El diplomático Ernest Urtasun encabezará la candidatura europea de ICV, encuadrada dentro de la Izquierda Plural. A pesar de sólo tener 32 años tiene una amplia experiencia laboral y política relacionada con Europa. Licenciado en Ciencias Económicas por la UAB, con un post-grado de Relaciones Internacionales en la UB, es diplomático de carrera. Ha desarrollado diversas responsabilidades en el Ministerio de Asuntos Exteriores, la última de las cuales fue la de consejero diplomático del Secretario General de la Unión por el Mediterráneo, organización con sede en Barcelona. Entre 2004 y 2008 fue asesor de Raül Romeva, a quien sustituirá como eurodiputado de ICV tras las elecciones del 25 de mayo.
¿Cuál es su programa sintético ahora que asumirá la tarea de eurodiputado?
Lo resumiría en tres ideas. La primera es cambiar la mayoría política que ha gobernado en Bruselas en los últimos años. Esta mayoría la han formado PP y socialistas, que se han repartido todos los cargos y han votado conjuntamente todas las políticas. Martin Schulz, el candidato socialista a la Comisión, ha sido presidente del Parlamento Europeo con los votos de los populares. Fue un intercambio de cargos. Cambiar esto nos debe servir para dos cosas más: Por un lado, redemocratitzar la Unión Europea, volver a poner el Parlamento Europeo en el centro del sistema de decisiones, contrariamente a lo que ha pasado en los últimos años, en que se le ha marginado de muchas de las decisiones tomadas. Por otro lado, cambiar las políticas económicas, y tratar de ir, como ha propuesto la Confederación Europea de Sindicatos, a un plan de inversiones paneuropeo que rompa con el austericidio que se está reproduciendo en cada uno de los países miembros. Y aparte seguir defendiendo una agenda ambiental y de igualdad de género potente, como siempre hemos hecho –y más concretamente Raül Romeva– estos últimos años.
En teoría, el Parlamento Europeo debería haber asumido más funciones después de que se aprobara el Tratado de Lisboa. ¿Qué ha pasado?
Es una paradoja. Es verdad que el Tratado de Lisboa le da más competencias que nunca, pero, en esta legislatura, hemos tenido el Parlamento Europeo políticamente más marginado de la historia. Lo que ha pasado con los rescates bancarios, las grandes decisiones y con la actuación de la Troika es que todo lo han decidido los gobiernos, fuera del control parlamentario y, en muchos casos, fuera, incluso, del propio marco jurídico del Tratado de Lisboa. Uno de los retos de la izquierda es defender la institución del Parlamento Europeo y que sea él quien tome todas las decisiones.
A menudo vemos que el Parlamento Europeo aprueba mociones que después la Comisión Europea no aplica o, directamente, hace lo contrario.
Es importante que en el Parlamento Europeo haya una mayoría de izquierdas, que vaya de los socialistas, la socialdemocracia, los Verdes a la izquierda unitaria, que defienda la institución y se plante ante determinadas actuaciones. Por ejemplo, es obligatorio que el presupuesto de la Unión Europea pase por el Parlamento. Sin el voto del Parlamento, no hay presupuesto. El Parlamento hizo una propuesta de presupuesto que los gobiernos diluyeron muchísimo en el Consejo Europeo y al volver al Parlamento debería haber plantado. Debería haber dicho que era un presupuesto de austericidio, de recortes –que era la primera vez que bajaba en la historia de la Unión– y que no lo quería.
Los sondeos indican que seguirá habiendo dos grandes grupos en Europa: populares y socialistas. ¿En estas condiciones, confía en que se puedan hacer cambios en esta dirección?
Interpelaremos a Martin Schulz y los socialistas sobre si quieren seguir con la gran coalición con el PPE o si quieren construir una mayoría alternativa con las izquierdas. El grupo de los Verdes y el de la Izquierda Unitaria, que, ahora mismo, representan casi un centenar de eurodiputados de los 750 de la Cámara, están dispuestos a hacerlo. Martin Schulz quiere ser presidente de la Comisión. ¿Lo quiere ser con los votos de la derecha, que le han llevado a la presidencia del Parlamento, o quiere hablar con nosotros y construir una mayoría alternativa? Es una cuestión esencial. También para movilizar al electorado de izquierdas, pogresista. Si el electorado de izquierdas no le decimos que queremos construir una mayoría alternativa generamos desmovilización.
