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Tres años de retraso en el primer hospital transfronterizo de Europa

La trompetería de las inauguraciones oficiales se desatará este mes de setiembre cuando inauguren de una vez, si no se aplaza de nuevo, el flamante hospital transfronterizo de la Cerdaña, una experiencia pionera en toda Europa que lleva tres años cerrado por falta de presupuesto de los acabados, en el mismo momento que el departamento de Sanidad de la Generalitat cierra ambulatorios y reduce camas de los hospitales.

La mitad de la Cerdaña pertenece a Francia desde el Tratado de los Pirineos de 1659. Otro tratado más inteligente fue firmado el 26 de abril de 2010 por el gobierno tripartito de la Generalitat de Catalunya y el gobierno de París para construir conjuntamente el primer hospital transfronterizo de Europa en las afueras Puigcerdá, con un presupuesto compartido de 39 millones de euros, de los que la Unión Europea aportó 19 millones. Contará con 200 médicos y personal auxiliar de ambos países para atender a 35.000 habitantes de los dos lados de la Cerdaña, que durante la temporada de esquí y terceras residencias pueden llegar a 150.000. La Generalitat se mostró orgullosísima de poder firmar el acuerdo directamente con un gobierno estatal vecino, gracias al patrocinio de la Unión Europea, mientras Francia retrataba una vez más su centralismo con la participación del ministro de Sanidad del gobierno de París, sin ceder la representación a la administración territorial del Consejo General de los Pirineos Orientales.

El nuevo edificio de líneas modernas se empezó a construir en 2009. Quedó finalizado en 2011, tal como estaba previsto, aunque cerrado, inerte y esperpéntico, a la espera del último tramo de inversión en el equipamiento interno. Una iniciativa como esta de restitución de la lógica territorial por encima de las fronteras artificiales se ha visto alterada en su imagen de calidad por un retraso presupuestario de tres años. La segunda quincena de este mes de setiembre se inaugurará finalmente, si se cumplen las previsiones. Nadie hablará en la tribuna de oradores de los tres años perdidos y lo que simbolizan de ineficacia de la gestión pública.

La trompetería de las inauguraciones oficiales se desatará este mes de setiembre cuando inauguren de una vez, si no se aplaza de nuevo, el flamante hospital transfronterizo de la Cerdaña, una experiencia pionera en toda Europa que lleva tres años cerrado por falta de presupuesto de los acabados, en el mismo momento que el departamento de Sanidad de la Generalitat cierra ambulatorios y reduce camas de los hospitales.

La mitad de la Cerdaña pertenece a Francia desde el Tratado de los Pirineos de 1659. Otro tratado más inteligente fue firmado el 26 de abril de 2010 por el gobierno tripartito de la Generalitat de Catalunya y el gobierno de París para construir conjuntamente el primer hospital transfronterizo de Europa en las afueras Puigcerdá, con un presupuesto compartido de 39 millones de euros, de los que la Unión Europea aportó 19 millones. Contará con 200 médicos y personal auxiliar de ambos países para atender a 35.000 habitantes de los dos lados de la Cerdaña, que durante la temporada de esquí y terceras residencias pueden llegar a 150.000. La Generalitat se mostró orgullosísima de poder firmar el acuerdo directamente con un gobierno estatal vecino, gracias al patrocinio de la Unión Europea, mientras Francia retrataba una vez más su centralismo con la participación del ministro de Sanidad del gobierno de París, sin ceder la representación a la administración territorial del Consejo General de los Pirineos Orientales.