La portada de mañana
Acceder
La guerra entre PSOE y PP bloquea el acuerdo entre el Gobierno y las comunidades
Un año en derrocar a Al Asad: el líder del asalto militar sirio detalla la operación
Opinión - Un tercio de los españoles no entienden lo que leen. Por Rosa María Artal

Una macro promoción dispara la media del alquiler de uno de los barrios más humildes de Barcelona

Pau Rodríguez

29 de junio de 2023 21:53 h

0

Sentadas a la sombra, Vanesa y Catalina contemplan la flamante promoción de más de 200 pisos que se levanta frente a la antigua colonia de 21 casas bajas en la que ellas viven. “A mí mientras no me echen de mi casa, me está bien. Pero el dinero que vale vivir en esos bloques ya te digo yo que los vecinos de aquí no lo tenemos”, comentan. 

El contraste es evidente a este lado de la Marina del Prat Vermell, uno de los barrios más humildes de Barcelona. “Nosotros pagamos 200 euros de renta antigua”, dice Catalina. En cambio, los pisos de la que se ha bautizado como Vila Bonaplata, “espectaculares y luminosos”, con piscina, gimnasio y coworking, no bajan de los 1.400 al mes. “Vive como sueñas”, es uno de sus lemas.

Este bloque de viviendas es, de hecho, el responsable de que a día de hoy, y pese a tener una de las rentas por hogar más pobres de Barcelona, la Marina del Prat Vermell aparezca entre los barrios con el precio medio del alquiler más caro de la capital catalana: 1.388 euros. Una auténtica anomalía que ha sorprendido a los vecinos y a los activistas por la vivienda y que los sitúa en novena posición de 70 barrios de la ciudad, por encima de zonas acomodadas como Sarrià

¿Cómo es posible que en tan solo un año, de 2021 a 2022, la Marina del Prat Vermell haya disparado sus alquileres de 430 euros a más de 1.300? La respuesta conduce a la exclusiva Vila Bonaplata. Siendo este barrio tan minúsculo (tenía 379 pisos censados hace unos años) y con tan poca vivienda de alquiler (en 2022 se firmaron solo 65 contratos y fue su récord), una sola promoción como esta ha sacudido por completo la media de los arrendamientos.

Sin ir más lejos, a día de hoy en un portal como Idealista solo constan 14 viviendas de alquiler en la Marina. Y todas ellas son de Vila Bonaplata, que pertenece a la inmobiliaria Bialto, que las coloca entre 1.390 y 1.890 euros al mes. “Están saliendo con mucha facilidad”, se limita a afirmar una fuente de la empresa consultada para el reportaje.

El 'boom' de 1.500 a 28.000 vecinos

Sole, de 70 años, que este martes acude a echar una mano al bar de su familia, el mítico Perancho, también teme por el precio de la vivienda cuando ve promociones de este tipo: “Es carísimo para un barrio humilde como este”. Pero, a la vez, defiende sin ambages el “cambio” que está experimentando el barrio, un sentimiento que comparten desde la Asociación de Vecinos Eduardo Aunós. 

Este “cambio”, el gran tema de conversación entre los habitantes de la Marina del Prat Vermell, es una profunda transformación urbanística que ya está en marcha. El proyecto de crecimiento más ambicioso de la ciudad que ha de convertir este barrio, aislado y con apenas 1.500 vecinos –Gràcia, por comparar, tiene 50.000–, en uno mucho mejor conectado, con más comercio y servicios públicos, y con más de 28.000 moradores.

El plan, ideado a principios de la década de los 2000 por el alcalde socialista Joan Clos, ha cogido impulso este último mandato con Ada Colau. Y prueba de ello son las grúas y operarios que pueblan todos los solares de la zona, casi sin excepción. 

Encajada entre la ladera periférica de Montjuïc, el Puerto y la parte más industrial de la Zona Franca, la Marina del Prat Vermell, que antes fue una colonia de casas baratas, es un pequeño núcleo aislado y, a la vez, la única gran área de crecimiento de una ciudad densa e hiper poblada como Barcelona. En los 90 se derribaron las casa antiguas y se levantaron bloques de vivienda de obra vista, pero el barrio siguió desconectado del resto de la ciudad. 

Un barrio que ansía servicios y comercio

Actualmente hay en la Marina 2.322 viviendas en construcción de las 12.000 que están proyectadas y también está en obras el futuro parque, el de las Trece Rosas, que tendrá 21.000 metros cuadrados de prados y jardines. Se prevén equipamientos públicos de todo tipo y 320.000 metros cuadrados de usos comerciales.

“Pasaremos de no tener casi nada a supermercados, un centro de atención primaria, una escuela infantil, más parques… Todos ellos servicios necesarios y que hace años que esperamos”, comentan Manel Coronado y Ginesa Pérez, integrantes de la Asociación Eduardo Aunós.

Con este horizonte al alcance de su mano, para Coronado la Vila Bonaplata y sus precios son lo de menos. “Si alguien puede pagar 1.500 de alquiler, me alegro por él”, dice. Y añade que desde su asociación de vecinos y desde la estrecha comunidad del barrio ya se encargarán de involucrar a los recién llegados en fiestas mayores y otros saraos. “Lo que es seguro es que la identidad del barrio no se perderá, somos como una familia”, asegura Pérez. 

A la espera del 52% de vivienda “asequible”

Lo que sí preocupa y ocupa a todos los vecinos es cómo quedará distribuido el parque de vivienda en el barrio y, en especial, la de protección oficial. Según los planes del Ayuntamiento, el 52% de la obra nueva tendrá este uso social y un tercio se mantendrá en propiedad municipal. Actualmente, el Instituto Municipal de Vivienda de Barcelona (IMHB) tiene en marcha tres promociones de 414 viviendas, entre las que destaca la segunda más grande de todo el Estado, con 234 pisos. Se espera que sean suficientes para dar acomodo a la demanda de los actuales vecinos. 

“Yo tengo ya dos familiares a los que le han adjudicado un piso de protección”, cuenta Ginesa Pérez. Sole, por su parte, también tiene a su hija pendiente de una solicitud, todavía no resuelta. Desde la Asociación Eduardo Aunós, cuyos representantes han mantenido reuniones periódicas con el consistorio, esperan que el importante volumen de pisos sociales sirva también para enfriar la subida del precio medio de los alquileres registrada estos últimos meses. 

Pero no todas las voces son optimistas. Patricio Blanche, cineasta chileno y vecino del barrio, tiene más reservas. Él ha estado buscando piso de alquiler en los últimos meses, no ha encontrado ninguno y se mudará al centro de la ciudad. “El cambio que está viviendo este sector es muy profundo y ya se percibe la gentrificación. En 15 años puede acabar como el Poblenou, que hoy es un barrio hipster de moda”, alerta. La comparativa resulta curiosa: las promociones de Vila Bonaplata también se anuncian como “el nuevo 22@”.