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La CUP complica la reelección de Artur Mas

Artur Mas se dirige al público en el acto final de Junts pel Sí / SANDRA LÁZARO

Arturo Puente

Cuando el president Artur Mas acabó de negociar su ansiada lista conjunta con ERC, bajo el nombre de Junts pel Sí, se aseguró de dejar cerrado uno de los principales aspectos que le movían a hacerla: ser el candidato a la presidencia. El líder de CDC cambiaba así las siglas de CiU, que daban muestras de estar agotadas, por una candidatura capaz de conseguir amplias mayorías, con nombres relevantes de la sociedad civil e igualmente liderada por él. Pero los planes de Mas para ser reelegido comienzan a complicarse ante unas encuestas que dejan a Junts Pel Sí por debajo de la mayoría absoluta, y una CUP como único socio posible en el independentismo que asegura no tener ninguna intención de favorecerlo.

La candidatura de la izquierda independentista se ha negado desde el primer momento a prestar sus votos a Mas pero, en el escenario que pintan la mayoría de encuestas, la abstención de los cupaires sería suficiente para permitir la investidura. Esta fue una posibilidad considerada en un primer momento por la formación, pero que se ha ido diluyendo durante la campaña. Durante los últimos días los candidatos de la CUP han rechazado de plano la posibilidad de hacer president al líder de Convergència por acción u omisión, y en la organización se ha instalado la idea de usar la llave del Govern, si la tienen, para bloquear a Mas. Candidatos como Anna Gabriel o Josep Manel Busqueta, números dos y tres de la lista por Barcelona, se han mostrado tajantes sobre el tema.

El compromiso de la lista de Junts pel Sí de reelegir a Artur Mas fue alcanzado el 13 de julio por el propio Mas y el presidente de ERC, Oriol Junqueras, en un aparte entre ambos, sin el resto de representantes de partidos y entidades soberanistas que estaban reunidas en el Palau de la Generalitat para acabar de configurar la lista. Así lo recuerdan fuentes de la CUP, que destacan que convertir a Mas en president es “un acuerdo entre CDC y ERC, pero de nadie más”. “No es un hombre de consenso”, repiten las mismas fuentes, “si quieren un gobierno de unidad independentista tendrán que buscar un nombre que aceptemos todos”.

El órdago de la CUP comienza a ser tomado tan en serio en el seno de la formación que algunas voces valoran ya los costes de bloquear las votaciones de investidura y acabar en otras elecciones, ante la expectativa de que Convergència no se mueva. Saben que la negociación será dura, tal como el president acostumbra, y que el potente foco mediático partidario de las tesis de Mas estará sobre ellos. Más imprevisible es la posición que pueden tener las entidades en esto, aunque en las últimas negociaciones se han plegado a las fórmulas salidas del Palau por encima de las propuestas por otros partidos.

Preguntado en Onda Cero por la posibilidad de que la CUP pidiera su cabeza para apoyar un gobierno de Junts pel Sí, el miércoles 16, en plena campaña electoral, el president dejó ver una de sus cartas en la negociación. “Si votan en contra [la CUP] y todos los demás votan en contra, alguien tendrá que dar explicaciones de cómo se aborta un proceso de esta magnitud por el hecho de que no se permite que haya un gobierno en Catalunya o un presidente de este gobierno”, aseguró Mas. La amenaza de abortar el procés por la vía de retirar el apoyo de Convergència volvía a ponerse sobre la mesa, tal y como ha estado en ocasiones anteriores cuando ha habido riesgo de perjudicar los intereses de Mas.

Con unas encuestas que dejan a Junts pel Sí al borde de la mayoría absoluta y ante la línea roja marcada por la CUP, la pregunta que ha surgido en el independentismo es cuáles podrían ser los planes alternativos de Mas. En un escenario normal existiría la tentación de rebajar la aspiración independentista y buscar las complicidades de Unió –si llegase a entrar– o incluso del PSC, quien propone priorizar una negociación con Madrid, como ya lo estuvo en marzo pasado, cuando ERC amagó con no apoyar los presupuestos del Govern. Pero en esta ocasión un movimiento de este tipo a buen seguro tensionaría las relaciones entre los agentes implicados en la lista de Junts pel Sí, donde el peso de ERC es del entorno del 40%.

Uno de los elementos que más favorecen a Artur Mas en su apuesta por salir reelegido es que no se atisba ninguna mayoría alternativa a la suma de Junts pel Sí y la CUP. Catalunya Sí que es Pot se ha ofrecido en los últimos días para liderar un pacto de izquierdas, con ERC, la CUP y, quizás, el PSC, pero el caracter plebiscitario que los independentistas han dado a estas elecciones hace descartar esta posibilidad. Tampoco Inés Arrimadas parece poder contar con los apoyos de Catalunya Sí que es Pot para encabezar el “bloque del No” que la candidata de Ciutadans ha propuesto a PP y PSC. En el escenario que dibujan las encuestas, en el que no salen las sumas por el otro lado, si Convergència no cediese ante la CUP sobre el candidato a president, la única posibilidad de que Mas no consiga la reelección sería que los cupaires forzaran unos nuevos comicios, en los que podrían salir perdiendo por efecto del voto útil.

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