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Carmen Amoraga fue ayer, por fin, a la luna. Es lo que le decía a Carmen Amoraga su amiga del alma: “¡Ganarás el Nadal, irás a la luna!”. Era un sueño. Un sueño del que había despertado en 2007 cuando fue finalista. Pero esta vez se iba a cumplir algo tan lejano como la luna. Y Carmen, bajo el seudónimo de Gino Paoli y el título falso de Senza fine, alcanzó la luna gracias a La vida era eso, una novela sobre la ausencia del ser querido y sobre las redes sociales que publicará Destino el 4 de febrero. Poco antes, Albert Villaró se convirtió en el nuevo Premi Josep Pla de literatura en catalán con el libro Els ambaixadors, una historia ficcionada a partir de los hechos del 6 de octubre de 1934, hechos que, en la novela, generan una república catalana.
La noche del Nadal (sí, la del día de Reyes, por la noche) el exclusivo hotel Palace de Barcelona vestía las galas que lleva vistiendo cada 6 de enero desde hace ya 70 años. El colofón a los excesos navideños los puso, pues, la liteartura. Están los grandes nombres del panorama literario y cultural español. Vemos a Eduardo Mendoza, Lorenzo Silva, Carme Riera, Sebastià Azamora, Josep Maria Pou, Najat El Hachmi, Joan Barril, Rubert de Ventós...
Tras el aperitivo en la sala principal del Palace, los invitados degustan un menú elaborado por el chef Ludovic Dubois que, como manda la tradición del premio, es interrumpido constantemente para conocer cómo va la carrera de las votaciones entre los cinco finalistas, con la mediática Lídia Heredia en el atril. No puedo seguir, seguiré, de María José Codes, cae en la primera ronda. En la segunda conexión cae Alfredo Quintana Zamora con En el país de las nieves y, en la tercera, se apea de la carrera Manuel Nieto Sil (seudónimo), con su obra Nuestro viejo faro. Sólo resisten Isaac Pérez con el título Nowhere Man, y el (la) enigmático (a) Gino Paoli. Antes de la última interrupción, ya a los postres, Ana María Matute, en su silla de ruedas, toma posiciones en los bastidores del estrado. Ella, historia viva de la literatura, primera premiada en 1944 (con la inmortal Nada) va a conceder el premio.
Y descubrimos que Gino Paoli, esta noche, no ha escrito Sapore di sale sino La vida era eso, y tampoco es italiano, ni cantante ni compositor. Es el refugio nominal de Carmen Amoraga, que ha conquistado al jurado con una historia entrañable y muy actual. “Es la historia de una joven mujer argentina de un pueblo de Valencia a la que su marido, enfermo, poco antes de morir, le pide que escriba sus impresiones en facebook”, explicaría después la autora. Con origen (“sólo eso, el origen”) en la historia de una amiga suya, la obra plantea, además de aspectos como el dolor de la pérdida y la amistad, “no desde un punto de vista positivo, aunque sí esperanzador”, la esencia de la comunicación hoy en día: “Lo cierto es que eahora, a través de las redes sociales, nos comunicamos mucho mñas que nunca por escrito”, dice Amoragas. “La protagonista, que en un principio no le ve la gracia a facebook, acaba encontrando todo el calor humano en esta red social”.
Visiblemente emocionada y nerviosa, la escritora sube a la tarima y se dirige a la selecta concurrencia. El primer agradecimiento, más aún, de reconocimiento, a la venerable escritora barcelonesa. Y a Eduardo Mendoza (presente en la sala), de quien aseguró que “sólo como persona es mejor que como escritor”. Con una chapa en el vestido en defensa de Canal 9, recuerda a su profesor de instituto, Mario, quien le inculcó el valor de la literatura y parte una lanza en favor de la educación: “Nos han recortado derechos que creíamos intocables”, lanza la escritora, “Por eso quiero agradecer a todos los profesores y profesoras porque hacen que nustros hijos e hijas continúen en un aprendizaje consrtante”. Afortunadamente, aun quedan muchos Marios, que luchan contra viento y marea para mantener el interés de los jóvenes por valores en riesgo.
Una república catalana
Poco antes, el que había subido a la tarima es Albert Villaró, arqueólogo y archivero de La Seu d’Urgell, para llevarse la edición 46 del Premi Josep Pla de literatura en catalán con Els ambaixadors, una novela que transcurre mayormente en el año 1949 en una república catalana que se rehace de la invasión de Hitler durante la Segunda Guerra Mundial... “Es una historia de esas que tantas veces nos planteamos de ‘qué habría pasado si...’”, explica el galardonado. Es un ejercicio de novela de historia ficción, fundada en hechos reales. Años antes, en 1934, el general Batet, ante los hechos del 6 de octubre, en lugar de reprimir a los insurrectos, con Companys a la cabeza, tiene la premonición de que los mismos que le ordenan la represión lo van a matar tres años más tarde y... cambia la historia.
Villaró explica que ha tardado ocho años en dar forma a esta novela, en la que no ha habido Guerra Civil y en la que el general Franco no ha gobernado España. Historia ficción que, en principio, nada tiene que ver con la situación actual ya que, para empezar, Catalunya es independiente y republicana desde 1934...
Conociendo un poco más sobre las dos novelas galardonadas, los invitados tardan en abandonar el Palace. En la planta de abajo, como también es tradición, los corrillos se alimentan a base de gin tónics. Es una fiesta. Ha sido la primera fiesta literaria del año.
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