Los navíos que dominaban el mar
Ficha: Navío de dos puentes y ochenta cañones, con jarcia pero sin velas. Obra viva de color rojo, obra muerta en ocre y amplia franja negra en la línea de flotación. Cebadera en el bauprés. El mascarón es un león coronado. Último cuarto del siglo XVIII.
A babor está el San Antonio, un jabeque redondo de guerra armado con 28 cañones. Por estribor, a escasa distancia, hay una corbeta. Al frente surge el majestuoso flanco de estribor de un bergantín goleta. El que aparece en el centro de la escena, el que podría estar a merced de los cañones de los barcos que lo flanquean, es el más poderoso: un navío de dos puentes y ochenta cañones, un buque que constituyó la espina dorsal de las flotas de guerra a finales del siglo XVIII y principios del XIX, cuando dominaban todo el panorama militar.
En la proa luce como mascarón un león rampante, figura clásica de los barcos de guerra de la corona española. En este caso, dispone de aparejo redondo, ya que los navíos de línea portaban este tipo de velas, palos y cabos, uno de los más clásicos y poderosos, que solía diferir de las fragatas mercantes por su menor número de vergas (palos transversales) en cada palo. Una cuestión de simple economía. El navío armaba una vela cebadera que se enverga en una percha cruzada bajo el bauprés (el palo que emerge casi horizontal desde proa) y que fue substituida a finales del siglo XVII por foques (velas triangulares), lo que puede dar una idea de su edad.
Así es este navío que conserva el Museu Marítim de Barcelona en las Drassanes Reials. Un extraordinario y cuidado buque de madera que al haber sido desprovisto de velas deja al descubierto los centenares de cabos que componen su jarcia. Centenares de cabos cuyos nombres debieron aprender los alumnos de la escuela náutica de Arenys de Mar que tuvieron este buque como modelo. Porque este barco que parece tan auténtico es, en realidad, un modelo a escala: tiene 3,88 metros de largo, 1,65 metros de ancho y 3 metros desde lo alto del palo mayor hasta la quilla.
Los mejores barcos del siglo XVIII
El modelo de navío de la escuela de Arenys –junto a la de Barcelona, la más importante de Catalunya en los siglos XVIII y XIX- es una de las joyas del Museu Marítim de Barcelona, que lo expuso en 1989 en la muestra “La navegació a Catalunya el segle XVIII” . El navío está ahora en la reserva del museo, flanqueado por otros modelos de barcos. Algunos pertenecen a escuelas náuticas y otros son maquetas de astillero que luego se convertirían en realidad, como un navío de 80 cañones, probablemente construido en La Habana, que está a apenas cuatro metros, a partir del cual se construyeron navíos de la armada española como Rayo y Fénix (1749), San Vicente (1768), San Nicolás (1769), San Rafael (1771), San Eugenio (1775), Neptuno (1795) y Argonauta (1798).
El navío de Arenys tiene a estribor el jabeque redondo de guerra San Antonio, otra excelente pieza del siglo XVIII que ha sido expuesto en París y también en el Museu Marítim y que ha sido ya restaurado en diversas ocasiones en los talleres del museo. Porque el edificio de Drassanes Reials de Barcelona destina una parte a taller de restauración, no sólo de maquetas sino de embarcaciones de mayor porte. Bajo los arcos góticos, el taller ocupa una sala alargada que da al paseo de Josep Carner y sus amplias cristaleras permiten observar desde la calle cómo los carpinteros de ribera restauran las embarcaciones con técnicas y materiales de siglos atrás.
El San Antonio mide más de tres metros de eslora total y va aparejado de pollacra: el trinquete y el mayor armados con tres vergas (mayor, velacho y gabia) y el de mesana con dos vergas (sobremesana y juanete) más una latina. Su perfección es tal que puede trabajar prácticamente todo el aparejo.
Los modelos de escuela no se correspondían necesariamente con buques reales, pero entre la documentación que conserva el Centro de Documentación Marítima del Museu Marítim existe una anotación correspondiente a un jabeque de 46 toneladas, aparejado con pollacra, de nombre San Antonio…, aunque no se ha podido constatar, a pesar de las coincidencias, que el modelo de Arenys sea la réplica de este barco.
Preparados para afrontar cualquier situación
Camil Busquets i Vilanova y Enric García Domingo, que en su libro ‘Velers’ documentan estos barcos, subrayan la importancia de los modelos de escuelas náuticas porque la formación práctica se consideraba tan importante como la teórica y modelos como los de Arenys tenían unas medidas y un grado de perfección que aún hoy sorprenden.
El alumno se familiarizaba así con el complejo léxico marinero y con el uso del aparejo, en su mayor parte practicable de la misma forma que en los buques reales. No hay más que leer alguna de las novelas de Patrick O’Brian para constatar las particularidades de las maniobras, el velamen y la cabuyería. Podía causar una cierta sorpresa que en una escuela para formar marinos mercantes se practicase también con un buque de guerra como el navío de dos puentes y ochenta cañones de Arenys, pero como constata Camil Busquets, cualquier marino podía verse en la tesitura de navegar en un buque de guerra.
Hoy, los simuladores han sustituido a estos modelos de escuela. Pero el objetivo no cambia: estar preparados para el trabajo en la mar y saber afrontar cualquier situación, incluso aquellas que es probable que no lleguen a vivir jamás.