Junts no se mueve de la abstención y frustrará de nuevo la investidura de Aragonès
Junts no se mueve. La formación de Carles Puigdemont ha decidido este lunes mantenerse en la abstención en la segunda votación a la investidura de Pere Aragonès, por lo que el candidato de ERC volverá a fracasar este martes. Desde Junts consideran que no se ha avanzado lo suficiente en las negociaciones que se han mantenido a lo largo de este fin de semana, por lo que continúan a la espera de suscribir un “pacto global de legislatura” para que sus 32 diputados pasen a votar 'sí'. Por su parte, desde ERC habían sostenido que las diferencias entre ambas formaciones podían solventarse en dos días, algo que finalmente no ha ocurrido.
La decisión de Junts deja la investidura y la formación del Govern condicionada al encuentro de un entendimiento entre los dos grandes partidos independentistas que podría demorarse durante “días o semanas”, como ya anunció el secretario general de Junts, Jordi Sànchez, la semana pasada. Con todo, a partir de la votación ocurrida el viernes pasado, los grupos del Parlament tienen únicamente dos meses para llegar a una investidura. De esta forma, si se llegara al 26 de mayo sin haber votado a un nuevo president, se convocarían elecciones automáticas.
La portavoz de JxCat, Elsa Artadi, ha explicado este lunes la decisión tomada por la ejecutiva afirmando que en este momento la abstención responde a que aún no se ha llegado al acuerdo de legislatura. “Somos optimistas, llegaremos al acuerdo que el país necesita, pero ahora no estamos”, ha afirmado Artadi, que ha indicado que desde su partido no desean “agotar el plazo de dos meses” que tendrían. “Mañana no podrá ser, pero estamos seguros de que será posible en los próximos días”, ha indicado la diputada, que ha reiterado que “quieren investir a Pere Aragonès”.
Hasta el momento, uno de los principales obstáculos para no haber alcanzado este “pacto global” que relama Junts ha sido la fórmula de coordinación y toma de decisiones del movimiento independentista en su conjunto. Los de Puigdemont proponen que espacio sea el Consell per la República, una entidad privada controlada directament por el expresident desde Waterloo que este mismo lunes se ha abierto a replantear su órgano de gobierno para tener una composición más plural y resultar más atractiva a ERC y la CUP. Además, según las tesis de Junts, dentro de esa coordinación entre independentistas también deben entrar las alianzas de los partidos en otras instituciones, algo que por parte de ERC consideran un intento de controlar sus votos en el Congreso.
También el reparto de carteras y composición del Govern es uno de los temas que separa a los partidos. Mientras que en Junts el planteamiento es que debería producirse un mero intercambio de papeles, quedándose ellos todas las áreas que la legislatura pasada controlaba ERC y viceversa, los republicanos aspiran a un rediseño de la estructura del Ejecutivo, incluyendo la creación de varias nuevas consellerias y la aglomeración de otras.
Sobre la cuestión competencial, hay varias áreas sensibles, como es el área económica, que tocaría por reparto a Junts pero de la que Aragonès quiere reservarse la gestión de los fondos europeos. También es polémico el control de los medios públicos, dentro de la Corporación Catalana de Medios Audiovisuales donde están TV3 y Catalunya Ràdio, el área de comunicación y difusión de la Generalitat, y también la conselleria de Exteriores, que Junts desea revitalizar.
Pese a la distancia, JxCat ha dejado claro en diferentes ocasiones que acabará invistiendo a Aragonès, y que no especularán con la repetición electoral. Según indican, su objetivo es llegar a un “buen acuerdo” que clarifique el programa del Govern, las relaciones entre los partidos y evite volver a una legislatura en la que la guerra interna sea constante. El portavoz de la formación, Albert Batet, ya avisó en el último pleno de legislatura que este pacto podía tardar. “Los desacuerdos de tres años no se resuelven en tres días”, aseguró el diputado.
Este martes Aragonès volverá a quedarse solo con los 9 votos de la CUP, que le apoyan después de haber suscrito un pacto de investidura con una agenda marcadamente de izquierdas en el campo social y económico, además de la promesa de volver a lanzar un “embate” contra el Estado en dos años y si la mesa de negociación no funciona. Un acuerdo que sin embargo ha escamado a Junts, que se han sentido agraviados por el hecho de que Esquerra haya atado un documento con los anticapitalistas sin esperarlos a ellos.
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