¿Cómo se celebra un 15 aniversario?
Con música, y se celebra cuando ves que llegas con buena salud y en buen estado, sino ni te lo planteas. Han sido 15 años duros de trabajo pero estamos bien posicionados, era un buen momento para por lo menos poder decir que habíamos llegado a los 15. No hacemos nada especial, pero sí hemos querido tener un guiño al programar The Strokes que también hacen 15 años de su primer disco y nunca habían estado en el festival.
¿Qué conciertos que no te perderás de esta edición?
Por ejemplo el de Roedelius, no lo he visto nunca y tengo un respeto muy grande hacia los clásicos y artistas de culto. También algunos de los grupos que empiezan y están en el Primavera Pro como los surafricanos Wittenberg que son muy curiosos y bailables y a Patti Smith a quien escucho desde muy niño por mis hermanos.
Háblanos del cartel de este año, ¿hacia dónde apunta?
Cada año se intenta buscar aquel punto de “hacia dónde vamos”, pero los carteles son bastante amplios y diversos. Siempre hay grupos de culto, conocidos o no, y que son referentes históricos importantes para nosotros. También estilísticamente nos gusta mucho tener grupos de nueva generación. Provocar que alguien conozca grupos con nosotros es muy importante. Cada edición vamos añadiendo alguna tendencia que antes aparecía poco como el world music o el hip hop junto con toda la diversidad de estilos que podemos alrededor del pop y el rock.
¿Qué artistas como Waits, que no actúa en festivales, o Bowie, que tuvo un infarto el año que iba a venir, te gustaría traer?
No sé si es por edad o qué pero me hacen ilusión las reuniones de grupos que no pudimos ver en nuestro momento o que los vimos en malas condiciones. A ver si se juntan Talking Heads o The Smiths, siempre piensas en si pudiera pillarlos! Ahora son grupos inexistentes.
¿Cuál es tu momento musical favorito de estos 15 años?
¿Uno sólo? El concierto de White Stripes en el Poble Espanyol fue mítico con un diluvio incluido y con el público sin irse; o Sílvia Pérez Cruz el año pasado que fue mágico...
Cuando en un festival vemos áreas habilitadas para niños, ¿quiere decir que ha llegado a un punto de madurez sospechosa?
Desde hace ya ocho ediciones que tenemos un área para niños y lo afrontamos con toda naturalidad. Hay un público que ha crecido y tiene familia y quiere vivir el festival junto a sus hijos. Hay una programación específica para niños pero al fin y al cabo son los mismos artistas que están tocando en los escenarios del festival. No quiere decir que el público se haya hecho mayor, sino que abarcamos una gran franja de edades.
¿No os da miedo que todos los festivales de Barcelona al ampliar sus espectros musicales se acaben pareciendo?
Siempre se ve una personalidad de fondo. No tenemos un subtítulo como festival porque pensábamos que nuestra programación acabaría definiéndonos y aún así a veces nos cuesta definir cuál es nuestra línea. Sin embargo, en la calle la gente dice de algunos artistas que son muy Primavera... Es cierto que en el ADN central siempre estuvo la música electrónica, el pop y el rock más underground, pero siempre hemos ido cruzando estilos, desde new age a música contemporánea o jazz... Se identifica muy bien la personalidad de programación del Primavera, es una de las cosas que internacionalmente se reconoce.
Tenéis que convivir en una ciudad de Festivales...
Pocas ciudades del mundo tienen dos festivales del tamaño del Primavera y del Sònar. Festivales urbanos de este volumen y dimensiones hay muy pocos. Con el Sònar no coincidimos mucho en programación, cada uno tiene su personalidad y ambos hemos traspasado fronteras y se nos reconoce fuera. Hemos tenido la ambición de ir agregando cosas, no adormilarnos haciendo siempre lo mismo para evolucionar. Entre nosotros hay muy buena relación y en ocasiones hemos ido juntos de la mano.
Cuéntanos sobre el Primavera Pro que parece oculto por el magma de conciertos...
Luchamos para ampliar los fondos del Ayuntamiento para darle mayor proyección internacional y acabar consiguiendo una importante feria en Barcelona. Hemos crecido poco a poco y este año nos trasladamos al MACBA. El año pasado entre medios de comunicación y profesionales hubo unas 2.600 personas y este año hemos agregado dos congresos internacionales –sobre salas de conciertos y sobre sellos independientes–. Buscamos ser un foco de difusión en la línea de mercado con showcases de grupos y de divulgación con charlas que discuten aspectos de la música en vivo o desde el punto de vista formativo. Casi cada país tiene su mercado donde hacer difusión de sus artistas, a nivel mundial el más importante es el South by Southwest de Austin con 13.000 profesionales; en Europa, está el holandés Eurosonic con 4.000 profesionales, pero sólo trata mercado europeo. Faltaría un punto de encuentro internacional y ese es el lugar que queremos ocupar nosotros. Nuestro punto fuerte es la conexión latinoamericana y la estamos potenciando.
