Desafío a la prohibición de las estufas de gas en las terrazas de Barcelona: “Muchos no las retirarán si no hay inspecciones”
Barcelona es desde el pasado 1 de enero una de las pocas ciudades de España en las que está prohibido calentar con estufas de gas la terraza de un bar o un restaurante. Pero aun así, pasados diez días del inicio del veto, todavía son muchos los locales que mantienen el mismo sistema de calefacción, ajenos a la normativa municipal.
El desafío a la ordenanza del Ayuntamiento que prohíbe las estufas de gas es manifiesto en un paseo por cualquiera de las calles con mayor densidad de terrazas. En Rambla de Catalunya, las llamas decorativas de estas estufas siguen formando parte del paisaje habitual. Lo mismo en la paralela Enric Granados, otra de las que aglutinan más locales.
Nicolás Sergio, del restaurante La Lolita Bar de la Rambla de Catalunya, muestra las dos estufas de gas en el interior del establecimiento que mantiene aparcadas desde Nochevieja. “Las compramos en septiembre, por 430 euros cada una. Nadie nos había avisado de que habría el cambio de normativa”, se queja este hostelero, que asegura que se enteró de la prohibición a mediados de diciembre por la prensa.
Desde entonces, adquirió seis estufas eléctricas, que sí están permitidas, para calentar las ocho mesas de su terraza. Pero se lamenta de que los demás restaurantes no cumplan. “La mayoría siguen calentando las terrazas como siempre. Y no retirarán las estufas hasta que el Ayuntamiento no se ponga serio y no haga inspecciones o multas”, concluye.
Por ahora, el consistorio no se pronuncia sobre los incumplimientos y se muestra comprensivo con el sector. “Al principio de medidas como esta, los afectados siempre tienen que hacer ajustes. El Ayuntamiento es consciente de ello y valora el esfuerzo que están haciendo”, señalan fuentes municipales. Desde el Gremio de Restauración de Barcelona han declinado hacer valoraciones de la aplicación de la norma.
La prohibición de las estufas de combustión al aire libre, debido a las emisiones de CO2 que provocan, es algo conocido en Barcelona desde 2018, cuando se aprobó la actual ordenanza que regula las terrazas. Esa normativa ya fijaba 2025 como fecha límite para su eliminación. De esta forma, desde el pasado 1 de enero no está permitido su uso, aunque sí se pueden emplear estufas eléctricas de máximo 150 MW/m2.
De hecho, Barcelona no es ni siquiera la única ciudad en España que aplica esta medida. León han comenzado también este 2025 con el veto. Y Madrid ordenó su retirada para 2024, pero diez días antes de que entrara en vigor el Tribunal Superior de Justicia de Madrid (TJSM) decretó su paralización al considerar que la ordenanza no iba acompañada de un estudio sobre el impacto de emisiones de CO2 de este tipo de calefactores.
El cálculo de estas emisiones para una ciudad como Barcelona, que cuenta con 6.500 terrazas de bar, se desconoce, en parte debido a que el Ayuntamiento no tiene registrado si disponen o no de estufa. A día de hoy, una bombona de butano, que son las que alimentan mayoritariamente estas estufas, emite unos 37 kg de CO2, según datos de la Generalitat.
“Cualquier estufa en la calle debería estar prohibida, es un gasto energético fácilmente evitable si queremos contribuir a reducir las emisiones de CO2”, señala Joan Grimalt, investigador de Química Ambiental en el CSIC. Este investigador advierte además que el cambio a estufas eléctricas tampoco reduce la contaminación si la producción de esta energía no de fuentes renovables.
De forma parecida se expresan desde ‘Renovem-nos’, colectivo que defiende el uso de energías renovables en Catalunya. “En general, electrificar consumos fósiles es un primer paso; hacerlo con fuentes renovables sería el siguiente”, apuntan. Pero añaden que igualmente “150 w/m2 multiplicados por el número de m2 que hay de terrazas en Barcelona dé probablemente una cifra astronómica”.
La opción de estufas de bioetanol
En un recorrido por las terrazas céntricas barcelonesas, algunos responsables de establecimientos admiten que no cambiarán las estufas hasta que se lo diga directamente alguien del ayuntamiento. Otros ponen como excusa que existe un convenio vigente con el consistorio para amnistiarlas durante unos meses más, aunque no es cierto.
También los hay que han solicitado al consistorio alargar su uso al menos este invierno mientras las mantienen guardadas en el trastero. Es el caso del restaurante Andreu Gastronomía, en la misma Rambla de Catalunya. Alquilaron dos estufas en noviembre para pasar la temporada de frío –algo habitual también– y al poco tiempo se encontraron con la prohibición. “Desde oficinas hemos pedido alargar su uso, estamos pendientes”, señala la dependienta Maite Matamoros.
Además de la opción de las eléctricas, otra alternativa que han empleado algunos establecimientos son las estufas que queman metanol o bioetanol, pensadas inicialmente para interiores. “Nosotros abrimos hace un año y como ya conocíamos la nueva normativa, decidimos comprar las de metanol”, señala Francis, de la cafetería Faborit, contrariado también porque sus colegas mantienen el gas a pesar de todo.
Esta opción no está contemplada en la ordenanza. Y ante su proliferación, de la que ya hay constancia municipal, el Ayuntamiento ha decidido encargar un informe para evaluar su impacto, según ha informado a elDiario.es. Los expertos consultados aseguran que el bioetanol en principio es de emisiones neutras, pero el metanol, no.
En la calle Enric Granados, con terrazas más reducidas que en la Rambla de Catalunya, se mantienen también unas cuantas de las estufas de gas. Jordi Badia, del colectivo vecinal SOS Enric Granados, se muestra también convencido de que no habrá cambios hasta que el consistorio no les obligue con las inspecciones. “En el barrio en general los que las ponían antes, las siguen poniendo, porque saben que hay impunidad hasta que la Administración se ponga seria”, constata.
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