Jordi Cuixart: “El único problema de convivencia que hay son los 52 diputados de extrema derecha”
Cuando Jordi Cuixart (Santa Perpètua de Mogoda, 1975) entró en la cárcel, Òmnium Cultural tenía 70.000 socios. Han pasado más de dos años y ahora la entidad que preside supera los 182.000. En este tiempo, él se ha convertido en un referente que supera el ámbito de los partidos independentistas. Tras el cristal de un locutorio de la cárcel de Lledoners explica que la prisión ayuda a tener perspectiva, a no dejarse llevar por el regate corto de las tácticas electorales, y por eso se muestra convencido de que más pronto o más tarde acabará configurándose una mesa de diálogo para buscar una solución al conflicto catalán.
El presidente de Òmnium reprocha a Pedro Sánchez que esta campaña haya “comprado el relato de Vox” y le insta a rectificar mientras que elogia a Pablo Iglesias por su “valentía” a la hora de defender una posición que considera que es de sentido común. Cuixart, condenado a nueve años de cárcel, insiste en que no cometió ningún delito. Se reafirma en su defensa de la desobediencia civil y recuerda que por definición esta no puede ser violenta.
¿Le ha sorprendido el resultado electoral?
Sorpresa no. El resultado refleja la realidad que hay en Catalunya, aunque los partidos españoles se empeñen en cerrar los ojos y mirar hacia otro lado: en Catalunya hay una mayoría absoluta de ciudadanos que piden una solución política. Las formaciones soberanistas que reclaman un referéndum de autodeterminación han superado con creces el 50% de los votos. Es una evidencia y Pedro Sánchez, si acaba siendo el futuro presidente del Gobierno, no puede desoír este clamor. No le queda más que rectificar y de una vez por todas sentarse y dialogar.
¿Qué le parece el preacuerdo firmado entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias?
Estamos ante un preacuerdo y no tienen los apoyos suficientes para que vaya adelante. Nos preocupan algunas carencias muy graves del preacuerdo firmado con Podemos, que no afronta la vulneración de derechos y la represión que se vive en Catalunya y por extensión en todo el Estado; ni una palabra de derogar la ley Mordaza y la reforma laboral, cuestiones capitales, entre muchas otras. Hablar de un problema de convivencia en Catalunya no es un buen comienzo. Aquí hay un conflicto político que hay que afrontar y solucionar políticamente. El único problema de convivencia que hay son los 52 diputados de extrema derecha que hay ahora mismo en el Parlamento español.
¿Qué opina de la campaña que ha hecho Pedro Sánchez?
Lo que ha pasado es que el PSOE ha comprado el relato de la extrema derecha de Vox.
¿Y sobre la de Pablo Iglesias?
Quiero reconocer muy profundamente la valentía que ha tenido Pablo Iglesias en estas elecciones. Unidas Podemos es el único partido estatal que ha afrontado la situación de Catalunya con un mínimo de sentido común y prudencia.
¿Cómo interpreta la debacle de Ciudadanos?
Ciudadanos ha sido víctima de la bestia que ellos mismos crearon. Nacieron con el Estatut y han muerto con la sentencia que es consecuencia de ese Estatut.
¿El independentismo asume alguna responsabilidad en el auge de Vox?
La responsabilidad del auge de Vox la pueden encontrar más fácilmente en la amnistía al franquismo que se aprobó en el Congreso el año 78. Siento dolor cuando se pretende culpabilizar al soberanismo acusándolo del auge del populismo y el totalitarismo en el Estado. Es un resurgir a nivel mundial y nunca asumiré un papel victimista pero como decía Rosa Luxemburgo; “Quien no se mueve no siente las cadenas”.
El anticatalanismo de Vox se alimenta del PP recogiendo firmas contra el Estatut el año 2006. Y lo que es más grave es que parece que el PSOE le ha comprado parte del relato, renunciando a aquello que era nuclear en el socialismo español: El estado plurinacional y la fraternidad entre los pueblos de España.
¿Sin una mesa de negociación, como pide ERC, el independentismo debe bloquear la investidura a riesgo de ir a unas terceras elecciones?
Nosotros no entraremos nunca en el regate corto de las elecciones. Pensamos que hablar es un primer paso porque nos acerca a un acuerdo. Pueden alargarlo más o menos. En la cárcel coges perspectiva y es evidente que más pronto o más tarde habrá una mesa de diálogo. Debemos salir del barrizal de las palabras que no propician los consensos. Los partidos estatales hablando de convivencia, los independentistas hablando de unidad...Menos hablar de convivencia y unidad y más trabajar por la unidad y la convivencia.