Nombra algo malo que le haya sucedido al festival
La subida a 21% de IVA es lo peor que ha ocurrido de largo. Ha sido tremendo no sólo para nosotros sino para muchos compañeros, algunos se han visto obligados a desaparecer. En el sector de la música siempre hemos jugado con unos márgenes muy pequeños. Vendiendo todo estás entre un 10% y un 7% y si ponen un 13% más de IVA se desmontan todos los números, más en un momento en que no puedes subirlo al público final por la crisis. Lo que intentas es comértelo y rebajar costes con mucho riesgo. Ha sido peor el efecto IVA que la crisis en sí. Nosotros salvamos el efecto crisis con mucho público de fuera, la marca estaba fuerte.
¿Qué relación tenéis con el Ayuntamiento de Barcelona?
Hay una comunicación fluida aunque hay cosas que son muy complicadas por su burocracia interna para un festival como el Primavera que toca tantas partes: seguridad, espacios públicos... Estaría bien que hubiera un estamento como tienen en cine con el Barcelona Plató que ayuda a gestionar. Por otro lado, casi toda la aportación económica que recibimos la dedicamos a Primavera a la Ciutat y a Primavera Pro, que son actividades que no subsisten solas económicamente y son una aportación que hacemos a la ciudad o al sector empresarial de Cataluña.
¿Hoy día los festivales han de tener un punto de transversalidad para seguir creciendo?
Nos sale de una forma natural al estar dentro de la escena musical y ver que con las posibilidades que tienes puedes aportar algo. Por ejemplo, cuando vimos que venían muchos profesionales al festival sobre todo a descubrir nuevas bandas, decidimos llevar adelante el Primavera Pro. O con el Segell, nuestra discográfica, que también vino dado al haber bandas que se sentían cómodas con nosotros y que querían sacar disco.
¿Qué hemos de esperar del Primavera del futuro, que siga creciendo en público, en escenarios...?
A veces una de las cosas que tenemos que hacer es frenarnos, pues cada año nos embarcamos en nuevas actividades. En cantidad de público ya estamos en nuestros números, cincuenta mil y pico, que está muy bien para el tamaño del festival. Pero nos gustaría que el Pro creciese y tuviese algún congreso más de mánagers, de promotores; que haya actividades que conecten con el mundo visual; y que de los conciertos de cara al público cada año se añadan sorpresas fuera del cartel como en el Hidden Stage del año pasado con actuaciones inesperadas...
Tenéis Primavera als Bars, a la Ciutat, el Pro... ¿y este año?
Este año vamos con Primavera als Barris y sus conciertos en los casales, buscábamos un doble juego: poner en valor el trabajo de estos casales y acercarnos a los barrios y a la ciudad. Extenderse en parques, en clubs, en bares, en el tejido urbano, siempre ha sido una de las ideas del Primavera
¿Ser cultura de exportación de la ciudad es formar parte de la marca Barcelona?
A veces hay discusión sobre qué es marca Barcelona y si es positivo o negativo... Para nosotros es tan sencillo como que nos gusta la ciudad donde vivimos, nos gusta tener el festival aquí y extender las actividades por la ciudad, no nos cuestionamos si somos marca Barcelona. ¿A veces nos pueden utilizar? Nosotros simplemente hacemos nuestro trabajo y nos gusta que la gente que viene también pueda vivir la ciudad, es idóneo para un festival que conjugue ambas cosas.
Un 40% del festival es público extranjero, ¿afecta al precio o al cartel?
Durante un periodo bastante largo la gente puede aprovechar un precio tirado de entrada por lo que no estamos jugando a precios europeos. En Inglaterra los festivales están a unos 300 € y nosotros estamos muy por debajo. A nivel programación tampoco, saciamos la curiosidad del público de aquí, que no sólo quiere ver a los artistas de su país sino tener una ventana para ver a artistas que de otra manera no vería en Barcelona. También nos interesa tener un público de fuera pues en estos años de crisis nos ha ido muy bien. Ha sido un crecimiento muy natural a partir de llamar la atención en Europa por la programación que hacemos. El Primavera ha encontrado un punto de personalidad, es un lugar donde descubrir a muchas bandas, además de tener un histórico de la música. Podemos decir que hay cosas que se descubren antes en Barcelona que en Inglaterra.
También funcionáis como una plataforma de bandas emergentes...
Tanto grupos de aquí como del extranjero que están emergiendo forman parte de la programación y les servimos para conseguir bolos. Grupos maqueteros están tanto en el festival como sobre todo en el Primavera als Bars o als Barris. Manel nos llegó con una maqueta para uno de los conciertos que hacíamos en el metro y en la siguiente edición ya estaban tocando en el Auditorio. Cuando vemos alguno de esos artistas nos gusta estar ahí.