- ¿Qué es la resistencia pacífica? Resistirse no se pacífico. Lo pacífico es que digan: “oye, levántate y vete, que tienes que ir” y que te levantes y te vayas. Eso es pacífico.- Lo de la resistencia pacífica se lo inventó Gandhi. ¿Si Gandhi hubiera estado el 27 de mayo del año pasado (2011) en Plaça Catalunya hubiese pillado también?- Hombre, claro. ¿Por qué no?
Esta conversación forma parte de la entrevista de Jordi Évole a Sergi Pla, entonces comisario del área de Recursos Operativos de los Mossos y emitida en un programa del año 2012. El 27 de mayo de 2011 se vivió el intento de desalojo de la Plaza Cataluña con cargas policiales que dejaron más de 200 personas heridas. Oir una autoridad de los Mossos hacer estas afirmaciones nos debería hacer pensar, otra vez, en los deberes pendientes que tenemos como sociedad.
Esta semana acaba de empezar el juicio a 19 personas a quienes se acusa de atentado contra una alta institución del Estado, atentado a la autoridad contra los parlamentarios y asociación ilícita por hechos ocurridos durante la convocatoria “Aturem el Parlament”. Aquella actuación quería ser un grito a detener un Parlament que ese día debía aprobar unos presupuestos que eran vistos como una agresión por las políticas de austeridad y de reforma de un modelo que se había creado con el deseo de llegar al estado del bienestar. Era una de las movilizaciones que se habían ido desarrollando surgidas tras las acampadas posteriores a las manifestaciones del 15 de mayo del 2011. Estaba eclosionando el malestar fruto de la situación económica, el empeoramiento de las condiciones de vida unido a la falta de expectativas, la fractura de demasiados sectores de nuestra sociedad con unas instituciones que deberían representar a la ciudadanía, y la percepción que hay en el mundo empresarial y financiero quien está ganando con la pérdida de la mayoría. Los niveles de desempleo y de pobreza a los que hemos llegado ayudan a entender la respuesta de la gente, porque lo están viviendo de manera directa o por solidaridad.
La voluntad de la movilización era rodear el Parlament en una acción de desobediencia civil noviolenta para mostrar esta disconformidad con lo que allí se podía aprobar. Las autoridades, para evitar que esto fuera posible decidieron cerrar el Parque de la Ciutadella, donde se encuentra el Parlament, y los activistas se situaron alrededor del Parque y buscaron obstaculizar las puertas de acceso al interior. Esto ha sido visto como un grave atentado a las instituciones de la sociedad y a la soberanía popular. Lord Bertrand Russell, filósofo, lógico, matemático y escritor, fue uno de los impulsores de la desobediencia civil noviolenta en el Reino Unido de los años sesenta. El motivo era la carrera armamentística nuclear. El llamado Comité de los 100 quería denunciar el riesgo de enfrentamiento y la desaparición de la vida en el planeta. Recibió importantes críticas y él se esforzó en argumentar. Le decían que se podría entender ejercer la desobediencia en una sociedad dictatorial, pero no en una democracia. Él, entre otras cosas contestó que hay muchos casos en los que los gobiernos nominalmente democráticos dejan de hacer efectivos los principios que las personas amigas de la democracia respetan. Insiste en la idea de que la democracia es menos susceptible de abusos que la dictadura, pero no es inmune a los abusos de poder y a la corrupción.
Russell nos apunta a una cuestión clave: ¿qué está en juego en un acto noviolento de desobediencia? La democracia. La gente del Comité de los 100 si llegó a proponer actos de desobediencia civil noviolenta es porque no encontraron otra manera, después de intentarlo, para hacer presente lo que consideraban esencial. De la misma manera, Martin Luther King Jr., pastor bautista, explica perfectamente como detrás de cada acción de desobediencia hecha por el movimiento de los derechos civiles había mucho trabajo de reuniones y probar de buscar acuerdos. Después de intentarlo e intentarlo, al considerar que lo que preocupa es suficientemente importante, no se pueden quedar sin hacer nada. Y así lo hizo el movimiento por los derechos civiles, con acciones colectivas o individuales. Y lo estamos viendo también en nuestra sociedad. Pasó el 14 y 15 de junio de 2011. Lo estamos viendo con la gente de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca cuando buscan impedir los desahucios. Nunca como ahora la desobediencia civil noviolenta se ha planteado como la manera de actuar para intentar alcanzar los objetivos que mueven. ¿Y por qué? Hay varios motivos que pueden explicarlo, pero lo más importante a tener presente es que la convicción de que hay que actuar no para de crecer y la constatación de lo que separa de la norma vigente, de las instituciones, también.
Este juicio debería ser una oportunidad a no perder para abrir un verdadero proceso para reflexionar, debatir y tratar de tomar decisiones sobre algunas cuestiones importantes relacionadas con la desobediencia civil noviolenta. Dos preguntas para empezar:
I) ¿La desobediencia civil noviolenta es un ataque a la democracia o un intento por profundizarla? Esta desobediencia no es deseada, es la salida que ha quedado cuando no ha habido otra opción para hacer posible una reivindicación. Lo que lleva a la movilización se considera tan importante para incumplir la ley existente, asumiendo lo que esto pueda conllevar, para poder cambiar esta ley o llamar la atención sobre una realidad que se considera injusta. Las leyes no son justas por ser leyes, ni lo que podemos considerar justo deja de serlo porque una ley diga que es ilegal. Una sociedad que se quiere democrática debería ver la objeción de conciencia, la desobediencia, como muestras de un profundo malestar que hay que afrontar y resolver más allá de los votos, las mayorías y las minorías.
II) ¿Qué consideramos violencia en nuestra sociedad? Podemos acordar con cierta facilidad que no estamos a favor ni de la quema de contenedores, ni de cristales, ni de los empujones... Pero más allá de esta idea habitual de violencia, habrá que pensar en otras cosas. Tendremos que abordar abiertamente el problema de lo que internacionalmente se conoce como violencia estructural. ¿Podemos aceptar normativas, políticas públicas, comportamientos empresariales o financieros que generan pobreza, que la criminalizan, que la penalizan? Una sociedad, un mundo, que se polariza con personas ricas, que cada vez lo son más, y pobres, que cada vez lo son más, como nos muestran los estudios que ya tenemos, no puede pensar que esto se debe a fenómenos naturales. ¿Qué hacer? ¿Cuáles son nuestras prioridades?
La desobediencia civil noviolenta no busca el enfrentamiento físico. No busca la agresión, pero tampoco implica asumir una orden de marcha. Busca hacer presente un malestar que no se ha podido canalizar de otra manera, busca soluciones a problemas que se consideran graves, busca mostrar la diferencia entre lo que es legal y lo que se considera legítimo. Luther King era plenamente consciente de la tensión que puede aparecer en una movilización de estas características e insistía en la preparación colectiva e individual de las personas que deben participar. Alrededor del Parlamento el 15J hubo mucha tensión y convendría pensar bien cómo se generó. Pero como sociedad, no deberíamos evitar otra vez debates que tenemos pendientes. Alrededor del Parlamento el 15J, a diferencia de lo que muchas personas y medios dijeron, no murió el 15M. El 19J asistimos a una de las manifestaciones más masivas de nuestra historia. ¿Por qué? Porque no nos gusta la violencia y queremos sociedades noviolentas, sin que tanta gente tenga que sufrir tanto para poder vivir.