¿Todavía piensa que no hay solución que no pase por el PSC?
Por supuesto, el PSC tiene un gran peso en la área metropolitana, cuando hablamos de fortalecer los grandes acuerdos de país interpelamos también al PSC y a sus votantes. El PSC ahora es parte del problema pero debe ser parte de la solución, como lo es el PSOE. Y cómo lo deberá ser la monarquía, que hoy es el principal responsable de la represión. No dudo que veremos el día que los distintos actores se sentaran alrededor de una mesa de negociación. Esto es lo que persigue la lucha no violenta y la desobediencia civil, forzar a los políticos y los poderes del Estado a escuchar la voz de la ciudadanía que ahora ignoran y reprimen. Ahora puede parecer quimérico pero el día llegará.
En el marco de la Plataforma Som el 80%, promovida por Òmnium y impulsada por activistas, políticos y personalidades encontramos buena parte de la esencia de lo que durante muchos años también ha representado el punto de encuentro del catalanismo.
Pide que la monarquía sea parte de la solución. ¿Qué debería hacer el rey?
El rey decidió posicionarse, es parte del conflicto y debe serlo de la solución. Ejerce de máximo representante del Estado y no opta por un papel simbólico como vimos el 3 de octubre del 2017 o ahora cuando ha estado en Barcelona haciendo campaña electoral.
Ni en 2017 ni después, ni con el PP ni con el PSOE se ha conseguido forzar una negociación. ¿Qué le hace pensar que esto puede cambiar?
En primer lugar que dos años es muy poco tiempo para la resolución de en un conflicto que viene de lejos, como mínimo de la sentencia contra el Estatuto de Autonomía del 2006. La mayoría de los catalanes y catalanas apuestan por una salida dialogada al conflicto y el fin de la represión. Este es uno de los grandes consensos de país que todos tenemos la responsabilidad de fortalecer. Evidenciar la falta de voluntad o incapacidad de diálogo por parte de los representantes políticos o el Estado, también forma parte de la estrategia de confrontación para lograr que se produzcan escenarios que propicien el diálogo.
¿Sin un referéndum no hay solución?
La solución debe pasar por las urnas, debe ser una solución democrática y no una que se acuerde en los despachos.
Es de los que defiende que el independentismo debe asumir que con manifestaciones no es suficiente y le pide más “sacrificios”. ¿Qué tiene quehacer?
Yo no soy nadie para decir a la gente lo que debe estar dispuesta a sacrificar, pero sí que planteo que con el esfuerzo actual hemos llegado hasta aquí, que no es poco, pero que al mismo tiempo para afrontar los grandes retos que tenemos como colectivo y en el conjunto de la humanidad, es evidente que hace falta más compromiso. Y esto va des de la defensa de los derechos civiles y políticos en el Estado español, del derecho a la vida en el Mediterráneo y en todo el mundo, a la preservación del planeta. Nunca renunciaremos a nada, siempre que sea pacífico y democrático.
¿Coincide con Oriol Junqueras cuando afirma que “pueden meterse el indulto por donde les quepa”?
Entiendo que es la manera de decir que no aceptaría ningún, más que hipotético, indulto. Yo ya dejé bien claro ante el Tribunal Supremo que asumo las consecuencias de todos mis actos, que no quiere decir que acepte la legitimidad de la pena y que por lo tanto no había arrepentimiento alguno. Tengo muy claro que como presidente de Òmnium, la principal entidad socio-cultural del país, con más de 180.000 socios, no puedo acogerme a ninguna medida de reinserción, ni a nada que suponga una renuncia en la defensa de los derechos que han sido condenados en este Juicio. Esto incluye el indulto, claro.
Tenemos que hacer mucha pedagogía en este sentido. Cuando Pedro Sánchez dice “haré cumplir íntegramente las condenas” es un brindis al sol. Todos los presos, políticos o sociales, cumplen íntegramente sus condenas. Sigues cumpliendo condena incluso cuando estás en libertad condicional, y ésta no finaliza hasta que firmas la libertad definitiva. En el caso de Jordi Sánchez y mío, esto será el 16 de octubre de 2026. Lo que varía es el grado de cumplimiento o tratamiento, y es en este punto donde yo siempre he dicho que, como presidente de Òmnium Cultural, mi prioridad no puede ser salid de la cárcel sino la resolución del conflicto político y, por lo tanto, no me acogeré a ningún hipotético indulto ni medida de reinserción o resocialización. Si un día me dan el tercer grado, está claro que lo aceptaré.
