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“La adicción a las drogas prescritas está bendecida y justificada por el dolor”

Giulia Sissa es profesora de la Universidad de California, Los Ángeles

Yeray S. Iborra

El placer y el dolor son dos de los principales motivos de estudio dentro de la dilatada carrera de la filósofa y escritora italiana Giulia Sissa (Mantua, 1954). A ellos Sissa ha añadido una tercera variable: las drogas. Y la capacidad que tienen estas para actuar como estimulante o sedante.

Sobre ello reflexionó el pasado lunes ante el auditorio del Centre de Cultura Contemporània de Barcelona (CCCB), dentro de las VII Jornadas Filosóficas del centro. Sissa, que se toma tiempo para analizar cada una de las preguntas, consciente de lo controvertido del tema, no rehuye ningún debate. Legales o ilegales, duras o blandas, las drogas son algo más que un tabús. Según Sisa, impactan en nuestra manera de posicionarnos en el mundo tanto como lo hace la religión: las drogas también son respuesta.

Sus estudios versan sobre dos tabúes recurrentes: sexualidad y drogas.

Podría decir que simplemente he estado interesada durante mucho tiempo en el placer. Y en el dolor. Porque van juntos. Incluso me atrevería a decir que no puedes definir el placer sin definir antes el dolor. Algunas de las definiciones filosóficas del placer apuntan a que se trata de la interrupción del dolor.

Primero fue el dolor.

El dolor llega primero, sí. El psicoanálisis dice que el dolor es corpóreo y emocional, existencial. Freud nos dijo que podemos sentir dolor sin sistema nervioso, y que podemos tener sensaciones sólo pensando en aquello sentimos. El dolor emocional –la pérdida, la humillación, el abandono, la frustración– son diferentes modificaciones de la ansiedad. Cuando sufrimos porque perdemos a alguien... Nos desestabiliza: el dolor es ese ser desestabilizado.

Me he perdido, ¿seguimos hablando de drogas?

La sensación de sentirse limitado y vulnerable se traduce en la ansiedad y la aprensión sobre el mundo y nuestra vida. Cuando llegamos a esto nos damos cuenta de la importancia del placer, como remedio. Otro de los más poderosos remedios que conocemos son las drogas. Sobretodo en la ambigua concepción del griego: phármakon, que designa tanto droga como medicamento.

¿Y cómo lo relacionamos con la sexualidad?

Amor, sexo, eros. Para ansiedad existencial, los opiáceos son buenos. Pero también lo es enamorarse. Las drogas y el sexo curan la ansiedad. Siempre que han podido, todas las culturas, han encontrado elementos hedonistas para la cura.

¿La religión funciona para esa ansiedad existencial?

[Hace una larga pausa] La tentación es hablar de la religión como el opio del pueblo. Pero lo voy a resistir... Eso sí, hay algo de verdad en la frase: los humanos han sido arrojados al mundo. Y por eso se sienten indefensos. Todos estamos desorientados, en el dilema constante. Qué hacer con nuestras vidas. Hay algo extremo en la idea que ser humano es simplemente estar en el mundo y tener que hacer algo con la vida de cada uno. La filosofía existencial aporta algo interesante: la centralidad de la ansiedad no es reciente.

En las sociedad modernas viene condicionada por el trabajo, la rutina...

Pero ya estaba allí. En la antigüedad ya se explicaba: ser humano es muy diferente a ser un Dios. Ser humano es estar ocupado y preocupado: las cosas no vienen solas, hay que luchar y ganarlas. Por eso siempre estaremos acompañados de la ansiedad, de la incertidumbre. La vida es una desestabilización constante, por lo que la ansiedad es el gran reto de la humanidad. E imaginar divinidades es una manera de conseguir cierta ayuda: ellos responderán por ti.

Inventamos respuestas.

Las religiones son artefactos culturales muy serios, y los filósofos han cultivado en los últimos años una visión que deja a la religión en el pasado. 'El mundo moderno no funciona con religiones sino con la tecnología, el conocimiento...'. Y no, la organización de la vida se rige en ellas. El mundo es mucho más descorazonador y agresivo que antes. Las religiones son justificaciones de la violencia, y están puestas al servicio de una forma agresiva de vivir el mundo.

Volviendo a las drogas. ¿Curan la ansiedad? ¿O generan más problemas asociados a ellas?

La medicación de esta ansiedad es remedio. Pero también es problema. Porque las drogas son adicción, y sedan. Las drogas funcionan muy bien en nuestro cerebro, modifican la economía de nuestros receptores. Impactan en nuestra vida porque nos suspenden, rompen con esa ansiedad. Y esa modificación no es algo bueno. Aumentan nuestra vulnerabilidad: no es sólo un problema de dependencia a la droga. Entrar en las drogas también puede significar entrar en su backstage. Te evadirás de lo que significa ser humano: cuidarte por ti mismo.

Y más atrás todavía está el mercado.

Yo también he visto Narcos o Breaking Bad: son una manera vívida de percibir esa violencia y el mercado, y la política, y la corrupción. Eso existe, y esa es la realidad del problema: lo que se supone que debe ser la liberación acaba siendo la guerra. El uso de las drogas es un remedio a medias, si accedes a ellas, llegarás a ese backstage.

Tal vez la pregunta llegue tarde, ¿pero qué entendemos por drogas?

Entiendo por donde vas: las drogas prescritas son las más peligrosas. En EEUU el mayor problema lo tienen con los analgésicos. Que son legales... Y sacrosantos. ¿Cómo acabar con una adicción que está justificada por el dolor? Con una adicción que recibe la bendición de los profesionales. La realidad es: no puedes vivir una continua vida de dolor, pero el placer tienen que venir poco a poco. No de golpe. Eso es lo que podemos hacer para curar nuestros deseos y jugar con los placeres del mundo. La rotación entre dolor y placer. El placer sostenido que proporcionan los opiáceos son maravillosos, pero...

¿Cómo se afronta el debate sobre la legalización, pues?

Sobre la legalización hay diferentes criterios. El primero atañe a los profesionales de la medicina y al sistema público que prescriben para suspender el dolor. Ellos deberían plantearse contra lo que deben actuar: ¿La depresión, la ansiedad? Las drogas que las combaten están incluso idealizadas. Y sobre-prescritas. Se trata de una legalización institucional y masiva...

Para usted tampoco funciona la distinción entre drogas duras y blandas.

Lo que importa es el impacto de una sustancia en la vida, no si es dura o blanda, o qué se yo. Ese debate no es relevante. Un adolescente que fuma de forma regular y no va a la escuela, ¿qué le supone eso en su vida? Y antes que el impacto que tiene eso en su cerebro, me pregunto: ¿Cómo afecta esa droga a la consciencia de estar en el mundo que tiene esa persona? Cómo afecta a su dinámica en el mundo.

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