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Datos

El miedo a un gobierno de derechas activó a 200.000 abstencionistas en el cinturón de Barcelona

Álvarez de Toledo junto a Aznar en un acto de campaña.

Arturo Puente / Raúl Sánchez

El mejor dato de participación en unas elecciones generales en Catalunya se registró en 1982, cuando se llegó al 80,8% de voto. Aquel año más de un millón y medio de catalanes introdujeron la papeleta socialista para aupar a Felipe González hasta la Moncloa, una extraordinaria movilización que a partir de entonces se repetiría solo en contextos excepcionales, como en el fin del primer periodo del PSOE en 1996 (76,5%) o tras la última legislatura de José María Aznar en 2004 (75,9%).

La marabunta catalana no faltó a su cita el pasado domingo 28A, cuando Pedro Sánchez se jugaba el ejecutivo ante la alianza de PP, Ciudadanos y Vox, tres formaciones de derechas especialmente beligerantes con Catalunya. La posibilidad de que ese bloque llegara al Gobierno activó tanto la participación catalana que estuvo a punto de tocar el techo de 1982, aunque quedó finalmente algo por debajo, en el 77,6%. Entre el PSC y ERC sumaron casi medio millón de votos en la demarcación de Barcelona, de los cuales unos 200.000 no son imputables ni a la caída de los 'comuns', ni a la del bloque de la derecha, sino a abstencionistas que no votaban, al menos, desde el año 2004.

Aunque no batió el récord, la movilización del pasado domingo sí tuvo algo único: fue clave en la victoria de un partido independentista en Catalunya. La histórica victoria que este domingo firmó ERC llevó a la formación a superar el millón de votos y obtener un porcentaje superior al 20% en todas las demarcaciones. Pero si algún territorio ha tenido importancia en el triunfo de ERC, ese fue el primer y segundo cinturón de Barcelona, incluyendo la capital. Los republicanos obtuvieron unos 100.000 votos más que en 2016 de las principales veinte ciudades metropolitanas.

Por ciudades, la formación de Oriol Junqueras consiguió subidas de entre 4,5 y 7 puntos, entre las principales las de Sant Feliu de Llobregat (+7), Mollet del Vallès (+6,8), Vilanova i la Geltrú (+6,8), Castelldefels (6,6), Cerdanyola del Vallès (+6,4) o la ciudad de Barcelona (+6,4). Además, en importantes ciudades de la segunda corona  como Terrassa (20,9), Sabadell (21,7), Mataró (22,1) o Sant Cugat (26,8%), donde los republicanos ya hacían obtenían cifras, ahora ERC se ha consolidado con resultados por encima de la media metropolitana y en la segunda posición tras el PSC.



Lo contrario ocurrió con los 'comuns', quienes han registrado caídas de entre 6,7 y 12 puntos porcentuales. La bajada de En Comú Podem es general en todo el territorio, pero más aguda cuanto mejores resultados obtuvieron en 2016. Así, en ciudades que habían sido su talismán como Mollet del Vallès, Cerdanyola, Cornellà o Santa Coloma de Gramenet, quedaron en torno al 20% del voto describiendo pérdidas de más de 10 puntos. Solo en Barcelona, la candidatura de Ada Colau se dejó más de 50.000 votos conseguidos en las últimas generales. 



Los socialistas también obtuvieron importantes crecimientos en todas las ciudades metropolitanas. En la segunda ciudad de Catalunya, L'Hospitalet, los socialistas vuelven a reinar con un 36,1%, porcentaje similar al obtenido en Cornellà (36,2) o Santa Coloma (37,8). Estos son municipios que el PSC conservó en sus peores momentos durante la última legislatura. Y ahora ha vuelto a resurgir como una formación capaz de volver a ganar unas generales. Mientras, estas tres ciudades son el ejemplo de las zonas que más se le resisten a ERC, aunque en este 28A firma mejores resultados que de costumbre.

En la provincia de Barcelona, PSC y ERC aumentaron juntas 600.000 votos, que dieron para rescatar toda la caída de En Comú Podem (-185.000) y del PP (-200.000), y además movilizar al resto de votantes provenientes directamente de la abstención. En las principales ciudades de la conurbación de Barcelona, estos números se distribuyeron tal y como se muestra en la siguiente gráfica.