¿Y se lo creerán? Son muchos años viendo que Europa nos impone una austeridad que nadie parece poder o querer contradecir.
Nosotros diremos que queremos construir esa mayoría. El gran pacto populares-socialistas que hay en Europa se volverá a producir en la medida en que nosotros tengamos más o menos fuerza. Si Izquierda Unitaria y Verdes somos más fuertes, tendremos más capacidad de condicionar y arrastrar los socialdemócratas hacia esta mayoría. Si somos más pequeños, tendremos más dificultades. Lo explicaremos en campaña: Necesitamos una izquierda verde muy fuerte en el Parlamento para ser capaces de condicionar la socialdemocracia.
Sobre el cambio de las políticas es importante tener en cuenta que la alternativa europea se construye a dos niveles. El primer nivel son las elecciones al Parlamento Europeo pero hay un segundo nivel, que son las elecciones nacionales. Tener una mayoría nueva en el Parlamento Europeo es muy importante como primer paso, imprescindible. Pero no es el único paso que tenemos que hacer. El otro paso es tener voces en el Consejo Europeo, donde se sientan los gobiernos. La alternativa europea se construye con las elecciones del día 25 y, después, cada uno de los países, la izquierda debe ser capaz de ir planteando alternativas. Tenemos la perspectiva de tener un primer gobierno aliado en el Consejo con la más que factible posible victoria de Syriza en las elecciones generales en Grecia, en 2015.
Sin embargo, como eurodiputado no irá al mismo grupo que los representantes de Syriza...
Nosotros formamos parte del grupo de los Verdes, pero trabajamos mucho con Syriza. Y con su líder, Alexis Tsipras, concretamente. Vino a las últimas elecciones al Parlamento a apoyar Joan Herrera. Tenemos gente de los Verdes y de Syriza durante la campaña. Aquí en España, tenemos una coalición con Izquierda Unida, que es una expresión de la izquierda plural. Lo importante es que las dos familias políticas queremos jugar a la creación de esta nueva mayoría.
Aunque el presidente de la Comisión Europea sea de izquierdas, si cada país nombra un comisario, nos podemos encontrar con Shulz de presidente y Luis de Guindos de comisario económico.
Hay equilibrios en muchos países. Hay que negociar con los estados. Por eso decía que la alternativa es a dos niveles: europeo y de los estados. Pero es muy importante que el Parlamento Europeo se plante ante determinadas propuestas de presidente que pueda hacer el Consejo. El presidente de la Comisión será quien negocie con los estados qué tipo de Comisión quiere hacer. Nosotros queremos uno que negocie un tipo de Comisión completamente diferente y con unas políticas determinadas. Después, evidentemente, los gobiernos tendrán su papel y colocarán las personas que quieran.
¿Un presidente de Comisión Europea de derechas sería el desastre definitivo?
Si es para seguir las políticas de Barroso sería muy negativo. Con la Comisión Barroso hemos tenido dos problemas. Uno, que ha sido una Comisión muy conservadora en todo, que ha aceptado e impulsado todas las políticas de recortes y ha liderado la Troika. Y segundo, que no ha defendido el interés europeo y que ha sido sumisa a las decisiones de los Gobiernos.
La Comisión tiene el mandato de defender el interés del conjunto de los europeos pero todos tenemos la sensación de que nadie sabe cuál es el interés europeo y que cada uno mira hacia su lado. Y esto es culpa del presidente Barroso, que no ha sido capaz de ser una voz europea ante los intereses de los Gobiernos. Ha sido el cobrador del frac de determinados gobiernos y del sector financiero europeo.
Hasta ahora, los pocos gobiernos progresistas europeos han aceptado las políticas de austeridad y recortes que les imponían desde el centro. ¿Si la Comisión impulsa una política anti-austeridad, la aceptarán los gobiernos conservadores europeos?
Es un pulso que debemos dar. Europa funciona en base a relaciones de poder. Lo que no puede ser es que todos los gobiernos socialdemócratas se hayan plegado a los intereses del gobierno alemán y de la derecha. François Hollande ha sido una gran decepción y un problema estratégico para la izquierda. Nosotros creímos en su opción, pensamos que un gobierno de un país tan potente como Francia podía haber planteado una alternativa. Sus primeras declaraciones fueron en este sentido pero después se plegó inmediatamente a las políticas de Merkel. La cuestión fundamental es saber si la socialdemocracia quiere seguir haciendo de comparsa de la derecha o no. Es lo que hemos visto en España, Portugal o, ahora, en Francia.