Lo que ya he explicado en varias ocasiones es que no he querido firmar ningún documento que diga que me arrepiento de lo que he hecho o que estoy dispuesto a rehabilitarme, porque soy un presos político. Pero eso no quiere decir que si el reglamento penitenciario me permite salir no quiera salir.
Esta semana miles de personas se han autoinculpado siguiendo el ejemplo de los 30 activistas del resto del Estado que lo hicieron en los tribunales de Madrid al inicio del juicio. Me parece que esta es la respuesta más interesante que se puede dar desde la sociedad civil, como defensa del derecho de manifestación, reunión o disidencia política, y no solo en Catalunya sino en todo el Estado. Esto va mucho más allá del soberanismo.
No quiere el indulto, pero ¿ve posible la amnistía?
La amnistía es una reivindicación legítima y forma parte de los instrumentos que tiene el Estado para dar una solución. No podemos renunciar a ello porque queremos salir de la cárcel y nada de lo que hemos hecho es delito.
¿Si tuviese la oportunidad de poder hablar con el juez Marchena, qué le diría?
Que él no pinta nada. Lo digo sin rencor. Esto es un conflicto político en el que él ha querido asumir un papel que no le correspondía.
Según una reciente encuesta de El Periódico, un 62% de los catalanes estaban a favor de indultarles y justo el mismo porcentaje, un 62%, de españoles estaban en contra. ¿Cómo lo interpreta?
Que hay cerca de un 40 % de ciudadanos del Estado que intuyen que hay algo aquí que va mal y que estamos hablando de un conflicto político que solo se puede resolver con más política. Y un 40% pese a la presión mediática y política que criminaliza el independentismo es una cifra nada despreciable. Las manifestaciones en Madrid, Sevilla o Donostia contra la sentencia han sido muy importantes. No conseguirán confrontarnos con los distintos pueblos de España. Somos pueblos hermanos.
Ya lo dije durante el juicio y para sorpresa del algún juez, yo me siento también medio español, mi de madre nació en Murcia y estoy muy orgulloso de ello, pero esto no me impide defender que Catalunya tiene derecho a decidir su futuro político y yo defiendo que sea en forma de República, una república soberana en el marco de la Unión Europea que estreche sus lazos de fraternidad con el resto de la Península ibérica y las dos riberas del Mediterráneo.
Cita a menudo a Gandhi, a la acción no violenta y la desobediencia civil. ¿Existe el riesgo de que alguien crea que la única manera de seguir es con violencia?
Por desgracia los estados modernos se han ido construyendo encima de los cimientos de la violencia y una relación de amenaza constante con la ciudadanía; Desde los ejércitos a la violencia estructural, que es de la que menos se habla pero es la más extendida. Un 25% de la población de Catalunya vive en riesgo de exclusión social, como ocurre en otras zonas del Estado, y nuestros gobernantes permiten que mueran miles de personas ahogadas en el Mediterráneo cada año.
En lo que refiere al movimiento soberanista, quizás alguien podría tener la tentación de canalizar sus frustraciones políticas mediante la violencia pero me permito mantener una confianza granítica con el conjunto de la sociedad catalana que muy mayoritariamente ha renunciado siempre al uso de la violencia. Por desgracia, y después de los más de mil heridos del 1 de octubre, es evidente que el Estado no comparte la necesidad de renunciar a la violencia.
Aunque la ciencia demuestra que, estadísticamente, los movimientos que apuestan por convicción o estratégicamente, por la noviolencia tienen más éxito en la consecución de sus objetivos que los que han optado por la vía violenta, yo no me considero un noviolento estratégico, sino de profundas convicciones éticas. A pesar de las muchas contradicciones del personaje, confieso que siento una profunda admiración por Gandhi y la lucha noviolenta para lograr la independencia de la India. Es uno de los mejores ejemplos que podemos encontrar.
Uno de los CDR encarcelados ha admitido que fabricó explosivos. ¿Esto supone el cruce de una línea roja que nunca se debería haber cruzado?
Nosotros sabemos lo que es no respetar la presunción de inocencia ni los derechos procesales. He visto algunas imágenes de las declaraciones y me causaron estupor y preocupación. Y no solo por el contenido sino también por las denuncias que han llevado a cabo las defensas de los acusados alrededor de las circunstancias bajo las que se produjeron estas declaraciones. Me reafirmo, sin ningún tipo de matiz, en el uso de la lucha noviolenta y la desobediencia civil, que es noviolenta por definición, como único instrumento para defender los derechos civiles y políticos de la ciudadanía. Siempre hemos condenado todas las violencias.
¿Se precipitó el independentismo en tildar de presos políticos a los detenidos sin conocer el sumario del caso?
