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Los vecinos del Eixample declaran la guerra a los coches: “Es el distrito más contaminado de Barcelona”

La salida del colegio Llorers en la calle Aragó, una de las más transitadas de la ciudad

Pau Rodríguez

En el Eixample de Barcelona sobran coches. No lo dicen solo los ecologistas. Lo denuncian sus vecinos, les apoyan los colegios, lo reconoce el Ayuntamiento de la ciudad e incluso los comerciantes. Cada vez son más voces las que, viendo los elevados niveles de contaminación en el distrito –de los más altos de la capital catalana–, exigen medidas para que esta icónica malla de calles ideada por Ildefonso Cerdà en 1860, en la que viven 260.000 personas, deje de estar atravesada por auténticas autopistas urbanas.

A la salida del colegio Llorers, mientras espera a que salga su hijo, Sònia Rafart comenta que, antes de decidir a qué parques va con el crío a jugar, siempre tiene en cuenta el tráfico que hay alrededor. “Es un tema de salud, por la contaminación, pero también de peligro, por si el niño se escapa, y de ruido, porque no nos oímos con tanto coche”, razona. La puerta de centro solo está separada por una acera y una barandilla del asfalto de la calle Aragó, por el que pasan 84.000 vehículos diarios –aunque en ese tramo sus seis carriles se reducen a cuatro–.

La Asociación de Familias de este colegio es una de las más de 60 en toda la ciudad que han enviado una carta a Ada Colau para que se reduzca el tráfico en los entornos escolares, después de que se publicase una mapa a partir de datos de la empresa Lobelia Earth que estima que en el 30% de los colegios de la capital catalana se superan los niveles de NO2 permitidos por la Unión Europea y recomendados por la OMS: 40 µg/m3. En el Eixample, este porcentaje se dispara a más del 90%.



La de los colegios ha sido una de las reivindicaciones más visibles y recientes aupadas por el colectivo vecinal Eixample Respira, autor del mapa. Esta asociación, creada en 2019, exige que se ponga fin a los altos niveles de contaminación del distrito. Se trata de un grupo que nació de la inquietud de tres vecinos y que ha organizado ya dos manifestaciones con decenas de personas. Sus integrantes recelan del efecto de la Zona de Bajas Emisiones –que vetará desde el 1 de enero la entrada a la ciudad de los coches sin etiqueta ambiental– y reclaman más valentía para reducir el tráfico.

“No puede ser que el distrito más densamente poblado en cuanto a escuelas tenga que convivir con calles que tienen más tráfico que la autopista AP-7”, argumenta Guille López, uno de los promotores de Eixample Respira. Y es que, sin contar las rondas, nueve de las doce calles más transitadas de la ciudad atraviesan este distrito. Además de Aragó están la Diagonal (63.000 vehículos diarios), Gran Via (58.000) o Balmes (31.000). Teniendo en cuenta que la mayor parte de la polución que inhalan los ciudadanos viene de los vehículos rodados, López lo tiene claro: “Estamos en el distrito más contaminado de la ciudad”.

El Eixample Verde en el horizonte

El Ayuntamiento de Barcelona está ahora centrado en la Zona de Bajas Emisiones, que dentro de un mes prohibirá la entrada de los vehículos más contaminantes –se calcula que unos 50.000– a casi toda la ciudad y parte de las colindantes. Es la medida más ambiciosa hasta la fecha con el objetivo de reducir las emisiones y cumplir de una vez con los niveles dictados por la UE. Pero en el Eixample, el gobierno municipal de Ada Colau tiene más compromisos. Durante la campaña electoral prometieron un 'Eixample Verde' con la pacificación de una decena de calles. La idea era a largo plazo pero debía empezar en el actual mandato.