¿Y por qué cambian gobiernos socialdemócratas como el de Hollande?
Es una mezcla de ser poco valientes en plantar cara y la herencia ideológica de lo que ha sido la socialdemocracia en los últimos años. Lleva veinte o treinta años asumiendo los postulados del neoliberalismo. Desde Tony Blair a Zapatero nadie ha querido construir una alternativa económica y eso se ha notado. La socialdemocracia está contaminada de neoliberalismo.
En Catalunya, ICV no ha terminado sumándose a la propuesta de CiU de que todos los grupos que apoyan la consulta del 9 de noviembre fueran en una misma candidatura. Tampoco ha aceptado asumir, en este sentido, propuestas coincidentes en los programas electorales.
Queremos plantear las europeas en clave europea. Llevamos el derecho a decidir en nuestro programa y lo defenderemos. Hemos sido una de las fuerzas más activas en la defensa de este derecho fuera de Catalunya. Raül Romeva lo ha hecho en Bruselas y en España la única fuerza estatal que lo ha asumido es Izquierda Unida con nuestro apoyo.
Esto no quiere decir que tengamos que convertir las europeas en unas elecciones que sólo se preocupen de esta cuestión. Debemos afrontar los grandes debates europeos. Necesitamos que se nos reconozca a Catalunya un prestigio y una vocación europeísta que hemos tenido tradicionalmente. Daríamos una imagen muy mala si renunciáramos a afrontar los debates europeos y si hiciéramos una campaña sólo en clave interna.
Además, en estas elecciones tenemos una confrontación importante con CiU. Las planteamos en clave de quien ha defendido los recortes y quien no, quien está por la alternativa y quien por las políticas actuales. CiU está en el bloque de la Troika, no sólo por los recortes que ha hecho sino porque uno de sus candidatos a liderar las instituciones europeas es Oli Rehn, que ha sido comisario de Economía y Asuntos Monetarios y jefe de la Troika en Bruselas.
¿Cómo se entiende que después de ver los efectos que las políticas impuestas desde Europa han tenido en sus vidas, los ciudadanos sigan poco interesados en las elecciones del día 25 de mayo?
Hay un distanciamiento evidente. Todo proyecto de construcción política debe tener una cierta legitimación democrática y soberana. La ciudadanía debe sentirse reconocida en un Estatuto, en una Constitución, en un Tratado europeo. De la misma manera que existe el problema de que los catalanes no se sienten reconocidos en la Constitución española de 1978, en general el ciudadano europeo no se siente reconocido en el marco institucional, político y jurídico que se ha creado en la Unión Europea. Hay una gran desafección. Un Parlamento que no lo vota ni la mitad de la gente es un Parlamento muy desprestigiado.
Debemos revertir esta situación y eso pasa por un Parlamento Europeo fuerte. La gente tiene la sensación de que vota eurodiputados pero que Merkel se inventa una Troika que impone recortes y el eurodiputado que ha votado no pinta nada en todo el proceso. Esto genera una desafección y una desmovilización muy grandes. La solución que deben dar las fuerzas de izquierdas no es romper con la Unión Europea y replegarse a casa...
¿Le preocupa el aumento que auguran las encuestas a los grupos xenófobos, patrióticos, euro-escépticos?
Mucho. Porque hay un aumento claro de la extrema derecha en el conjunto de Europa. Marine Le Pen puede ganar en Francia, Geert Wilders, en Holanda, y la Liga Norte en Italia pueden tener muy buenos resultados... Además, hay una novedad, que es que, hasta ahora, en Europa, la extrema derecha eran cosas dispersas, no había una plataforma que los agrupara. Ahora la han creado Marine Le Pen y Geert Wilders.
Debemos confrontarnos claramente con la extrema derecha. Pero tampoco se puede legitimar desde los gobiernos algunos de sus postulados. Cuando Manuel Valls, en Francia, trata los gitanos como lo hace, expulsa una niña inmigrante y hace el discurso que hace sobre la inmigración, legitima los planteamientos del Frente Nacional. O cuando el PP, en España, dispara balas de goma al mar contra los inmigrantes y dice que estamos ante una avalancha, legitima los discursos de la extrema derecha. Esto también lo debemos denunciar.