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ERC aprueba el acuerdo con el PSOE y da luz verde a la investidura de Sánchez

ERC facilitará la investidura de Pedro Sánchez. El Consell Nacional de los republicanos ha decidido este jueves respaldar el acuerdo con el PSOE al que han llegado sus negociadores, que compromete a los socialistas a abrir una negociación entre el Gobierno central y la Generalitat para la “resolución del conflicto” catalán y someter las conclusiones a una consulta. A cambio, los 13 diputados de Esquerra pasarán de su 'no' inicial a la abstención, lo que facilitaría a Sánchez poder ser reelegido presidente en segunda votación, que se celebrará el próximo martes. Tras conocer el pacto, el PRC ha decidido votar en contra de la investidura.

“Ponemos nuestros 13 diputados al servicio de la vía de diálogo pese al riesgo político que eso comporta”, ha dicho Pere Aragonès ante los miembros del Consell, donde ha destacado que el acuerdo alcanzado implica la bilateralidad y la posibilidad de plantear un referéndum de autodeterminación ante el gobierno central. “No somos ingenuos, no vamos a vender magia ni a engañar a la gente. Es posible que esta opción que nos permite hacer política no nos permita conseguir todo lo que queremos, pero nosotros creemos que merece la pena intentarlo”, ha asegurado el vicepresident de la Generalitat y máximo líder republicano en libertad.

El respaldo del Consell de ERC al acuerdo se daba por hecho desde el pasado lunes, después de que la Abogacía del Estado informase al Tribunal Supremo en favor de que Oriol Junqueras pudiera ejercer como eurodiputado hasta que se suspenda su inmunidad. Tras conocer la posición de los servicios jurídicos del Estado respecto al contencioso de su líder, la Ejecutiva de ERC se reunió en Barcelona y dio por acabada la negociación con el PSOE, dejando el aval final en manos de su máximo órgano de decisión.

Tal como se esperaba, el 95,6% de los miembros del Consell Nacional han acabado respaldando un acuerdo que desbloqueará la formación de un gobierno en España después de más de medio año desde la disolución de las Cortes, y que permitirá que acceda al Ejecutivo la primera coalición de izquierdas desde la recuperación de la democracia en 1978. Una situación que los republicanos siempre han tildado de “oportunidad histórica” desde que el PSOE y Unidas Podemos presentaran su preacuerdo dos días después de las elecciones.

Pero, en paralelo a la negociación, la presión de una parte del independentismo contra el pacto de ERC con el PSOE ha ido en aumento. Tanto que esta semana los roces han llegado al interior del Govern. Este jueves por la mañana el president de la Generalitat, Quim Torra, ha citado a su vicepresident y líder de ERC, Pere Aragonès, para comunicarle que el Govern, o al menos la mitad que detenta JxCat, no avala el pacto alcanzado entre republicanos y socialistas. La postura del president es relevante ya que precisamente el acuerdo contempla una negociación entre gobiernos, para lo que se necesita la participación del Ejecutivo catalán.

Mesa de negociación y consulta

Los equipos negociadores de PSOE y ERC han trabajado durante algo más de un mes para llegar a un acuerdo de poco más de un folio y con un lenguaje medido al milímetro. El acuerdo tiene dos únicos puntos, el primero para reconocer la existencia de un “conflicto de naturaleza política en relación al futuro político de Catalunya” que debe resolverse “a través de cauces democráticos, mediante el diálogo, la negociación y el acuerdo, superando la judicialización del mismo”. Este primer punto presenta importantes similitudes a lo recogido en la declaración de Pedralbes.

El segundo punto es el que establece una mesa de negociación entre gobiernos como el “instrumento político” para resolver ese conflicto. Además ahí se fijan las características del nuevo espacio, entre otras que ambas partes puedan aportar “con libertad de contenidos” sus propuestas detalladas sobre el futuro de Catalunya, o que comience a funcionar a los 15 días de la investidura. En cambio, no marca un calendario cerrado para el desarrollo de la negociación, algo que era un requisito para ERC, y que se prevé fijar más adelante.

Lo que sí se establece es el compromiso de llevar a cabo una consulta en Catalunya para validar “las medidas en que se materialicen los acuerdos”. Una validación ciudadana que en todo caso se llevará a cabo “de acuerdo con los mecanismos previstos o que puedan preverse en el marco del sistema jurídico-político”. En ERC consideran que, con este redactado, se ha abierto la puerta a la celebración de un referéndum en Catalunya, algo que consideran un éxito.

Vía dialogada y condicionar el Gobierno

“Asumimos nuestro papel de rompehielos de la negociación”, pregonó Aragonès hace solo dos semanas en el Congreso de su formación. En términos similares lo ha vuelto a expresar este jueves el vicespresident, cuando ha reconocido ante los suyos ser consciente de los “riesgos” que para su partido puede tener una operación como la que están a punto de emprender. Sin embargo, como ya ocurriera en el Congreso, el debate en el Consell Nacional ha sido tranquilo y, la decisión final, muy en la línea de los postulados por los que apuesta la formación con pocas fisuras internas.

Esquerra considera que debe aprovechar la correlación de fuerzas resultante en las últimas dos elecciones para condicionar todo lo posible al gobierno de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias. Hacer valer su posición de bisagra para la izquierda española y mantener la mano tendida a una solución dialogada es una combinación fuertemente enraizada entre los cargos y dirigentes republicanos. Y no solo de cara a lo que pueda pasar en el Congreso, sino también ante los posibles cambios de mayorías que pueda haber en Catalunya.

Para empezar, el acuerdo para la investidura allana el apoyo de los 'comuns' al proyecto de presupuestos de la Generalitat, que era uno de los objetivos de Aragonès para el inicio del año. Por contra, la negociación y su resultado ha agrietado aún más el Govern, donde JxCat bajo la batuta de Torra amaga con boicotear la mesa de negociación con Sánchez. Si esta amenaza se consuma, el aumento de la tensión entre los socios independentistas alcanzaría máximos nunca vistos hasta el momento, que coincidirían con la inhabilitación de Torra y un horizonte en el que no tardarán en celebrarse nuevas elecciones.

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