Artur Mas y Felipe González se han sentado cara a cara en una mesa a hablar de la independencia y por el tono casi se diría que todo está en orden. Sin embargo, es difícil vislumbrar un punto de encuentro entre ambos. La primera edición de la nueva temporada de Salvados, el programa de Jordi Évole, ha reunido al president de la Generalitat y el expresidente del Gobierno en el centro cívico de Can Déu, en el barrio barcelonés de Les Corts, para hablar del tema estrella de la actualidad política.
Los invitados convirtieron el debate en prácticamente un acto institucional. González habló como una personificación del Estado español, especificando cuando opinaba “como ciudadano”. Mas era Catalunya, con un “los catalanes siempre hemos arrimado el hombro” que se refería, en realidad, a CiU: “Siempre hemos estado ahí, en la lucha contra el terrorismo, cuando hubo que apoyar a España en las instituciones europeas, cuando optamos por entrar en el euro con las dificultades que comportaba, cuando hubo que apoyar a gobiernos en minoría, y también apoyé a Zapatero cuando desde Europa querían rescatar a España”.
De juzgar por el diálogo entre ambos, la tensión en el procés catalán parecería más bien baja. Mas evitó contestar si era independentista, como le preguntaba Évole –pero recuerda que votaría “sí sí” en la consulta. González esquivó un termino tan controvertido como el de nación; Catalunya tiene unos “hechos diferenciales” y España es un “espacio público compartido”, dice.
Un desacuerdo fundamental
Pero una diferencia básica separa a los dos “presidentes”: identificar el sujeto de este proceso. González considera que el derecho a decidir sobre el “espacio público compartido” recae en “el conjunto del pueblo español”. Mas no negó frontalmente un papel a los españoles, pero aseguró que hay diversas etapas: “Una primera fase es saber qué quiere el pueblo de Catalunya, y a partir de ahí, según el resultado, habrá una negociación con el Estado”.
Para el socialista no hay espacio legal para eso. “Yo también quiero decidir sobre el destino común, con una diferencia, yo tengo la legitimidad”, dice. Mientras Rajoy aseguraba hace unos días que, más allá de lo que diga la Constitución, Catalunya debe ser española porque la siente como algo propio, González se limitó a respaldarse en una legalidad y una legitimidad. Ambos coinciden en la importancia de seguir el cauce legal, pero difieren en su interpretación.
Por las palabras de Mas podría descartarse del todo una declaración unilateral de independencia, y González lo valora. “He oido decir por ahí a algunos que esto lo harán con o sin legalidad, pero nosotros sabemos como demócratas que el principio de la mayoría y la minoría solo tiene legitimidad dentro de las reglas de juego”, aseguró el socialista, que mostró su confianza en Mas: “Usted nunca incumplirá la legalidad vigente”, le dijo. A lo que el President contestó que ese es su propósito y su compromiso.
Sin embargo, Mas cree que hay espacio legal para consultar a los catalanes. Una consulta que, sin embargo, “no tendría ni un valor jurídico estricto ni un valor vinculante estricto”, pero llevaría a la negociación, asegura. González en cambio fue taxativo. Afirmó que “la vía hacia la conquista de la autodeterminación es inexistente” y que “cualquier presidente del Gobierno español no va a dar un paso hacia el desencadenante del derecho a la autodeterminación de los pueblos”.
“El pueblo de Catalunya votará”
Mas no se mostró dispuesto a forzar un enfrentamiento con el gobierno central, pero insistió en que el pueblo catalán votará. Si no es en una consulta acordada con Madrid, en una, que tampoco sea vinculante, amparada por la ley de consultas que aprobará el Parlament de Catalunya. Y si no es posible una consulta, “cuando haya elecciones en Catalunya los catalanes van a votar pensando en dirimir esa cuestión”, asegura.
Para González, “si nos embarcamos en el camino de lo imposible se va a ir abriendo la factura entre España y Catalunya e interna de Catalunya, y se va a despertar el nacionalismo español”. Mas asegura que “lo que le están diciendo a una mayoría es que se queden quietos para no provocar una ruptura”, mientras el socialista se lamenta por lo más cotidiano: “El ámbito convivencial de Catalunya es el mejor que he conocido en cualquier latitud y longitud, y ahora hay familias que evitan hablar de eso en la cena”.
Pero después de mucho discordar dándose la razón, Mas y González acabaron por volver a coincidir. El president de la Generalitat habló de sus ganas de dejar la política, el expresidente defendió su derecho a trabajar en la empresa privada y ambos coincidieron en lo duro del trabajo del gobernante. Hubo diálogo y cordialidad, pero el debate sobre la independencia sigue en el mismo punto.