Pòrtic propuso a Montanyà escribir el libro después de la emisión del documental sobre el periodista que emitió Televisión de Cataluña con el objetivo de completar la historia de Xavier Vinader, experto en extrema derecha y crimen organizado, desde “los aspectos más duros hasta los más anecdóticos”, explica el autor en el prólogo.
El libro amplía lo que fue su etapa de formación, desde que era pequeño y descubre que hay muchas cosas que no se explican de la guerra o cuando comenzó su militancia política, primero en bandera roja y luego en el PSUC.
Aparecen fragmentos literales de los encuentros entre Vinader y Montanyà en que el periodista habla de su infancia: “nací en una familia de perdedores de la Guerra Civil, de los que estuvieron al lado de la República y perdieron. En mi casa, del pasado no hablaban”.
El libro dedica páginas enteras a explicar cómo Vinader comenzó a estudiar varios grupos de extrema derecha. Primero trabajó para la prensa del movimiento, después entró en la revista Searchlight, especializada en extrema derecha y racismo, donde conoció a Stieg Larsson que era el corresponsal de la publicación en Suecia. No falta el período en que se exilió, sus misiones especiales en China o cuando escribió sobre la IRA en Irlanda.
Montanyà comenzó a escribir el libro cuando Vinader aún vivía y era conocedor del proyecto. “Le hizo ilusión y me dijo que podríamos explicar más los escenarios”, comenta el autor, que estuvo en contacto con Vinader hasta que murió a causa de una neumonía el 9 de abril.
Explica que Vinader siempre decía que el “periodismo de investigación no había muerto, pero que estaba en la UCI con respiración asistida ”. Montanyà añade sobre el periodismo actual: “el caso Vinader también es el embrión de una actitud estatal que reprime a la prensa de izquierdas que está haciendo un trabajo que el estado no le interesa”. A Vinader le gustaba estar en contacto con mucha gente, pero también con gente joven involucrada en medios alternativos. Siempre demostraba entusiasmo por los nuevos proyectos.
Un reportero de raza
Xavier Vinader comenzó a hacer periodismo militante en la clandestinidad. Siempre decía: “hago periodismo porque considero que en un momento determinado una pluma o una máquina de escribir puede ser tan útil como un arma para hundir una dictadura”.
Vinader adquirió este compromiso muy rápido. Era alumno de los claretianos de Sabadell y uno de los profesores que más le marcaron en una determinada edad era Pere Casaldàliga, que entonces era un joven misionero que después llegó a ser obispo en Brasil y un referente de la teología de la liberación. El padre Casaldàliga se rodeó de un grupo de chicos, Vinader era uno de ellos, a los que comenzó a inculcar las ideas contra la injusticia, la solidaridad y una determinada actitud de lucha.
Consideraba que “en esta tarea siempre estás caminando por encima de la hoja de un cuchillo”. Una vez le explicaron que los GAL habían montado una operación para secuestrarlo, cuando vivía exiliado en París. En casa de sus padres, pusieron una bomba; un grupo de extrema derecha asaltó su casa.
Era consciente de que hacer este tipo de periodismo, por ejemplo como enviado especial en una zona de conflicto en guerra, el miedo era inherente. Era un riesgo que había que correr, pero siempre pensando que el riesgo iba de la mano con este tipo de especialidad periodística.
No conocía sus enemigos. Xavier Vinader procuró por la vida haciendo amigos y los encontró, tenía muchos. Incluso tenía amigos de extrema derecha, un terreno espinoso que había tocado y denunciado en numerosas ocasiones.
En los últimos años Vinader se había vuelto una poco escéptico, la edad y los años de profesión influyen. Pero nunca perdió la ilusión. Si lo hubiera hecho, no habría aceptado este trabajo.