El independentismo catalán tiene a Quebec y a Escocia como referentes. No solo por compartir aspiraciones de secesión, sino también por cómo Canadá y el Reino Unido han respondido a los deseos soberanistas de ambas naciones. El president de la Generalitat, Pere Aragonès, ha vuelto a inspirarse en la vía canadiense para proponer al Estado un “acuerdo de claridad” con el que encauzar el contencioso catalán mediante un referéndum.
Ha sido la propuesta más destacada de Aragonès en su discurso con el que ha abierto el debate de política general, cita que marca el inicio del curso político catalán. No ha sido un discurso monotemático con el procés. El president ha dedicado la mayor parte de su intervención a repasar el trabajo de cada departamento y a anunciar un paquete de medidas anticrisis.
En el tramo final de su discurso, Aragonès ha desgranado la propuesta al Estado de “acuerdo de claridad”, inspirado en la ley federal aprobada en Canadá en el año 2000 que fijó las condiciones para que el Quebec votara un nuevo referéndum de autodeterminación tras los celebrados en 1980 y 1995. Ambas consultas se saldaron con una derrota de los independentistas y no se ha vuelto a celebrar otra.
Aragonès ha definido su propuesta como “inclusiva” al dirigirse “a todos los demócratas”, sean o no independentistas. Y ha reconocido que con ella busca “superar una situación de bloqueo”, en una velada referencia a los pocos frutos que ha dado la apuesta del Govern por la mesa de diálogo con el Gobierno. Tampoco ha mencionado Aragonès las reiteradas negativas tanto del Ejecutivo central como del Constitucional a la autodeterminación de Catalunya.
El acuerdo de claridad, ha incidido Aragonès, debe identificar “cuándo y cómo” Catalunya puede volver a ejercer el derecho a la autodeterminación. “Es la vía para hacer un referéndum definitivo que permita traducir la decisión de la ciudadanía en consecuencias políticas”, ha aseverado el president.
A pocos días del quinto aniversario del 1-O de 2017, Aragonès ha destacado la importancia de aquel hito soberanista, al tiempo que no lo ha considerado intocable: “Solo la legitimidad de un referéndum acordado puede sustituir el 1 de octubre”. En ningún tramo de su discurso se ha dejado entrever intentona alguna para volver a la vía unilateral.
Frente a la previsible negativa de la oposición a la propuesta, Aragonès ha remarcado el “amplio consenso” que genera el referéndum incluso entre votantes de partidos contrarios a la secesión. El acuerdo de claridad, ha enfatizado el president, es una propuesta “constructiva, en positivo, que busca construir consensos, no va contra nadie y quiere las aportaciones de todo el mundo”. Aragonès ha anunciado que distintos sectores sociales, económicos y también del mundo municipal harán sus aportaciones a la propuesta
Con todo, antes de sentarse a negociar la vía canadiense, Aragonès ha instado a “poner fin de una vez por todas a la represión” contra el independentismo. El president ha incluido en esta carpeta con la que lograr “los efectos de una amnistía” tanto a los soberanistas que afrontan todavía causas pendientes (sin ir más lejos, la próxima semana el conseller de Empresa, Roger Torrent, irá a juicio por permitir una votación sobre la monarquía) como a los “exiliados”, en referencia a dirigentes que siguen en Bélgica y Suiza como Carles Puigdemont o Marta Rovira.
Crítica al “populismo fiscal” del PP
Aragonès acude a su segundo debate de política general con un escenario más complejo que el de su debut el año pasado. La guerra en Ucrania ha incrementado los nubarrones económicos que los fondos europeos iban a disipar. En clave interna, las suspicacias de Junts han ido en aumento hasta el punto de que los posconvergentes han amagado con una crisis de Govern que hoy parece menos probable que hace unas semanas.
No ha hecho mención directa Aragonès a ninguna de las tres exigencias de Junts a Aragonès –limitar la mesa de diálogo a autodeterminación y amnistía, crear un órgano de coordinación soberanista y unidad de acción en Madrid. Una muestra de la voluntad de ambos socios de resolver la crisis en privado tras la efervescencia postDiada, tal y como el vicepresident, Jordi Puigneró (Junts), insistió este lunes.
Mucho más combativo se ha mostrado Aragonès con las rebajas fiscales a los ricos anunciadas por comunidades del PP como Andalucía o Madrid. “Catalunya no participará en el debate populista de rebajas fiscales que solo benefician al 1% más rico”, ha espetado el president, que ha insistido en que cuando se bajan impuestos a los más ricos “la factura la paga el 99% restante”.
“El modelo de Catalunya no es un modelo de impuestos bajos a los ricos y recortes y servicios públicos deficientes, no es el modelo del Madrid de Ayuso y Núñez Feijóo”, ha aseverado Aragonès antes de desgranar las medidas anticrisis, entre ellas la bonificación en el IRPF de 100 euros por hijo a las familias para compensar el incremento del coste del material escolar. No hay rebaja fiscal (ni a ricos ni a pobres) a la vista.