Sin techo y mujer: un doble peligro en las calles de Barcelona
El 16 de diciembre de 2005 Rosario Endrinal murió quemada viva en un cajero automático de La Caixa, en el barrio de Sant Gervasi de Barcelona. El recuerdo de la Charo –como era conocida–, que vivía en situación de indigencia antes de ser brutalmente asesinada, ha estado presente este lunes en la presentación de un estudio sobre las personas sin hogar, que alerta de la feminización de la pobreza y del machismo que impera en las calles de la ciudad, sobre todo ante la vulnerabilidad de algunas mujeres en situación de exclusión.
“En las situaciones de exclusión y ruptura de vínculos asociadas a una situación de sin techo se añaden situaciones de acoso sexual”, explica Laia Ortiz, teniente de alcalde de Derechos Sociales, que denuncia un “doble peligro”, el de la exclusión social y el del machismo. Unas declaraciones que corrobora Albert Sales, responsable del estudio –Diagnosi 2015 sobre sensellarisme a Barcelona– que describe algunas “situaciones habituales” durante sus años de experiencia trabajando con este colectivo: “Hemos detectado muchos casos en los que se ayuda a las mujeres, por el hecho de ser mujeres, y luego se pide algún tipo de contraprestación”.
Los expertos que han colaborado con el equipo municipal insisten en la “feminización de la pobreza” y su “invisibilidad”, incluso en el estudio presentado. “La presencia de las mujeres tanto en la calle como en los recursos de atención es muy inferior a la de los hombres, pero sufren una situación de mayor vulnerabilidad y riesgo para su integridad física, y un peor estado de salud”, argumenta Sales, que destaca que las mujeres, a diferencia de los hombres, suelen tener una red social “más tupida” y con menos problemas para pedir ayuda.
Sin embargo, una mirada exhaustiva del informe también demuestra cierta feminización de la pobreza a nivel quantitativo. A pesar de que las mujeres duermen en la calle (11%), son menos que la de los hombres, los indicadores van creciendo a medida que el foco se aleja de la vía pública y se centra en otras versiones de la exclusión residencial.
En los centros de acogida, por ejemplo, el porcentaje de las mujeres sube al 14%; cuando nos fijamos en recursos residenciales de media estancia las mujeres constituyen ya el 20%; un 23% en pisos de inclusión y un 31% en pensiones sostenidas por entidades sociales. “Las situaciones de exclusión residencial de las mujeres son más altas que la de los hombres, aunque no acaben en durmiendo calle, pero no tenemos como medirlo”, explica Sales.
Sin techo, pero con experiencia
Sin techo, pero con experienciaUna de las novedades que prepara el gobierno de Ada Colau de cara el nuevo año será la constitución de un grupo de expertos formado por personas que hayan sufrido situaciones de exclusión, hombres y mujeres sin techo. “Su propia experiencia nos servirá para mejorar las políticas de atención a este colectivo”, anuncia Ortiz, que también tiene previsto reforzar el acceso a la vivienda como primera política de inserción.
Además, el Ayuntamiento se compromete a sumar el próximo año 50 pisos a los 24 que ahora existen -14 de titularidad municipal y 10 cofinanciados con la Fundación Rais- para ofrecerlos a personas sin techo, es decir, consolidar el Housing Frist -primero, el hogar- definitivamente en Barcelona. “Los países que apuestan firmemente por el Housing First, y que en Catalunya debe adaptar a cada municipio, dan unos resultados de alrededor del 80% de éxito”, añade Sales.
Sobre los datos del informe Diagnosis 2015, que muestra una estabilización del número de personas sin hogar en la ciudad a pesar del agravamiento de las condiciones económicas, los expertos son optimistas. El coordinador del informe ha querido insistir en que el estudio revela una cierta “estabilidad con tendencia al alza” de las personas en situación de sin hogar, haciendo hincapié en que “una persona sin hogar no es la que duerme en la calle, sino la que no tiene hogar, por el motivo que sea”.
En concreto, la capital catalana cuenta, según estimaciones del Servicio de Inserción Social (SIS), con 2.799 personas sin hogar, de las cuales 693 duermen en la calle y el resto lo hacen en asentamientos (434) y alojadas en recursos residenciales (1672 ). El informe, que muestra un estancamiento de los datos de 2011 -de 2008 a 2011 subir-, concluye que la creación de nuevas plazas residenciales ha tenido “un efecto positivo en la contención de los procesos de exclusión residencial.
Sales defiende que “teniendo en cuenta los recortes sociales, que el PIRMI ha sido recortado de forma salvaje y teniendo en cuenta el mercado de la vivienda que tenemos”, un aumento de sólo un centenar de personas se queda corto. Según el experto, la casuística de las personas que terminan en situación de sin techo es muy variada y se explica por múltiples itinerarios. “No hay un perfil de persona sin hogar”, concluye.