el Servicio de Protección a la Infancia de la Consejería de Familia de la Junta de Castilla y León. La mujer acudió a una clínica dental para pedir un informe que dijese que la mala salud bucodental de la niña, que tenía todos los dientes cariados, se debía a la lactancia prolongada. La alerta también la habían dado en el Hospital Campo Grande.

La dentista que la examinó no sólo no hizo el informe: le dijo que la pequeña tenía una infección dental muy grave y que debía llevarla a un hospital de inmediato. No lo hizo.

Aunque la cría presentaba lesiones cuando dos funcionarias se entrevistaron ella, con la madre y con la otra hija de 12 años, Sara regresó a casa. Poco después “el 27 o 28 de julio, Roberto propinó a Sara un golpe tan fuerte que le provocó un hematoma en la sien izquierda, zona del ojo y frente y mejilla del mismo lado”. El día 28 la madre telefoneó a Protección a la Infancia para anular una visita domiciliaria. Davinia, militar de profesión, tenía guardia ese día. Ni siquiera la preocupación de los tíos de Sara, cuando vieron la lesión que tenía, la hizo cambiar de idea: no sólo no llevó a su hija al hospital sino que permitió que Roberto siguiese conviviendo con ella y sus hijas. El 1 de agosto, anuló otra visita de Protección a la Infancia para que no viesen a la niña amoratada. Las funcionarias acudieron igualmente. Desde su trabajo, Davinia ordenó a su novio y a su hija mayor que no hiciesen ruido y que evitasen que Sara llorase.

Se vistió sola y quiso ir al trabajo con su madre

La parte más estremecedora en la calificación del Ministerio Fiscal, es la referida al 2 de agosto. Sara se levantó a las 7 de la mañana, se vistió sola “pretendiendo a toda costa” marcharse con su madre al trabajo. Davinia volvió a dejarla al cuidado de Roberto. “Lo hizo pese a saber el riesgo que corría su hija Sara”, afirma. Cuando se fue, Roberto violó a la niña, que se defendió con arañazos, y después la golpeó brutalmente en la cabeza, varias veces. La criatura entró en parada cardiorrespiratoria. Su asesino llamó 9 veces a la madre sin éxito antes de recurrir al 112. Dijo que la niña estaba en su cama “blanca” y sin respiración. Los médicos consiguieron reanimarla antes de llevarla al hospital, donde murió al día siguiente. Mientras la menor agonizaba, Davinia envió mensajes a su novio, preocupada por si le culpaban de algo, adelantó la fiscal.

Tras la autopsia, se conoció que la niña murió por una grave hemorragia cerebral. Había más lesiones. La fiscal recordó al jurado como encontraron un mechón de pelo y sangre de la niña en un pantalón corto del acusado, y adn de este en las uñas de la menor.

En el caso está personado como acusación particular el padre de la niña. Pide que se absuelva a la madre. Además están la Asociación de Víctimas contra los Malos Tratos y la Asociación Clara Campoamor. Sus calificaciones provisionales se conocerán este viernes, así como el testimonio de los dos acusados.