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¿Insomnio o falta de concentración? Quizá viviste el 1-O

Cargas policiales en Barcelona el 1-O

Emma Reverter

Irritabilidad, insomnio y falta de concentración en el trabajo. Estos son algunos de los síntomas más comunes de las personas que estas últimas semanas llaman al doctor Enric Álvarez, director del servicio de psiquiatría del Hospital Sant Pau de Barcelona.

“La situación de incertidumbre que se vive en Catalunya está afectando, mucho, a los ciudadanos”, explica Álvarez. El psiquiatra señala que “estamos ante un tema absolutamente emocional, alejado del pensamiento crítico, y lo que hasta hace poco no era más que la típica conversación de café ahora se ha convertido en un debate muy serio”.

El experto indica que los miembros de una misma familia, de un grupo de amigos o de una empresa “lo viven de forma completamente distinta y estamos ante un tema que no entiende de razones”.

Es el caso de Marta, una dermatóloga de 65 años, que explica que “a pesar de haber sido nacionalista toda la vida” no quiere la independencia y que en las últimas semanas ha visto cómo se deterioraba la relación entre sus hermanas. “Tengo una hermana del PP y otra independentista, y ya no se hablan”, lamenta.

Enric Álvarez indica que otro factor que tiene un impacto sobre la población es “la indefensión aprendida”; un término conocido en psiquiatría y cada vez más familiar para los ciudadanos. “Estamos ante una situación que escapa de nuestro control y nos sentimos absolutamente vulnerables”, explica: “No solo sentimos una gran indefensión sino que además sabemos que pase lo que pase, y con independencia del desenlace de esta crisis, como ciudadanos tenemos todas las de perder”.

El psiquiatra Luis Rojas Marcos también coincide en afirmar que la situación de incertidumbre actual hace mella en el estado anímico de la población. “Cuando nos invade la incertidumbre nuestro cerebro nos pone en estado de alerta y el inconveniente de la vigilancia continua es que nos impide relajarnos, interfiere con nuestra capacidad de relacionarnos, de funcionar en el trabajo y de disfrutar la vida”.

Para el prestigioso psiquiatra, profesor de psiquiatría de la Universidad de Nueva York, el impacto no es solo mental sino también físico: “Debilita nuestro sistema inmunológico y nos predispone a sufrir trastornos digestivos, hipertensión, agotamiento, ansiedad, irritabilidad, insomnio y, en muchos casos, depresión”.

Carlos, un andaluz de 35 años que vive en Barcelona, explica que en las últimas semanas cuando recibe mensajes de whatsapp le invade una sensación de angustia. “No suelo estar de acuerdo ni con mis amigos andaluces ni con mis amigos catalanes, así que me siento profundamente solo e incomprendido”, afirma: “No me he atrevido a pedir a ninguno de mis amigos que deje de mandarme chistes, videos o comentarios, pero me producen tristeza, frustración y cansancio”.

Carlos combate la constante lluvia de mensajes de whatsapp con intensas sesiones en el gimnasio. “Está comprobado que la actividad física es muy saludable para nuestro estado de ánimo, ya que aumenta la producción de serotonina en el cerebro, la cual ejerce un efecto antidepresivo”, afirma Rojas Marcos.

Enric Álvarez indica que para otras personas, los fármacos pueden ser la única solución a su ansiedad o insomnio.

Tanto Enric Álvarez como Luis Rojas Marcos coinciden en afirmar que el ritmo de los acontecimientos y la velocidad de los medios de comunicación y de las redes sociales no contribuyen a calmar a un ciudadano que se siente desprotegido.

“Diariamente los medios de comunicación nos bombardean con noticias ante las que nos sentimos impotentes. Constantes alarmas y amenazas desconcertantes en boca de dirigentes políticos, predicadores y comentaristas contribuyen a la vulnerabilidad colectiva”, señala Rojas Marcos.

Enric Álvarez menciona otro trastorno que comparten todos aquellos que se enfrentan a un evento estresante o de gran impacto emocional: el trastorno adaptativo.

Marta admite que le invade una sensación de vértigo. “Me da miedo todo lo que pueda pasar a partir de ahora. Espero que impere el sentido común. Me siento atrapada en una olla a presión”.

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