Si la cantante Amaia desató hace no mucho un escándalo al acudir a una gala sin depilarse las axilas... Si a Rihanna o a la modelo Arvida Byström les pasó algo parecido con un poco de pelo en las piernas... ¿Qué pasaría si se dejasen el vello facial o si directamente tuviesen algo de barba? Las barcelonesas Mar Llop y Cristina Almirall lo han hecho. No son celebrities, pero esperan que su decisión pueda ayudar a otras mujeres a desprenderse de la presión para afeitarse como si no hubiese alternativa.
Estas dos jóvenes han decidido impulsar el colectivo 'Som Barbàrie'. Este jueves celebraron un primer encuentro al que acudieron una quincena de mujeres. Su objetivo, cuentan, es de entrada muy modesto: crear un espacio para que las que tienen pelo en la barba puedan compartir sus experiencias y angustias. Pero a la larga son más ambiciosas: “Queremos que todas sean libres de escoger qué hacer con sus pelos, y que si se los quieren dejar que sepan que pueden hacerlo, igual que nosotras”, comentan, y se anticipan con humor a las críticas: “No somos un ejército de mujeres barbudas, ¡aunque estaría guay!”.
Mar, integradora social de 31 años, lleva sin afeitarse la perilla desde hace seis años. Cristina, comunicadora audiovisual de 24, hace lo mismo con los pelos del cuello –la sotabarba– desde hace uno. Ninguna de las dos tiene una barba especialmente poblada, pero eso no les ha ahorrado situaciones incómodas en su entorno y sobre todo por la calle. “En general son sobre todo miradas, comentarios y risas de desconocidos que percibes perfectamente”, expresa Mar. A ella la han llegado a perseguir unos adolescentes para reírse de su barba.
La cara, lo más visible
Cuando renunciar a la depilación en zonas poco visibles, como las axilas o las piernas, es todavía motivo de críticas y censura, en la barba el tabú es todavía mayor. La cara está expuesta 24 horas al día. A Cristina, que trabaja con niños en los colegios, se lo preguntan continuamente. “Con ellos, como no tienen filtro, me siento bien contestando con naturalidad”, explica.
El rechazo al vello facial, según Cristina y Mar, se debe a que “se asocia a ser masculina o a ser descuidada. Y no es así”. En este sentido es solo un ejemplo más de cómo influyen en la percepción social los cánones de belleza femeninos. Al menos los que han imperado en Occidente desde el siglo XX, cuando a través de marcas de cuchillas se empezó a introducir la moda de la depilación. Así lo resume Begoña Leyra, doctora en Antropología Social por la Universidad Complutense de Madrid.
Los movimientos feministas han contribuido recientemente a rebajar la presión sobre las mujeres en cuanto a su vello corporal. También los colectivos LGTBI, “que defienden que no existe una única estética femenina o masculina”, expresa Leyra. “Las mujeres cada vez tienen mas capacidad de decidir sobre su estética y sobre su cuerpo”, añade. Incluso cita algunas figuras públicas que han dejado crecerse bigote, como la pintora mexicana Frida Khalo o la cantante americana Patti Smith.
Pero con barba, sin embargo, no hay casi ninguna. Las impulsoras de 'Som Barbarie' citan a la activista británica Harnaam Kaur. “El feminismo ha abierto infinitos debates pero yo siento que hasta ahora nadie me representaba en este aspecto”, comenta Cristina.
Anticonceptivos contra la barba
La falta de referentes aseguran que es clave a la hora de llegar a plantearse que dejarse la barba puede ser una opción. Porque todo lo demás, desde la familia hasta la publicidad o la escuela, empujan hacia la depilación. “Hasta hace un año mi madre todavía me daba 30 euros para que me fuera a hacer el láser”, explica Cristina, que a lo largo de los años se ha hecho cera, láser y todo tipo de procesos para quitárselo.
Ambas coinciden en que acabaron tomando pastillas anticonceptivas por recomendación médica. Antes se hicieron pruebas para ver si tienen ovarios poliquísticos, un síndrome asociado a la producción de hormonas sexuales masculinas entre cuyas manifestaciones está el hirsutismo. Pero no era su caso. “El médico me dijo que no tenía nada de esto y me dio la opción de las pastillas. Me las tomé un año, pero eran horribles, con efectos secundarios como engordar o tener sequedad de ojos. Y ni siquiera percibía cambios”, relata Mar.
Las creadoras de 'Som Barbàrie' descartan que si no se habla de los pelos en la barba de las mujeres es porque muy pocas tienen. “Yo he trabajado en equipos de mujeres y ves que algunas se han afeitado, que tienen algo de vello... Hay muchas más de las que pensamos, pero se lo quitan y no lo dicen”, considera Mar. Tanto ella como Cristina añaden además que tampoco se cierran en el futuro a afeitársela. “Hay días de todo y te lo replanteas”, explican, sobre todo tras las situaciones más desagradables: “A veces te pregunta si te compensa”.
En el otro extremo, celebran cuando consiguen normalizarlo del todo. Como ejemplo, Mar cuenta cuando le puso palabras a lo obvio y comentó con una compañera de trabajo que se dejaba la barba. Al cabo de poco, esa mujer estaba con un grupo con algunos desconocidos que necesitaban referirse a Mar, con lo que después de mencionar su pelo corto o sus gafas, optó por lo más fácil: “¡La que tiene barba!”.