Juan (nombre ficticio) lleva más de dos meses buscando estrategias para conciliar el sueño. “Algunos días empiezo las dos primeras horas de la noche en el sofá, después me voy a mi habitación”, explica. “También he visitado al médico para que me recete somníferos”, añade.
Su vida y la de una docena de vecinos de Sant Just Desvern, una localidad residencial en los aledaños de Barcelona, se ha convertido en un “infierno” desde finales de agosto. La cadena de hamburgueserías de moda, Vicio, ha abierto una cocina fantasma en los bajos de su edificio y desde entonces los vecinos aseguran que no han logrado dormir más de cinco horas seguidas.
Son ya una treintena las instancias que han presentado los vecinos contra este negocio. La mayoría de quejas son por los ruidos de la cocina, pero también lamentan la ocupación que los riders hacen de la vía pública, la saturación de los contenedores, las cargas y descargas de camiones “fuera del horario establecido” y el incivismo en la calle de algunos clientes del local, que al no poder consumir los productos en su interior acaban comiendo en sus aledaños.
El Ayuntamiento y la policía local del municipio han acreditado diversos incumplimentos de esta cocina fantasma, diseñada, sobre todo, para preparar cientos de hamburguesas que son recogidas a todas horas por riders de Glovo que las distribuyen por los domicilios.
Los incumplimientos están todavía en plazo para ser subsanados y la compañía asegura a este periódico que se están “resolviendo en tiempo y forma” los requerimientos del Consistorio, un hecho que consideran un “procedimiento habitual” en negocios como este, en el que para iniciar una actividad solo ha sido necesaria una comunicación previa acompañada de un proyecto técnico.
Vicio, liderada por el ganador de Masterchef 7, Àlex Puig, se ha convertido en la cadena de hamburgueserías de mayor expansión en España. Tras diversas exitosas campañas de márketing, la empresa prevé unos ingresos de más de 39 millones de euros este año y 71 millones el siguiente.
El modelo de la empresa se basa sobre todo en el reparto a domicilio: de los 23 locales que tienen repartidos por el país, solo en dos se puede comer en su interior, con capacidad para unos pocos comensales.
La empresa ha abierto en los últimos meses dos “cocinas fantasma” en localidades cercanas a Barcelona, donde cada vez están más limitados estos locales. Son la de Sant Just Desvern y otra situada en Sant Adrià del Besòs, a la que se suma una abierta en l’Hospitalet de Llobregat en febrero de 2022. Las tres tienen un rasgo en común: están a pocos metros de las carreteras que conectan con la capital catalana en pocos minutos.
“Deficiencias” en las inspecciones del Ayuntamiento
Según ha acreditado la policía local de Sant Just, el local ha incumplido en más de una ocasión los horarios establecidos. Los vecinos denuncian que algunos días los ruidos se alargan hasta pasadas las dos de la madrugada. En ocasiones, al día siguiente hay camiones descargando material a las 6:30h de la mañana.
“Los horarios de la actividad comercial cumplen con la normativa y con la comunicación hecha al Ayuntamiento”, sostienen desde la empresa. Explican que inicialmente hubo divergencias entre la normativa nacional y la local sobre el horario de cierre y sostienen que este asunto se ha arreglado desde hace un mes. Añaden que “trabajan estrechamente” con el Ayuntamiento y la administración de la finca colindante “para resolver cualquier problemática que pueda salir”.
Las diversas inspecciones que se han llevado a cabo por técnicos del consistorio han apreciado también diversas “deficiencias” técnicas en el local, según consta en la documentación a la que ha accedido elDiario.es.
Los inspectores detectaron que la unidad exterior de climatización está encendida “las 24 horas del día, lo cual genera molestias en horario nocturno”. El Ayuntamiento constató a su vez, en un informe de 30 de agosto, que la compañía no había abonado la tasa correspondiente a la apertura de actividad.
Los trabajadores del Consistorio también se refieren en sus informes a la campana de extracción, que según la empresa debe quedarse encendida una hora después del cierre por motivos de seguridad. El Ayuntamiento considera que esta justificación “no tiene ninguna razón técnica de por sí”.
“Es como tener el motor de un barco debajo de mi casa”, dice uno de los vecinos sobre el ruido de este extractor. “Te menoscaba el derecho fundamental al descanso, me afecta a mi trabajo, a mi rendimiento y a mi estado emocional”.
Los inspectores también señalaron que la cocina tenía el separador de grasas colapsado, de manera que se estaban abocando restos de materia orgánica a las alcantarillas. El ventilador del local tampoco es adecuado, un hecho que supone que “haya molestias por olor a los vecinos más inmediatos”.
Francisco Vizcaíno, concejal de urbanismo de Sant Just Desvern, admite que la compañía está llevando a cabo “una actividad bastante intensiva” y considera que la empresa “se ha colado por una pequeña brecha” al operar con una licencia de establecimiento de venta de comida preparada.
Recuerda, sin embargo, que Vicio está a tiempo todavía de subsanar los defectos y asegura que el Ayuntamiento está intentando mediar entre los vecinos y la compañía. “No le vamos a dar la espalda a los vecinos ni vamos a cometer ninguna injusticia con la empresa”, apunta. “Es un papel difícil”, añade.
Enojo vecinal
“Lo de este negocio se ha convertido en el tema central de mi vida”, asegura uno de los residentes, frustrado ante la impotencia de ver cómo, tras más de dos meses de quejas, la situación apenas ha mejorado. “Nos están martirizando”, dice otra residente, que asegura que no han podido abrir las ventanas de casa desde que abrieron el negocio.
Los afectados están tanto en los bloques que quedan detrás del negocio como en el edificio que queda justo encima del local. Este es probablemente el edificio más afectado porque, más allá del ruido de los extractores hasta la madrugada, sus vecinos también lidian con la presencia de decenas de riders frente a su casa a todas horas. A eso hay que sumar el ruido de las persianas abriéndose y cerrándose y las habituales cargas y descargas de camiones. Todo esto, siempre según su versión, fuera del horario permitido.
Los vecinos también aseguran que durante las obras del local se causaron desperfectos en una de las fincas colindantes y no se han arreglado. Se quejan, además, de que en los últimos días las puertas correderas del local se quedan activadas detrás de la persiana durante toda la noche haciendo ruido. La noche de este jueves, por ejemplo, afirman que la puerta se pasó la noche abriéndose y cerrándose “generando molestias e imposibilitando el descanso”.
La de Sant Just Desvern no es la primera cocina fantasma de Vicio que genera malestar entre sus vecinos. Esta redacción informó en marzo de 2022 de los problemas de ruido, accesibilidad, olores y circulación que estaba generando el local que la empresa abrió en el madrileño barrio de Malasaña. Sus responsables intentaron paliar estas molestias con un “street assistant” que intentaba mitigar los ruidos y ordenar a las decenas de riders que se acumulaban en los alrededores del negocio.
“Se están convirtiendo en fábricas de comida”, señala uno de los vecinos afectados de Sant Just. “Vienen aquí al extrarradio, a un barrio residencial y nos afectan de manera desmesurada nuestro día a día y, lo que es peor, nuestras noches”.
En un comunicado remitido a este periódico, Vicio sostiene que es “muy sensible con sus vecinos allá donde trabaja”. “Estamos orgullosos de ser un activo en todos los barrios en los que operamos”, prosigue el texto. “Ya que en lugar de una molestia nos convertimos en un elemento dinamizador del barrio, dotando de vida y de actividad económica los espacios en los que operamos”.