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ANÁLISIS

Illa tiene ocho semanas

Salvador Illa, en su intervención en el pleno de este miércoles

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El presidente del Parlament, Josep Rull, sondeó a los partidos para proponer una especie de paréntesis informal en las negociaciones, un par de semanas en agosto, para que el debate de investidura, de haberlo, se celebrase en julio y si no ya a finales de agosto. Quien respondió desde el principio que no pensaba avenirse a ninguna tregua vacacional fue Salvador Illa y ha logrado salirse con la suya puesto que el Parlament ha habilitado las dos primeras semanas de agosto, un periodo en que la Cámara catalana siempre está cerrada, por si hubiese que celebrar la sesión de investidura.

Aunque el Parlament no cierre este verano la apuesta de todos los partidos es que hasta finales de agosto no saldremos de dudas. Las opciones siguen siendo las mismas: Illa o elecciones. Aun así, Junts todavía especula con un apoyo a última hora de los socialistas a Puigdemont (presuponiendo una orden de Pedro Sánchez al PSC) para que el expresident pueda volver al Palau de la Generalitat. Tanto el PSOE como el PSC, que actúan de manera coordinada, han dejado claro que eso no pasará y que si ERC no les da su apoyo se irá a una repetición de los comicios. 

Junts, en la presión constante que ejerce a los republicanos para que no permitan la investidura del socialista, juega a hacer ver que la mayoría independentista es posible pese a que los números le desmienten. La formación neoconvergente también señala que si se fuerzan unas nuevas elecciones el responsable será Illa por su incapacidad de  lograr los votos necesarios y por no haber prestado su apoyo a Puigdemont para que el elegido sea él. 

El candidato del PSC no tiene prisa pero tampoco piensa aflojar. No tiene prisa porque no quiere que un exceso de presión a ERC pueda complicar las negociaciones hasta hacer inviable el acuerdo. Tampoco pausa porque considera que su obligación (y necesidad) es trabajar sin descanso para convencer a los republicanos que los beneficios de su oferta son lo suficientemente atractivos para que la militancia de ERC avale su investidura. Eso o que la cúpula capitaneada ahora por Marta Rovira y también los militantes lo asuman como el mal menor frente a la alternativa de unas elecciones que les pueden convertir en irrelevantes. Su fuerza pero a la vez su problema es que ahora sus 20 diputados son decisivos. 

Las instrucciones de Illa al equipo negociador de los socialistas han sido claras: discreción y apurar todas las opciones siempre que encajen en el Estatut y la Constitución. “Sin prisa pero sin pausa”, resumió este miércoles en el Parlament. La oferta a ERC pasa por una mejora de la financiación, un mayor blindaje del catalán, reforzar el autogobierno y una estrategia para frenar el auge de la extrema derecha, sea la independentista de Aliança Catalana o la que representan Vox y Alvise Pérez.  

“No me dedicaré solo a esperar. Quiero un pacto progresista sólido, ambicioso, hecho desde el convencimiento. Un buen pacto”, subrayó Illa en su intervención en el pleno que ha activado la cuenta atrás. Tiene de plazo hasta el 26 de agosto para conseguirlo. Ocho semanas en las que dice que se va a dedicar de manera “metódica” y “respetuosa” a lograr un acuerdo de izquierdas que ERC avisa que no puede dar por hecho.

Los republicanos están molestos con la actitud del PSC pero también con la de Junts. “No cuenten con nuestros votos porque seamos de izquierdas e independentistas”, ha avisado uno de los negociadores de ERC, Josep Maria Jové. El diputado es mano derecha de Marta Rovira y una de las voces más autorizadas para hablar en nombre de un partido que en estos dos meses deberá tomar una decisión más que compleja mientras dirime también su futuro a nivel interno. Junqueras se ha borrado de la negociación mientras ha comprobado que en la cúpula son mayoría los que le piden que se aparte del todo y no mantenga su propósito de volver a liderar esta formación tras el congreso de noviembre. Él confía en su ascendencia entre la militancia para conseguir su objetivo. 

Algunos dirigentes socialistas consideran que con Junqueras sería más fácil cerrar un acuerdo de izquierdas. Con los Comuns no habrá problema aunque también estos han advertido a Illa que la “máxima responsabilidad” es suya y que quien tiene que moverse y ser proactivo debe ser él. Aunque el PSC puede estar más cercano a Junts en propuestas como la ampliación del aeropuerto de El Prat o el macrocasino de Hard Rock, esto no será un problema en la negociación entre socialistas y Comuns. 

Si el 26 de agosto a las 12 de la noche no se ha podido investir a otro presidente de la Generalitat, la fecha siguiente a marcar en el calendario será la de las nuevas elecciones: 13 de octubre.

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