Tenemos argumentos suficientes para dudar de las investigaciones de la Guardia Civil. Durante 2 años he sido acusado por la Fiscalía de liderar un delito de rebelión (que precisa de armas) en base a unos informes de la Guardia civil que se han demostrado totalmente torticeros. Yo no soy nadie para repartir carnés de presos políticos. Defiendo la desobediencia civil y esta implica rechazar cualquier tipo de violencia, pero ya hemos visto en numerosas ocasiones como las cloacas del Estado son muy profundas. Cada cual que saque sus propias conclusiones.
En lo que sí que insisto es en que nos quieren divididos y violentos y debemos permanecer unidos y escrupulosamente pacíficos. Y por eso seguimos denunciando la brutalidad policial de la policía y de la Guardia civil durante el 1 de octubre que dejaron a cerca de mil ciudadanos heridos.
¿Qué les respondería a los independentistas que explican que se les ha acabado la paciencia y piden más radicalidad?
Comparto el concepto de radicalidad democrática. Esto implica ser más y más determinados. Que quiere decir no dejarnos nadie por el camino y asumir plenamente las consecuencias de nuestros actos. La falta de propuestas por parte de los partidos políticos es una irresponsabilidad y desde la sociedad civil tenemos el reto de presionar a los políticos, todos, para que hagan su trabajo que quiere decir escuchar y dar respuesta a las demandas planteadas por la ciudadanía; Solución dialogada al conflicto, amnistía y regreso de los exiliados.
¿España es como Turquía?
No. España es una democracia consolidada con tics autoritarios que van a más. Desde el cierre de páginas web a los imputados por la ley mordaza o algunas sentencias sobre la violencia de género.
Fue de los primeros y casi el único en reclamar nuevos liderazgos en el independentismo. Los partidos no le han hecho mucho caso.
No tienen ninguna obligación, pero creo que a la larga se impondrá la cruda realidad y más pronto que tarde, los habrá y de hecho ya se están produciendo, Marcel Mauri es el ejemplo más claro. Si alguna cosa ha demostrado el procés es que está por encima de los liderazgos personales; fijémonos, Artur Mas, Anna Gabriel, Carme Forcadell o la queridísima Muriel Casals, eran las caras visibles del movimiento hace menos de cuatro años y hoy ya estamos hablando de una nueva oleada de liderazgos que va a reemplazar a los que fuimos sus humildes sucesores. Esta es una de las fortalezas que más me gusta del movimiento; no va de líderes mesiánicos, va de la gente de a pie.
Los partidos han sido incapaces de tener una respuesta unitaria a la sentencia. ¿De quién es culpa?
Si dedicamos tanta energía a buscar culpables no nos va a quedar para encontrar las soluciones. Es una cuestión de responsabilidad y sentido de estado. Las estrategias de partido son legítimas pero Govern y Parlament tienen que dar una respuesta a las sentencias, para iniciar esta etapa con una nueva cultura política basada en la empatía y en la capacidad de tejer complicidades duraderas en el tiempo. Las relaciones de confianza son como la amistad, se tienen que ir cuidando, si no se marchitan. Soy optimista en el medio plazo.
¿Qué piensa del president Torra?
Que me gustaría mucho que Pedro Sánchez le cogiera el teléfono y se pusieran a hablar de una vez por todas.
En lo que coinciden todos los sondeos es en la baja valoración del president y de su gestión. ¿Tiene sentido seguir o sería mejor adelantar las elecciones?
Sería una grave negligencia que como presidente de Òmnium Cultural le respondiera a esta pregunta. La política debe servir al pueblo, este es el sentido de la democracia. Yo soy un activista y no un político. Nosotros no somos un partido, sino una entidad cívico-cultural. Nuestra misión es la defensa de los derechos civiles y políticos así como promover la lengua y cultura catalanas como elementos de cohesión social. Nuestra fuerza es la de la ciudadanía movilizada, incluso cabreada, si una huelga sectorial o general no molesta no es huelga ni es nada.
¿Sigue defendiendo que en la cárcel hay momentos en los que uno puede ser feliz?
Claro, aunque la felicidad tiene que ver con saber escucharse a uno mismo, la felicidad no necesita razones; la vida no tiene sentido, tú das sentido a la vida y humildemente nunca he renunciado a dar sentido a mi paso por la cárcel. La cárcel es también un altavoz para denunciar la vulneración de derechos fundamentales que estamos sufriendo. Ojalá terminara la represión y pudiéramos salir todos, pero tanto si es así como si no lo es, no pienso renunciar nunca a mi felicidad, que en el fondo es donde reside la esencia de nuestra propia libertad.