En unas elecciones especiales –y nadie duda de que las del 21D lo son– los votantes reclaman respuestas especiales. En escenario abierto como pocas veces, los partidos catalanes se han puesto a buscar estas respuestas, empezando por la confección de las listas. Y el resultado son candidaturas poco comunes. En primer lugar porque en las listas del PDeCAT y ERC habrá personas que se encuentran privadas de libertad o reclamadas por la justicia.
Pero también porque en las principales listas destaca el importante peso de los candidatos independientes. Decenas de nombres sin vinculación anterior con los partidos han saltado a la arena política y se han postulado de la mano de las formaciones. Ha ocurrido en JxCat y en ERC, pero también en el PSC e incluso de Ciudadanos. Más allá de la cuestión de imagen, muchos de estos independientes incluso ocupan los preciados “puestos de salida”, números de lista que podrían obtener escaño y que los partidos siempre reparten con cautela.
El caso paradigmático es el de la lista del PDeCAT que encabezará Carles Puigdemont con el nombre de Junts per Catalunya. En el número dos acudirá Jordi Sànchez, presidente de la ANC encarcelado. A él le siguen hasta cinco miembros cesados del Govern, que se encuentran en prisión incondicional o reclamados por la justicia en Bruselas. Pero, en el número 8, aparece Eduard Pujol, exdirector de la radio RAC1 y que será el portavoz de la campaña, pese a no tener carné del PDeCAT. Entre los siguientes 12 nombres hay otra media docena de independientes.
Josep Costa, profesor de teoría política en la Universitat Pompeu Fabra, es uno de ellos. Costa va en el número 17 y explica que, en su caso, la propuesta le llegó por sorpresa. “No tuve mucho tiempo de pensarlo”, asegura, “pero como politólogo y estudioso de los procesos de independencia realmente no hubiera encontrado ningún argumento para justificar decir que no”.
La batalla de los independientes
La competición por sumar nombres independientes viene de largo en el mundo independentista, siempre ávido por demostrar transversalidad y amplio apoyo social. Durante las duras negociaciones de 2015 entre Convergència y ERC para formar una candidatura, Artur Mas presionó con la posibilidad de tejer la llamada “lista del president” en torno a si mismo. Finalmente Oriol Junqueras se avino a formar JxSí, pero la idea de los independientes, lejos de descartarse, se convirtió en materia prima para la candidatura independentista que ganó el 27-S.
Junts pel Sí tenía independientes, pero este no es un fenómeno nuevo en la política catalana. En 1999, a la candidatura de Pasqual Maragall en el PSC se sumó la plataforma Ciutadans Pel Canvi, como un grupo de independientes con perfil propio que ayudaron a los socialistas a ganar, por primera vez, las elecciones a la CiU de Pujol.
“Hay dos razones fundamentales que explican la apuesta de los partidos por los independientes”, contextualiza Sebastián Lavezzolo, profesor en la Universidad Carlos III de Madrid: “Por un lado la crisis de representación de los partidos, un fenómeno que se da en diferentes lugares Europa. Por otro, la tendencia desde los 80 de una bajada de militantes en los partidos, que hace que estos se vean más necesitados de irse a fuera a buscar candidatos competentes”.
Lavezzolo además señala al clima tecnocrático que vive la política. “Tanto PP como C's, y también Convergència y el PSOE, han buscado muchas veces perfiles técnicos, como una forma de señalizar al electorado su competencia, la capacidad de hacer las cosas bien”, indica el politólogo. En el caso independentista, a su parecer, también se busca una idea de transversalidad. “Se intenta romper con el clivage clásico ideológico, para explicar que el debate no es izquierdas o derechas sino un nuevo país”, asegura.
“Un paso adelante por la república”
Esta idea de “lista de país” también han impregnado la candidatura de ERC. En la lista republicana por Barcelona independientes como la escritora Jenn Díaz, el activista Ruben Wagensberg o la profesora Najat Driouech destacan detrás de los miembros cesados del Govern o de la presidenta del Parlament, Carme Focadell, que eludió la prisión pagando fianza. “Para mi hubo un antes y un después del 1 de octubre”, asegura Jenn Díaz para explicar cómo una escritora en lengua castellana y que hasta el momento no se había pronunciado políticamente decidió dar ese paso.
“Hasta el momento he tenido un compromiso político muy discreto como escritora. Además mi familia es muy apolítica, y yo nunca había militado en ninguna causa antes”, asegura Díaz, quien, sin embargo, considera que en el momento actual, su responsabilidad es “mojarse por la república”. “Esta república no la harán los independentistas de toda la vida, también por gente como yo, que no nos dice nada una estelada pero defendimos colegios el día 1 de octubre”, remacha.
Lo extraordinario de la situación política es una razón que comparten muchos fichajes de los partidos. “Es fruto de la excepcionalidad del momento y la energía cívica que ha desatado el movimiento soberanista, que desde hace tiempo desborda los partidos”, asegura Costa. También pesa la sensación de poder comenzar una nueva etapa política. Para Jenn Díaz, esta etapa es la república. Para Beatriz Silva, número cuatro en la lista del PSC, el objetivo también es conseguir algo nuevo, aunque de signo contrario: acabar con el 'procés'.
Paso adelante de la sociedad civil
“Hemos llegado a un punto de crisis política tan fuerte que pensé que tenía que aportar mi granito de arena para solucionar de una vez este conflicto que ha durado tantos años”, asegura la periodista Beatriz Silva. En su caso, la motivación para extender su actividad política más allá de la organización Federalistas d'Esquerres (FdE) e integrarse como candidata socialista es “acabar con el monotema de la independencia”.
“Yo voy al Parlament a esforzarme por que se vuelva a hablar de políticas públicas”, asegura. Militante comunista durante años, Silva considera saludable que haya ciudadanos de base que se incorporen a los parlamentos, pero objeta: “Siempre que tengan algo que aportar”. A su parecer, bajo la tendencia de los candidatos independientes se ha escondido una espectacularización de la política que en nada ayuda a los ciudadanos. “En los parlamentos tienen que estar quienes tengan herramientas y sepan legislar; si se buscan los más famosos acaba ganando Trump”, alerta.
El caso de Silva, miembro de la junta de Federalistes d'Esquerres, ilustra cómo los partidos buscan en los movimientos civiles de su entorno sangre nueva para sus candidaturas. A Miquel Iceta le acompañan nombres, además de federalistas, provenientes de Unió, como el propio Ramón Espadaler.
En puestos más lejanos hay miembros de Societat Civil Catalana o de los sindicatos tradicionalmente vinculados a la socialdemocracia. Incluso el exdiputado de Podemos en el Parlamento Europeo, Carlos Jiménez Villarejo, cierra la lista de Barcelona. A la hora de hacer fichajes, los socialistas han aunado la búsqueda de transversalidad, de apertura a los movimientos sociales y la imagen de voto útil en la izquierda no independentista.