La pérdida de votos del PP es tan apurada que ni siquiera el ligero crecimiento de Ciudadanos y la llegada de Vox con porcentajes de entorno al 3% en algunas ciudades catalanas pudieron amortiguar su caída. En todas las ciudades analizadas el PSC logra además crecimientos mayores a la caída del bloque de derechas, que demostraría la eficacia de los socialistas para convencer también a electores 'comuns'. Consecuentemente, ERC crece por debajo del PSC en todas las ciudades aunque, en las que venía de un resultado mejor en 2016, aún logra quedar por delante de los socialistas, como ocurrió en la capital.

ERC ya venía comprobando en anteriores citas con las urnas la existencia de un nuevo independentismo urbano que crecía y se consolidaba más allá del elector que venía perdiendo la derecha independentista. En el referéndum del 1 de octubre de 2017, fue precisamente una inesperada movilización del cinturón barcelonés la que impulsó la participación en la caótica jornada. La misma tendencia se confirmó en las elecciones al Parlament del pasado 21 de diciembre, cuando el bloque secesionista ganó votos en las zonas en las que es más débil y lejos de los feudos tradicionales del nacionalismo catalán, como el Baix Llobregat o los dos valleses.

Aquellos datos ya pronosticaban que había un goteo paulatino pero importante de crecimiento de las opciones independentistas en las zonas metropolitanas, aunque podía ser achacado al contexto excepcional, en el referéndum por las cargas policiales y el 21D por ser unas elecciones convocadas bajo el 155. Este domingo, sin embargo, la apuesta por el independentismo pragmático de ERC acabó consolidando ese voto también en unas generales, los comicios más complicados para los partidos que no tienen entidad estatal. 

Zonas de interior, el otro pilar de la victoria

Los inéditos resultados de Esquerra en el cinturón urbano de Barcelona fueron uno de los puntales de la victoria electoral, y quizás el más perseguido por los dirigentes del partido. Pero el hito del millón de votos hubiera quedado muy lejos si el resto del territorio no se hubiera volcado con la formación de Oriol Junqueras. Ciudades de fuera del área metropolitana, como Lleida (26,6%), Girona (26,2) o Reus (24,1), han caído del lado de ERC con un vuelco histórico sobre anteriores resultados. 

Los bastiones tradicionales del nacionalismo catalán también han caído uno a uno del lado de Junqueras, como es el caso de Vic (33,4%), Berga (38,6%), como Igualada (32,1%) o Manresa (30,8%). Los resultados totales por circunscripción no engañan. ERC ha obtenido uno de cada tres votos en la provincia de Lleida, ha rozado el 30% en la de Girona y ha conseguido un 27% en Tarragona, ganando en las tres de forma holgada.

Los republicanos han arrebatado así a JxCat el reinado en la Catalunya interior que se les resistió en las elecciones al Parlament de diciembre de 2017, cuando ERC firmó buenos resultados en las ciudades grandes pero no así en las medianas ni en los pueblos. Carles Puigdemont pudo imponerse entonces a los republicanos por poco más de 10.000 votos. La revancha del partido de Junqueras ha consistido en doblar a sus socios independentistas en estas elecciones, y barrerles también en su propia casa.

Los 100.000 votos detectados por ERC

Semanas antes de la campaña electoral, Esquerra Republicana puso en marcha su maquinaria demoscópica para tratar de identificar sus puntos fuertes y las debilidades de sus rivales. Lo que hallaron los analistas del partido mediante sondeos fue una importante bolsa de electores centrada en el área metropolitana que podían cambiar de En Comú Podem a Junqueras. El partido llegó a cuantificar sus votos de frontera con los 'comuns' en 23 municipios catalanes, obteniendo una cifra de 100.000 votantes a las que tratarían de convencer durante la campaña.

Con los resultados de cada ciudad en la mano puede decirse que, en buena medida, acabaron cumpliendo su propósito. Solo con las cinco ciudades más pobladas de Catalunya, ERC consiguió atraer 100.000 votos, que casi se triplicaron en el conjunto de la provincia. Obviamente no todos salían de los 'comuns', pero sí permitieron detectar a la formación las zonas metropolitanas en las que tenían más posibilidades de obtener buenos resultados, que coincidían con algunas de las mejores cifras de la formación de Colau en el pasado.

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