Un nuevo escándalo de fraude medioambiental ha conmocionado a la sociedad. La empresa alemana Volkswagen, una de las más grandes del mundo, ha reconocido que ha manipulado las mediciones de gases contaminantes en millones de sus coches diésel que circulan por el mundo, mostrando una vez más la falta de escrúpulos de muchas grandes empresas que no dudan en poner en riesgo la salud de la población si pueden aumentar sus beneficios. Los coches diésel al cierre del año 2014 representaron el 66 % del total de los coches matriculados en España, el 32% eran de gasolina y menos del 2 % eléctricos e híbridos. La amplia predominancia del diésel se justifica en parte por el menor coste del gasóleo frente a la gasolina, el menor consumo y una aparente mayor durabilidad del coche, a pesar de su reconocido mayor nivel de contaminación ambiental. Pero los motores diésel no solo se usan en coches, son los más utilizados en la industria del transporte (camiones y trenes) y en maquinarias de la industria (minería y construcción). El nivel de emisiones depende de la antigüedad del motor, del mantenimiento y de los patrones de uso. En las emisiones de los motores diésel se distinguen una fase gaseosa en la que se encuentra monóxido de carbono, óxido de nitrógeno y compuestos volátiles orgánicos reconocidos como carcinógenos, como benceno y formaldehido. En la fase de partículas, hay carbono orgánico, cenizas, sulfatos y metales. Los hidrocarburos aromáticos policíclicos (cancerígenos reconocidos) y los nitroarenos (posibles cancerígenos) están principalmente en la fase de partículas pero también en la gaseosa.
Hay abundantes evidencias experimentales en ratas que muestran la aparición de cáncer de pulmón cuando son expuestas a extractos de partículas contenidas en el humo del diésel. Estudios in vitro y en vivo muestran un daño al ADN, daño oxidativo, y producción de diversas mutaciones. Desde hace más de 20 años que se investiga su efecto en seres humanos, especialmente en los que tienen una exposición ocupacional al diésel. En EEUU en trabajadores de minas (minería no metálica) se ha observado un aumento de hasta 2 y 3 veces el riesgo de cáncer de pulmón en los que han tenido una mayor nivel de exposición y un aumento del 40 % para trabajadores del ferrocarril. En conductores de camiones, se ha observado un aumento del riesgo de cáncer de pulmón, de entre un 40 al 80 %, controlando por el consumo de tabaco, con un mayor riesgo relacionado con la duración del trabajo y utilizando marcadores de exposición en la cabina. En un amplio análisis conjunto de 11 estudios epidemiológicos de Europa y Canadá, se encontró un aumento del riesgo de cáncer de pulmón, controlando el consumo de tabaco, utilizando una matriz de ocupación-exposición, que mostro una dosis respuesta (aumento del riesgo conforme aumentaba el nivel y la duración de la exposición al humo del diésel).
Voceros de la industria han intentado cuestionar estas evidencias. Artículos en revistas internacionales, en que se reconoce que han sido financiados por la Asociación Europea de la Manufactura de Automóviles, el Instituto Americano del Petróleo, la Organización Internacional de Manufactura de Vehículos de Motor, entre otros, han señalado presuntas limitaciones metodológicas de los estudios. Pero un comité de 24 expertos internacionales, reunidos en junio del 2012 en la Agencia Internacional de Investigación del Cáncer de la OMS, después de evaluar críticamente toda la evidencia de los estudios en animales y los estudios epidemiológicos en poblaciones humanas concluyó que “hay suficiente evidencia en humanos de la carcinogenicidad del humo de los motores diésel” y clasificó al humo de los motores diésel como seguros cancerígenos para el hombre.
El humo de los motores diésel no solo afecta a los conductores, el tráfico automotor contamina la atmosfera que respiramos, incrementando el riesgo de enfermedades respiratorias, cardiovasculares y cáncer de pulmón. La sociedad no puede permitir que un fraude a escala colosal, aumente nuestro riesgo de enfermar y morir por la contaminación ambiental.
Un nuevo escándalo de fraude medioambiental ha conmocionado a la sociedad. La empresa alemana Volkswagen, una de las más grandes del mundo, ha reconocido que ha manipulado las mediciones de gases contaminantes en millones de sus coches diésel que circulan por el mundo, mostrando una vez más la falta de escrúpulos de muchas grandes empresas que no dudan en poner en riesgo la salud de la población si pueden aumentar sus beneficios. Los coches diésel al cierre del año 2014 representaron el 66 % del total de los coches matriculados en España, el 32% eran de gasolina y menos del 2 % eléctricos e híbridos. La amplia predominancia del diésel se justifica en parte por el menor coste del gasóleo frente a la gasolina, el menor consumo y una aparente mayor durabilidad del coche, a pesar de su reconocido mayor nivel de contaminación ambiental. Pero los motores diésel no solo se usan en coches, son los más utilizados en la industria del transporte (camiones y trenes) y en maquinarias de la industria (minería y construcción). El nivel de emisiones depende de la antigüedad del motor, del mantenimiento y de los patrones de uso. En las emisiones de los motores diésel se distinguen una fase gaseosa en la que se encuentra monóxido de carbono, óxido de nitrógeno y compuestos volátiles orgánicos reconocidos como carcinógenos, como benceno y formaldehido. En la fase de partículas, hay carbono orgánico, cenizas, sulfatos y metales. Los hidrocarburos aromáticos policíclicos (cancerígenos reconocidos) y los nitroarenos (posibles cancerígenos) están principalmente en la fase de partículas pero también en la gaseosa.
Hay abundantes evidencias experimentales en ratas que muestran la aparición de cáncer de pulmón cuando son expuestas a extractos de partículas contenidas en el humo del diésel. Estudios in vitro y en vivo muestran un daño al ADN, daño oxidativo, y producción de diversas mutaciones. Desde hace más de 20 años que se investiga su efecto en seres humanos, especialmente en los que tienen una exposición ocupacional al diésel. En EEUU en trabajadores de minas (minería no metálica) se ha observado un aumento de hasta 2 y 3 veces el riesgo de cáncer de pulmón en los que han tenido una mayor nivel de exposición y un aumento del 40 % para trabajadores del ferrocarril. En conductores de camiones, se ha observado un aumento del riesgo de cáncer de pulmón, de entre un 40 al 80 %, controlando por el consumo de tabaco, con un mayor riesgo relacionado con la duración del trabajo y utilizando marcadores de exposición en la cabina. En un amplio análisis conjunto de 11 estudios epidemiológicos de Europa y Canadá, se encontró un aumento del riesgo de cáncer de pulmón, controlando el consumo de tabaco, utilizando una matriz de ocupación-exposición, que mostro una dosis respuesta (aumento del riesgo conforme aumentaba el nivel y la duración de la exposición al humo del diésel).