Sabemos demasiado poco sobre las causas de una gran mayoría de cánceres. Sabemos especialmente poco sobre sus causas modificables, aquellas sobre las que podemos intervenir, para ponerlas bajo control. Y entre las causas modificables, sobre las que menos sabemos son las causas ambientales. Pues a menudo la responsabilidad de evitar un cáncer se le adjudica a cada uno o una de nosotras. No fume (buen consejo), haga actividad física y no engorde (bien, pero no siempre es fácil), coma más de esto y menos de lo otro, no se exponga a este u aquel cancerígeno en su trabajo... ¿Factores individuales o ambientales? Claro: ambos tipos están relacionados y debemos pensarlos de forma interactiva, dialéctica.
Aunque la investigación sobre diagnóstico y tratamiento del cáncer es importante, solo puede aplicarse a personas que ya sufren la enfermedad. ¿Obviamente? El empeño de muchos investigadores es descubrir causas de estas enfermedades sobre las que podamos intervenir para impedir su aparición. Es obvio, pero a veces lo olvidamos: si de una enfermedad no conocemos sus causas, no la podemos prevenir. Por tanto, es esencial identificar factores causales modificables.
Un buen ejemplo es el cáncer de páncreas, uno de los más letales; y una de las neoplasias sobre cuyas causas menos sabemos. Además del tabaco y la obesidad, la diabetes tipo 2 y la pancreatitis crónica son factores de riesgo razonablemente establecidos. Como ocurre a veces en muchas enfermedades con múltiples causas, tales factores no están presentes en muchos pacientes que sufren cáncer de páncreas. Hay pues que seguir buscando. Por ello, el objetivo del estudio que en estos momentos estamos realizando es analizar si determinados plaguicidas y otros contaminantes ambientales contribuyen a la aparición del cáncer de páncreas.
En el estudio estamos analizando los niveles o concentraciones de plaguicidas y otros compuestos tóxicos persistentes (CTP) en la sangre de 1.533 participantes en el European Prospective Investigation into Cancer and Nutrition (EPIC): 513 personas que desarrollaron cáncer de páncreas (casos) y 1.020 personas con características sociodemográficas similares que no lo desarrollaron (controles). La hipótesis científica es que las concentraciones de algunos tóxicos serán significativamente superiores en los casos que en los controles. También intentaremos analizar la influencia sobre el riesgo de cáncer de páncreas de la alimentación, la profesión y otros factores, como la diabetes y la pancreatitis, el tabaco y el alcohol. Lógicamente, estos objetivos se basan en hallazgos de otros investigadores y nuestros (publicados en revistas como The Lancet y otras).
A lo largo de la vida, prácticamente todas las personas acumulamos algunos CTP en nuestro cuerpo. Si aumentamos el conocimiento sobre los posibles efectos adversos de estas sustancias estaremos en mejores condiciones de mejorar las políticas, las condiciones de vida y los hábitos para disminuir dicha contaminación interna.
Éste es el mayor estudio de investigación sobre cáncer de páncreas que habrá analizado CTP en muestras de sangre. La recogida de la sangre muchos años antes de la aparición de la enfermedad, su almacenamiento en congeladores y el seguimiento de más de 20 años de una cohorte extraordinariamente numerosa (más de 500.000 personas) hacen de éste un estudio excepcional. El estudio EPIC –que en España iniciaron epidemiólogos como Carmen Navarro y Carlos Alberto González– ha dado lugar a numerosos hallazgos científicos sobre la relación entre dieta, estilos de vida, factores ambientales e incidencia de diversas enfermedades. En él colaboran 23 centros de investigación de 10 países. En nuestro estudio sobre cáncer de páncreas participan investigadores de España (Murcia, Oviedo, Granada, Pamplona, País Vasco, Barcelona), Reino Unido, Holanda, Finlandia, Italia, Noruega, Dinamarca y Suecia.
Pero este estudio tiene algo más, algo que en estos momentos lo hace todavía más especial: sus investigadores buscamos para el mismo el apoyo de los ciudadanos: el apoyo económico y también un cierto apoyo moral y cultural. A través de la innovadora plataforma pública de micromecenazgo Precipita, cualquier ciudadano puede conocer el proyecto, hacer realidad su aportación y difundirlo. Parece algo natural, y lo es. Pero también sorprende o inquieta a las personas –investigadores científicos incluidos– menos acostumbradas a esa magnífica interacción social que las nuevas tecnologías, redes y valores están haciendo posible.
Sinceramente, Precipita está concebida y gestionada con una inteligencia y eficiencia asombrosa, inhabitual en España; por personas muy competentes y conocedoras de lo que necesita la investigación. A través de Precipita hemos recaudado ya más de 10.000€ , una cifra respetable pero todavía alejada de los 24.000 € que quisiéramos alcanzar. Se pueden hacer aportaciones a partir de 10 €. “Levantar” estas cantidades complementa los fondos que obtuvimos a través del Gobierno de España (dinero de los contribuyentes) y La Marató de TV3 (ídem). En muchos países con un buen nivel educativo y científico las donaciones directas de particulares son complementarias de las donaciones indirectas (vía impuestos y Administraciones). Personalmente, la experiencia de micromecenazgo nos aporta reflexiones y emociones de ciudadanos que de otro modo no viviríamos. Nos está permitiendo conocer, por ejemplo, lo mucho que los ciudadanos aprecian la investigación sobre las causas ambientales del enfermar; ver que quien más aporta como individuo, mejor exige a empresas y Administraciones; o sentir la serena aflicción de quienes hacen una donación en homenaje a un familiar muerto por esa enfermedad que desde hace años también nosotros, a nuestra manera, combatimos.
Sabemos demasiado poco sobre las causas de una gran mayoría de cánceres. Sabemos especialmente poco sobre sus causas modificables, aquellas sobre las que podemos intervenir, para ponerlas bajo control. Y entre las causas modificables, sobre las que menos sabemos son las causas ambientales. Pues a menudo la responsabilidad de evitar un cáncer se le adjudica a cada uno o una de nosotras. No fume (buen consejo), haga actividad física y no engorde (bien, pero no siempre es fácil), coma más de esto y menos de lo otro, no se exponga a este u aquel cancerígeno en su trabajo... ¿Factores individuales o ambientales? Claro: ambos tipos están relacionados y debemos pensarlos de forma interactiva, dialéctica.
Aunque la investigación sobre diagnóstico y tratamiento del cáncer es importante, solo puede aplicarse a personas que ya sufren la enfermedad. ¿Obviamente? El empeño de muchos investigadores es descubrir causas de estas enfermedades sobre las que podamos intervenir para impedir su aparición. Es obvio, pero a veces lo olvidamos: si de una enfermedad no conocemos sus causas, no la podemos prevenir. Por tanto, es esencial identificar factores causales modificables.