Una asamblea el 28 de febrero de 2015 daba el pistoletazo de salida a uno de los movimientos sociales con más actividad en los últimos años en Catalunya, conocido como el movimiento de las batas blancas. Nacía la Marea Blanca de Catalunya con el objetivo de defender un sistema nacional de salud, de calidad y de acceso universal. Previamente más de 40 entidades habían firmado el manifiesto “Por el derecho a decidir sobre nuestra salud y el sistema sanitario de Catalunya”, el documento central de esta organización.
Este sábado se ha celebrado la segunda asamblea general de Marea Blanca en Catalunya para conmemorar el primer aniversario de este movimiento y fijar las líneas generales con las que se quiere seguir esta lucha.
Esta plataforma nacía del esfuerzo de confluir luchas de distintos colectivos que se habían aglutinado desde 2011 bajo el paraguas de la Plataforma por el Derecho a la Salud (PDS). En aquella primera plataforma llegaron a adherirse 33 organizaciones como el CAPS (Centro de Análisis y Programas Sanitarios), la FoCAP (Foro Catalán de Atención Primaria) o Dempeus per la Salut Pública que se habían juntado para dar respuesta a los primeros recortes en el sector sanitario, al intento del euro por receta del ejecutivo catalán y al decreto español de 2012 que limitaba el acceso universal a la atención sanitaria.
“La PDS era un intento muy centrado en Barcelona y consistía en ver cómo podíamos unir todos estos movimientos que luchaban por la defensa de la salud”, explica Enric Feliu, miembro de Marea Blanca Catalunya. “Pero unos años más tarde nos dimos cuenta de que había que dar un paso adelante”, añade. De esta forma en septiembre de 2014 se redactaba el manifiesto “Por el derecho a decidir sobre nuestra salud y el sistema sanitario de Catalunya”, que marcará después la línea ideológica de la organización. “La Marea Blanca nace por la confluencia de dos cosas, por un lado la idea compartida entre varias organizaciones de hacia dónde queremos ir y después por la necesidad de coordinarnos para hacer un esfuerzo más allá de las luchas particulares”, explica Feliu a Catalunya Plural.
Fue el 28 de febrero de 2015 durante una sesión del Parlamento Ciudadano en la Facultad de Medicina de la Universidad Central en Barcelona. Uno de los grandes triunfos de esta organización fue la capacidad para absorber bajo una misma plataforma más de 70 entidades y 300 personas. “La Marea Blanca ha tenido importancia sobre todo en aglutinar esfuerzos, gente distinta con intereses comunes”, explica Jordi Mir, director del Centro de Estudios sobre Movimientos Sociales (CEMS) de la Universidad Pompeu Fabra (UPF).
“El punto de encuentro en el que se llega entre varias movilizaciones que tienen intereses diferentes es el de decir: somos gente distinta pero nos tenemos que apoyar unos a otros”, enfatiza Mir.
La Marea Blanca de Ponente i Pirineus
Antes de la Marea Blanca en Catalunya ya existía la Marea Blanca de Ponent i Pirineus, el paraguas que sumaba los esfuerzos de ciudadanos y trabajadores de la provincia de Lleida que luchaban por el sistema sanitario. De hecho, esta organización tomó forma hace dos años, cuando el gobierno catalán decidió impulsar el proyecto de la creación del Consorcio Sanitario de Lleida.
“El inicio de la Marea aquí parte del 15M y surge del grupo de trabajo de sanidad, y poco a poco va desarrollándose”, explica Gerard Sala miembro de Marea Blanca de Ponent i Pirineus.
La lucha para detener el Consorcio fue grande y reunió a personas de todo el territorio, incluso se consiguieron más de 38.500 firmas a favor de detener el proyecto. “Esto evidenciaba que había una voluntad de generar un debate ciudadano y significaba un rechazo a las políticas empujadas por el gobierno”, explica Sala a Catalunya Plural. De hecho, este sábado hacía dos años de la asamblea donde se decidió impulsar la lucha contra el consorcio.
Finalmente, en febrero de 2015 y pocos meses antes de las elecciones, el gobierno dio marcha atrás y detuvo el proyecto, un resultado que significaba un triunfo para este movimiento ciudadano. “En las manifestaciones, sobre todo en la segunda y la tercera, vino gente de fuera, allí se visibilizó que el modelo sanitario catalán era igual en todo el territorio, que afectaba a todo el mundo. Este análisis compartido fue el que unió fuerzas”, explica Sala, que piensa que el triunfo de esta lucha fue uno de los hechos que ayudó a la Marea Blanca Catalunya a surgir.
