Catalunya Opinión y blogs

Sobre este blog

La portada de mañana
Acceder
Israel no da respiro a la población de Gaza mientras se dilatan las negociaciones
Los salarios más altos aportarán una “cuota de solidaridad” para pensiones
Opinión - Por el WhatsApp muere el pez. Por Isaac Rosa

Una empresa de Barcelona organiza un sorteo cuyo premio gordo es un puesto de trabajo

Tomeu Ferrer

Barcelona —

No es un remake de la película Danzad, danzad, malditos, donde con el trasfondo de la Gran Depresión cientos de personas se someten a un inhumano maratón de baile para ganar 1.500 dólares. Es en la Barcelona actual donde una empresa, KitKat Krisis, sortea una particular cesta de Navidad cuyo obsequio más llamativo es un puesto de trabajo. Es el premio gordo de entre varios regalos que, entre todos, suman 110.000 euros, y que incluyen desde electrodomésticos o vehículos hasta el pago de tres años de hipoteca o de suministros básicos. El sorteo lleva por nombre La ilusión de mi vida.

El puesto de trabajo que se sortea es fijo, según informa la compañía que ha iniciado la promoción. Se trata de un trabajo indefinido, con un salario que oscilaría entre 900 y 1.600 euros mensuales. KitKat Krisis afirma en su publicidad que la empresa donde pasaría a trabajar el afortunado sería la compañía de comercialización de jamones Enrique Tomás.

Pero en cuanto a las condiciones de trabajo, si se leen las bases del sorteo con más detenimiento, quizá no es para tanto: el trabajo fijo está sujeto a un período de prueba de dos meses y el salario está relacionado con el puesto de trabajo que se le asigne. Tal y como consta en el documento, “el agraciado” -que puede ceder su oportunidad a algún familiar- deberá aportar su currículo, y después será la empresa quien determine “la categoría que mejor se ajusta a sus capacidades”.

Otros premios: los estudios o la alimentación

Además del puesto de trabajo, la cesta que sortea KitKat Krisis tiene otros obsequios, como un coche, una moto, viajes y diversos productos electrónicos. Pero también los hay que, como con el trabajo, van destinados a garantizar necesidades básicas: tres años de alimentación pagados (por 7.200 euros), los gastos de agua, luz y gas (3.600 euros) o incluso los estudios para dos hijos (a razón de 100 euros al mes) o un seguro médico familiar (valorada en 2.400 euros). Y uno de los más valorados es el pago de tres años de hipoteca o alquiler (18.000 euros).

En todos estos casos, los ganadores no podrán disfrutar de forma limpia del premio, porque tendrán que pagar tasas valoradas en el 21% del totao, es decir, que entre todos deberán abonar 23.000 euros, según declaraba Jaume Mas, de la empresa promotora.

El sorteo se realiza en colaboración con el centro comercial Diagonal Mar, situado precisamente en una zona de Barcelona con importante problemática social, junto al barrio del Besòs. La rifa supondrá poner a la venta 100.000 boletos de 5 euros, lo que de venderse todos los números daría a los organizadores un beneficio de 390.000 euros. Pero no cuentan con repartir tantos. Los promotores esperan colocar unos 70.000 boletos, el doble de lo que vendieron en otro sorteo del año pasado.

CCOO: “Juega con la desesperación de la gente”

La curiosa cesta está vinculada a la rifa del Niño, que se hace tradicionalmente el 6 de enero. Pero su publicidad ha atraído críticas, porque el caso tiene una clara dimensión moral. Dolors Llobet, portavoz de la Comisión Obrera Nacional de Cataluña tacha el caso de “ocurrencia estúpida”. Considera que el sorteo de un puesto de trabajo en una situación en la que en España hay más de 6 millones de parados es “jugar con la desesperación de la gente”. El sindicato, además de mostrar su opinión, ve difícil tomar medidas para detener la operación. Lo que sí tiene claro es que hay que desmontar “las pretendidas razones sociales bajo las que se escuda este negocio”. Lo dice porque en la publicidad se habla de aspectos como asumir las facturas de luz y de agua durante un año si toca el premio.

Como en la película de Sydney Pollack, lo que empieza presentándose como un espectáculo para distraer a la gente, un concurso de baile donde quien más tiempo aguanta obtiene un premio económico, acaba mostrando una multitud morbosa que se distrae contemplando el sufrimiento de las parejas que día y noche, sin comer ni beber, pugnan por el premio-cebo propuesto. Con la gran Depresión como telón de fondo.

No es un remake de la película Danzad, danzad, malditos, donde con el trasfondo de la Gran Depresión cientos de personas se someten a un inhumano maratón de baile para ganar 1.500 dólares. Es en la Barcelona actual donde una empresa, KitKat Krisis, sortea una particular cesta de Navidad cuyo obsequio más llamativo es un puesto de trabajo. Es el premio gordo de entre varios regalos que, entre todos, suman 110.000 euros, y que incluyen desde electrodomésticos o vehículos hasta el pago de tres años de hipoteca o de suministros básicos. El sorteo lleva por nombre La ilusión de mi vida.

El puesto de trabajo que se sortea es fijo, según informa la compañía que ha iniciado la promoción. Se trata de un trabajo indefinido, con un salario que oscilaría entre 900 y 1.600 euros mensuales. KitKat Krisis afirma en su publicidad que la empresa donde pasaría a trabajar el afortunado sería la compañía de comercialización de jamones Enrique Tomás.