El concejal del distrito, Jordi Martí, explica que la propuesta se empezará a definir a través de un plan de actuación municipal en el primer semestre de 2020. Entre las posibles calles que podrían ver reducidos sus carriles de coches están Consell de Cent, Mallorca o Còrsega, vías todas ellas horizontales –generalmente más caudalosas que las verticales porque atraviesan la ciudad–. Los planes del gobierno municipal contemplan también un proceso para reformar la Gran Via y lograr, esta vez sí, la conexión del tranvía por toda la Avenida Diagonal.

“No hay ningún consejo de barrio al que haya ido en el que no se trate el tema de los coches, cuando hace cuatro o cinco años el tema estrella era la limpieza”, reconoce Martí sobre el creciente interés para poner coto al tráfico. Y señala la paradoja de que el Eixample, que Cerdà ideó con grandes avenidas para favorecer la salud de una ciudad con un centro demasiado comprimido, se haya convertido ahora en el “sistema nervioso” de la movilidad de la ciudad en transporte privado.

El consistorio también ha implantado un nuevo carril bus en la calle Aragó, quitando así espacio al coche. Martí defiende que esta medida, aplicada en la que es una de las calles más transitadas, es tan efectiva para retirar coches de la circulación como pacificar otra calle del barrio entera. Otros vecinos tienen más prisa. Desde la Asociación de Vecinos de la Derecha del Eixample, su presidente, Jaume Artigues, considera que se podría retirar un segundo carril de coches.

Artigues apremia al consistorio a avanzar en los procesos de participación para transformar calles. Dos de los ya realizados tienen que ver con supermanzanas. Una, la de la calle Girona y su entorno, y la otra, la zona del espacio Germanetes, con la peatonalización sobre todo de la calle Consell de Cent. Ambas están ya aprobadas en el Consejo de Barrio y pendientes por lo tanto de iniciarse los trabajos.

Los comerciantes: menos coches, pero no así

Uno de los colectivos más reacios a retirar vehículos de la ciudad suelen ser los comerciantes, recelosos de que los compradores no puedan acceder a sus tiendas. Sin embargo Xavier Llobet, presidente de la asociación Cor Eixample, reconoce que hay demasiado movimiento de tráfico y defiende que por salud habría que reducirlo. “Lo tengo clarísimo”, asegura. Pero advierte que está en contra de penalizar la entrada de los coches sin alternativas eficientes, desde párkings disuasorios en la periferia con buses lanzadera al centro hasta mejoras en el Cercanías.

“La gente sigue viniendo de toda Catalunya en coche a comprar y aparcan en calle Diputación, calle Bruc... ¿por qué crees que damos tiques de aparcamiento? Si dejan de entrar coches sin otras medidas, ¿qué crees que le va a pasar al comercio?”, comenta el presidente de esta asociación. Asimismo, recela también del modelo de supermanzanas, que avisa de que puede fomentar la gentrificación. Cree que pequeñas tiendas de barrio pueden acabar expulsadas por los elevados alquileres en favor de restaurantes y bares, como ocurre en el barrio de Sant Antoni.

Fuera coches en la puerta de los colegios

La carta enviada al Ayuntamiento por el centenar de Asociaciones de Familias de Alumnos (AFA) pide no solo que en los entornos escolares se prohíban los coches, sino que se hagan “auditorías individualizadas” en cada centro para abordar la problemática de la contaminación. También reclaman promocionar el transporte público para ir a clase y volver. “Los niños y niñas de Barcelona tienen derecho a respirar un aire limpio”, concluye la misiva.

Sobre la derivada escolar de esta problemática, Colau prometió en campaña electoral que durante este mandato se mejoraría el aislamiento contra la contaminación de 100 de las 400 escuelas de la ciudad. En el Eixample se han realizado actuaciones –o se están haciendo– en 18 centros, contando supresión de aparcamientos en sus calles y chaflanes para ampliar el espacio para los peatones. De lo que no hay noticia todavía es del corte de calles que se planteó también para los horarios de entrada y salida de los centros.

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