La importancia de un manifiesto
“Redactar el decálogo sobre el servicio nacional de salud nos dio la línea ideológica”, explica Enric Feliu, miembro de Marea Blanca Catalunya. Un documento que en 10 puntos define los lemas bajo los que se aglutinan movimientos sociales de diversa índole con un mismo objetivo; la creación de un sistema nacional de salud. Más allá de las luchas particulares este documento resume las líneas principales con las que todos los colectivos están de acuerdo. Se habla de modelo de atención sanitario público y universal, de asegurar la eficiencia, eficacia y transparencia. De fomentar la participación del personal, potenciar la atención primaria o derogar los copagos, entre otras cosas.
El hecho de elaborar un manifiesto que se convierte en el eje central del movimiento es, según Mir, un procedimiento habitual, que sirve para que se superen los movimientos concretos y poder crear un proyecto colectivo. “Este documento pretende ser un elemento claro de esta nueva realidad que quiere surgir y marca la línea”, explica.
Desde la primera asamblea en 2015 Marea Blanca ha apoyado distintas movilizaciones y los movimientos liderados por la plataforma han sido constantes. Comenzaba una lucha por todos los territorios catalanes contra los recortes y las políticas impulsadas desde el Parlamento de Catalunya. Protestas centradas en centros sanitarios, a CAPs y Hospitales, movimientos en las calles, contra los cierres de servicios, plantas, quirófanos, por las listas de espera y por la pérdida de calidad y de derechos laborales. “Marea Blanca ha tenido gran incidencia en luchas particulares para evitar despidos y cierres. Esto no es tan visible como las grandes movilizaciones, pero han conseguido cosas que a nivel local pueden ser muy importantes, como es el caso de la lucha en Lleida para evitar el Consorcio Sanitario”, explica Mir.
De hecho, según este experto en movimientos sociales, es difícil mantener las movilizaciones, ya que van muy ligadas, explica, a momentos concretos. “Es difícil saber cuándo durarán, si un cambio de gobierno puede llevar a políticas diferentes es posible que fruto del agotamiento la movilización no vaya a más”, explica Mir. “No estamos ante un actor como la PAH (Plataforma de Afectados por la Hipoteca) que trabaja constantemente para la movilización porque tienen un objetivo concreto muy claro, en este caso la Marea Blanca tiene toda una lista de objetivos y quienes se movilizan no son activistas sino más bien afectados”, explica. Esto hace que pueda ser más difícil mantener la movilización en activo o organizar grandes acciones.
La lucha en la calle
Enric Feliu recuerda como uno de los grandes días la manifestación del 14 de noviembre en Mataró por la defensa del centro Sant Jaume. En aquella ocasión los manifestantes, 700 personas venidas de todo el territorio, pedían que no se hiciera el traslado de 40 camas de convalecencia del centro Sant Jaume en el Hospital de Mataró, porque supondría perder 40 camas de agudos del Hospital. “Ese día había presencia de todos los colectivos locales y territoriales, fue importante que la gente aceptara desplazarse, porque entendían que esta lucha era también su lucha”, relata Enric.
“Debemos entender que cuando cierran un CAP en una comarca esta es también nuestra lucha”, puntualiza. Destaca también las movilizaciones en contra del proyecto del big data sanitario, el VISC +, y recuerda el acto que organizaron en septiembre en la Universidad de Barcelona para hablar de ello.
Otra de las acciones destacadas fue la cadena humana que rodeó de la mano de 1.500 personas el hospital Vall d'Hebron el 17 de mayo del año pasado. Exigían un sistema nacional de salud catalán, de calidad, universal, público y pedían, como habían hecho en otras ocasiones, la dimisión del conseller de salud, Boi Ruiz.
Visto en perspectiva, Enric Feliu está satisfecho con lo que han conseguido. “El hecho de establecer un conseller que no sea Boi Ruiz ya es una victoria”, dice. “El primer éxito ha sido poner en sede parlamentaria estos defectos o problemas de los que nos quejábamos en la calle. Es un éxito que estemos en marcha, había muchas dudas, estamos vivos y nos respetan desde ámbitos políticos”, añade. Por otro lado anima a más gente a unirse a la lucha porque dice que “hay que defender la salud porque es la primera calidad que tenemos como personas”. “Sin salud estaríamos desaparecidos”, reflexiona para terminar.