Faltaban 10 minutos para las ocho de la mañana cuando 10 agentes de la Guardia Civil, cinco uniformados y cinco de paisano, entraron en la sede de la Conselleria de Economia, situada en la Rambla de Catalunya. Los agentes se repartieron entre la séptima planta, que es donde están situados los despachos del hasta este viernes secretario general, Josep Maria Jové, y el octavo piso, donde se ubica el de la directora de servicios, Natàlia Garriga, y el de la técnica de proyectos territoriales del departamento de Vicepresidència, Mercè Martínez Martos.
Como cada día, sus colaboradores les estaban esperando. Pero a esa hora, la Guardia Civil los estaba deteniendo. A Jové, cuando iba camino del trabajo, en la ronda Litoral tres vehículos y dos motos sin distintivo policial le obligaron a parar el coche oficial y unos agentes le informaron de que tenía que acompañarles. La chófer del secretario de Economía se marchó sin saber a dónde trasladaban a su jefe. A Martínez Martos, los agentes le abordaron cuando iba a buscar el coche para llevar a sus hijos a la escuela.
Los registros de los despachos empezaron a media mañana y se alargaron hasta las nueve de la noche. El director de la asesoría jurídica de la Conselleria estuvo presente mientras los agentes removían papeles y carpetas y copiaban en lápices de memoria.
Rebuscaron tanto entre el material de Jové como en la mesa y el ordenador de su secretaria. Los agentes incluso comieron dentro del despacho, asegura un trabajador del departamento. En cambio, otros guardias civiles prefirieron bajar unos cuantos pisos y almorzar en el office donde lo hacen habitualmente los trabajadores (para sorpresa de los que estaban ahí). “No se molestaron ni en tirar los vasos y las botellas de agua a la basura”, comenta una trabajadora.
Una pancarta y senyeras
“Hubo unas cuantas horas en las que los teléfonos fijos dejaron de funcionar y no teníamos wifi”, explican en la Conselleria. Tiraron de móviles y redes sociales. Además, sabían perfectamente qué pasaba fuera porque solo con asomarse a la ventana veían que cada vez había más gente a las puertas del Departamento.
Escuchaban las consignas y los aplausos de apoyo y eso les animó a improvisar una pancarta que acabaron colgando a última hora y en la que se podía leer el nombre de los detenidos. Pese a que había manifestantes que les reclamaban que retirasen la bandera española, optaron por colgar senyeras.
Antes, sobre las cinco de la tarde, recibieron la visita del vicepresidente, Oriol Junqueras. “Vino a ver cómo estábamos y estuvo también hablando con los compañeros que están en la Secretaría General”, explica una de sus colaboradoras. Hacía seis horas que no paraba de llegar gente a la Rambla Catalunya. El presidente de la Assemblea Nacional de Catalunya (ANC), Jordi Sánchez, entraba y salía del portal de la Conselleria para ver cómo se organizaba un cordón de seguridad con voluntarios de la entidad.
Los colaboradores de los detenidos salieron sobre las nueve de la noche. En la Conselleria no confirman la supuesta salida por la azotea del edificio de la secretaria judicial.
Los registros habían acabado pero los agentes no sabían cómo abandonar el edificio. Además, no podían entrar en los coches que habían aparcado a primera hora. Así que las entidades independentistas, convocantes de la manifestación acabaron reclamando la presencia de los Mossos. Era la única manera de que los guardias civiles pudiesen salir del edificio.
Finalmente, salieron en dos grupos. Los últimos lo hicieron pasadas las 7 de la mañana, tras casi 24 horas de registro.