He releído más de una, y dos veces, los pequeños fragmentos que Eduardo Galeano escribe en 'Patas arriba' (La escuela del mundo al revés). Como el nombre indica se nos muestra en este la paradojas de un mundo donde el poder se asienta en uno de los platos de la balanza de la justicia. El sentido común no gobierna y mientras la mayoría siempre es minoría en relación a la mejora de las condiciones de vida de las personas.
Parecerá extraño este inicio y difícilmente puede hacerse un paralelismo en cuanto a la lectura del momento actual que atraviesa la política en el Principado de Catalunya. La intención no es otra que advertir de los peligros o de los cambios de rumbo impuestos por los de arriba, como quien distorsiona la balanza de la justicia, utilizando mecanismos propios del capitalismo: el miedo a la incerteza, la desmemoria y la impunidad.
Ahora es un buen momento para anticiparnos. Ver qué pasa ahora y decir qué no nos podemos permitir en septiembre. Hacer una barrera de contención a futuros pressings, a algún Plan B todavía incierto o, peor aún, a un cambio de hoja de ruta que a día de hoy se está perfilando. Estos días hemos escuchado algunas declaraciones o leído distintas opiniones que, sin lugar a dudas, nos tendrían que alertar respecto a una posible redefinición de la hoja de ruta. Empezando por Junqueras, continuando por l’Assemblea Nacional Catalana (ANC) en pro de una Declaración Unilateral de Independencia (DUI) y acabando con las polémicas generadas alrededor de las dificultades técnicas y políticas para realizar un referéndum de autodeterminación.
Es necesario cerrar la puerta a un cambio de hoja de ruta y no dejar margen para que se abran nuevos caminos. ¿Y hasta qué punto es posible esta redefinición del proceso? Esta hipótesis se hace evidente, por ejemplo, cuando el pasado viernes diferentes agencias informaban cómo los dos grandes partidos del gobierno han decidido crear una estructura al alto nivel a la que han llamado a filas a sus veteranos de las mil batallas de los tiempos de los tripartitos y el pacto fiscal. La filtración publicaba que este comité de urgencia es el que, según parece ser, “decidirá el futuro del proceso catalán” y fijará la estrategia a seguir los próximos meses.
Este comité de veteranos de la mil y una guerras autonomistas es, evidentemente, un órgano partidista y patriarcal (¿cuántas mujeres hay?) que no nos genera confianza alguna ni nada positivo. Además, todo indica que Puigdemont pierde peso ante Mas y Junqueras en este nuevo espacio. Nosotros, desde la CUP, no jugaremos al juego de tronos, pero estaremos vigilando de cerca, que no lo duden. No hay alternativa posible al referéndum, todas y todos hemos hecho sacrificios a favor del referéndum, pero debe quedar claro que la obligación del Gobierno es hacerlo, sean cuales sean las circunstancias y las consecuencias.
¿Por qué una DUI es, aunque no las parezca, la mejor manera de no acabar con el proceso catalán? Puede parecer contradictorio, cierto, pero a día de hoy no hacer un referéndum y crear nuevas perspectivas o planes B nos aleja de una resolución en clave independentista y nos sitúa en un campo de batalla lleno de hipótesis y soluciones inciertas. Esto era el proceso antes del referéndum, eso es el que algunos quieren alimentar de nuevo: hacer un camino desde hoy hasta septiembre basado en decisiones de terceros (aumento de la represión del Estado español) y confiados en la desmemoria procesista que crea nuevos relatos y nuevas pantallas.
¿Y por qué el referéndum y no trabajar para una posible DUI o plan B? Esencialmente porque cualquier propuesta de trabajo alternativa al referéndum debilita la fuerza y la autoridad del Gobern delante de cualquier posibilidad de tirar hacia delante de forma unilateral el propio referéndum o, incluso, la propia DUI llegado el momento. Sin haber llegado hasta el final con el referéndum, es decir, haber puesto las urnas, haber votado y haber obtenido unos resultados mayoritariamente afirmativos no existe posibilidad de otro mecanismo unilateral. Sólo un escenario donde la fuerza impida la celebración con normalidad del referéndum permitiría pensar en alternativas. Porque en el supuesto que el Gobern haya llevado la organización del referéndum de autodeterminación hasta las últimas consecuencias, la fuerza de una DUI sería proporcional al nivel de presión soportada contra el estado.
Seamos claros y diferenciemos: una DUI después de la represión del estado, de su intervención política y de la destitución de alcaldesas y alcaldes que hayan dado apoyo logístico a la celebración del referéndum, convocatoria de una huelga general masiva, ocupaciones populares de las principales infraestructuras estatales, la intervención de las empresas más importantes, es muy diferente de una DUI que simplemente suple el hipotético miedo de poner unas urnas u otras debilidades.
Más allá de esto es evidente que de todas las proclamas hay una que finalmente será cierta: sin desobediencia no hay independencia. Debemos tenerlo presente y no caer en una de las trampas del 9N: es necesario hacer valer los resultados del referéndum, esté tiene que ser vinculante. Sólo así el choque del gobierno del estado español no podrá dirimirse entre legalidades existentes, sino respecto a la legitimidad de haber votado y decido a través de un mecanismo claro e inequívoco en el momento de contar votos.
Por estas razones, el referéndum no nos lo pueden quitar, porque no hay mejor manera de demostrar la fuerza social y política de esta parte de los Països Catalans que llegar hasta el final y asumiendo todas las consecuencias de la celebración del referéndum. Referéndum sí o sí.
Pasado, presente y futuro: Galeano escribía que hace unos siglos se usaba la palabra recordar para decir despertar, y hoy día la sombra de un mundo pensado del revés impide a muchos y muchas despertar. Es por eso, que aunque algunas personas estén más preocupadas por renovar mesas o recuperar y legitimar figuras del tiempo del autonomismo que en el estado pactaban con aquellos que no nos quieren dejar hacer el referéndum, nosotros debemos recuperar la seguridad de decir y hacer el que pensamos. De no aceptar un presidente lleno de lodo entre Prenafeta y Alevedra, de rechazar la falsa disyuntiva de presupuestos o elecciones, y no escoger, en un futuro, entre referéndum o un cambio de hoja de ruta. O como decía el poeta Pere Quart:
“Doncs, ja ho sabeu! He pres el determini, l’he bramulat per comes i fondals, i no espereu que me’n desencamini la llepolia d’un manat d’alfals”