Si hay alguien en el Ayuntamiento de Barcelona que ha podido ver qué es un barrio cabreado es Mercè Homs. La concejala de Ciutat Vella esperaba reunirse pasado agosto con los vecinos de la Barceloneta que le pedían respuestas sobre los pisos turísticos, pero las movilizaciones de los últimos días y su impacto mediático le han hecho cambiar de planes e ir al barrio a dar respuestas este viernes. La concejala ha participado, junto con la gerente del distrito, un representante de la Guardia Urbana y un representante de los Mossos, en una reunión abierta a todos los vecinos para intentar calmar los ánimos, pero tan lejos ha estado de conseguirlo que se ha ido abucheada.
Homs reaccionó rápido el pasado miércoles a las imágenes de comportamientos polémicos en el barrio. Declaró que “los vecinos de la Barceloneta no están solos” y anunció una mayor presencia policial para evitar comportamientos incívicos. En el barrio, sin embargo, no les pareció una solución al problema –los pisos turísticos– y al día siguiente los manifestantes que hacía días se concentraban para protestar en el barrio se multiplicaron hasta el medio millar. Ayer, el Ayuntamiento anunció la creación de un equipo de inspección extraordinario para detectar de forma sistemática los pisos turísticos ilegales en la Barceloneta. El anuncio sin embargo, tampoco inspira confianza en los vecinos. “No hemos venido a escuchar cuentos”, le han espetado los vecinos en la reunión.
Manuel, por ejemplo, tiene motivos para desconfiar. Su familia denunció un apartamento turístico ilegal en su edificio. “Hace tres años que el Ayuntamiento nos dio la razón, pero allí sigue habiendo un piso turístico”, critica. Aunque el barrio sólo cerca de una setentena de pisos tienen permiso para el uso turístico, los vecinos calculan que hay entre 800 y 1.000 ilegales. Para Manuel, el piso ilegal de su edificio representa haber tenido que cambiar el interfono, que sufre por el mal uso de inquilinos borrachos, o haberse quedado sin ascensor, ya que el que tiene no está preparado para cargar maletas y ya no puede pagar más reparaciones.
Un encuentro tenso
Las protestas de los últimos días no están impulsadas por el movimiento vecinal tradicional –que lleva años denunciando el modelo turístico–, aunque participa en ellas, sino por un grupo de vecinos que se ha autoorganizado a través de un grupo de Facebook. Por eso las concentraciones tienen una composición especialmente variada, y también la reunión con la concejala en el Centro Cívico de la Barceloneta. Las reivindicaciones también son diversas –algunos reclaman más policía, otros responsabilizan las inmobiliarias, …– y se expresan en un ambiente tenso, en el que los vecinos se gritan cuando están en desacuerdo y, sobre todo, gritan cuando habla Homs. Se encuentra, sin embargo, un punto de consenso: la abolición de los pisos turísticos.
“Yo persigo lo mismo que perseguís vosotros”, intenta mediar la concejala, pero es interrumpida enseguida por gritos de indignación. Homs explica las medidas que ya ha anunciado a los medios de comunicación, pero lo que quieren los vecinos es que escuche sus demandas. “No queremos más datos sobre cuántos policías o agentes cívicos pondréis, queremos la abolición de los pisos turísticos”, le dice Fernando, uno de los impulsores de las protestas, que apunta que seguirán mientras no haya una respuesta del Ayuntamiento.
¿Y por qué piden el cierre de todos los pisos turísticos, también los legales? “Si permitimos que haya legales ustedes harán legalizar lo ilegalizable, por eso no queremos ninguno”, dice Amanda. En cambio reclama “alquileres asequibles para los que realmente amamos y respetamos este barrio”. Una de las propuestas que ponen sobre la mesa es precisamente convertir los pisos ilegales en viviendas de protección oficial.
Ante los casos de pisos ilegales denunciados que han seguido funcionando después de pagar una multa, Homs admite que habrá que ser más contundentes. En cambio, con respecto a la demanda de retirar las licencias existentes, asegura que lo estudiarán, pero no confía en ello y apunta que “retirar licencias concedidas por el Ayuntamiento no es fácil, porque implica un proceso y pago de indemnizaciones”.
Pisos cerrados
Durante la reunión un vecino mostró que las protestas estaban teniendo efectos. “Hoy me he quedado sin trabajo para que el propietario de los tres pisos turísticos de los que hacía mantenimiento ha dicho que los cierra”, dijo Jordi, que reivindicó el papel de los turistas como “pequeños inversores”, pero entonces la masa se ha levantado con gritos. Los vecinos que se mueven contra los pisos están afectados por la mala situación económica y no se creen el discurso que el turismo los beneficie, sino que están convencidos de que sólo beneficia a unos pocos.
En cambio, hay quienes llevan informes y bajas médicas y explican cómo afecta a su estado de salud el hecho de no poder dormir por las noches. “La invito a que venga a pasar una noche conmigo para ver qué es esto, que tengo un hermano portuario que trabaja de noche y hace tres semanas que no puede dormir por el ruido”, le dice una vecina a la concejala. También hay quien pregunta qué plan tienen para proteger a los vecinos cuando empiecen a llegar embarcaciones de lujo una vez acabe la reforma del puerto, la otra gran lucha del barrio.
Finalmente, Sergio lee una lista de reivindicaciones para dar respuestas concretas a algunos de los problemas del Barceloneta, y apunta que tampoco quieren que el problema se traslade a otro barrio. A la concejala Mercè Homs le piden “al menos un compromiso” en relación a las propuestas. “El compromiso es estar aquí y estudiar todas las medidas que se han propuesto”, responde. Mientras, parte de los presentes ya se levantan indignados con el compromiso genérico y a la salida la esperan con gritos de “¡Dimisión!”. Este sábado siguen las protestas.