La asamblea de la CUP que acabó en empate entre los partidarios y detractores de investir a Mas ha devuelto a la política catalana al mismo escenario de 90 días atrás. Ni las dos asambleas de la CUP, ni las elecciones generales de la semana pasada, ni una larga negociación entre las dos formaciones independentistas han sido suficientes para cambiar un hecho que ha permanecido inamovible los últimos tres meses: Artur Mas es el candidato con más apoyos entre los 135 diputados del Parlament, pero todavía no ha conseguido una mayoría suficiente para convertirse en presidente de nuevo.
El hecho de que la CUP haya aplazado hasta el próximo sábado la decisión final sobre cómo interpretará el empate deja las opciones de Mas de ser investido al filo del límite legal. El calendario solo permite la investidura hasta el 10 de enero, y el aplazamiento de la CUP significa una semana menos para desencallar la investidura, que con la actual composición parlamentaria solo podría resolverse solo de dos formas: si la CUP inviste a Mas o si JxS cambia de candidato y todos sus diputados lo aceptan. Si ninguna de las dos cosas se producen, la vuelta a las urnas parece inevitable.
La Junta de Portavoces y la Mesa del Parlament han movido ficha este lunes, reservado los días 4, 5 y 7 de enero para celebrar los últimos debates de investidura, en caso de que la CUP anuncie el día dos un cambio en la posición mantenida hasta ahora. Así, el día 4 podría celebrarse el discurso de Artur Mas como candidato a la investidura, y el 5 el pleno y la votación. De no obtener el candidato de JxS mayoría absoluta, la votación se volvería a repetir el día 7, que se resolvería por mayoría simple.
Si los cupaires tenían alguna esperanza de que Junts pel Sí se moviera, este lunes Raül Romeva ha negado esta posibilidad, asegurando que no harán más ofertas. “Lo que ha ocurrido es un empate técnico y no nos corresponde a nosotros desempatar”, ha asegurado Romeva. Así, el número uno dejaba claro a la CUP que tendrá que tomar su decisión final en las mismas coordenadas con las que acudió a la asamblea del domingo.
Las opciones de la CUP
Con el calendario fijado en caso de que haya un cambio de mayorías, las dudas se centran ahora sobre la decisión que tomará la CUP en sus máximos organismos de dirección, tras una asamblea que no ha dado ningún mandato concreto. Tal y como reconocían diversos miembros de la CUP el mismo domingo por la noche, la asamblea está partida, pero las decisiones salomónicas son imposibles. Cualquier fórmula imaginativa, como que el grupo divida su voto por la mitad o dar libertad a los diputados, significa dar un sí o un no a la candidatura de Mas, en contra del mandato del 50% de su asamblea en ambos casos.
El resultado de la asamblea sí permite dos cosas a la CUP. En primer lugar, ganar tiempo para continuar presionando a JxS para que cambien de candidato. Este fue el mensaje principal de los diputados en la comparecencia sin preguntas ofrecida tras la asamblea. Según sus cálculos, CDC no puede permitirse acudir a otras elecciones en solitario, menos aún tras el mal resultado de Democràcia i Llibertat en las generales, por lo que las posibilidades de que accedan a proponer a otro president aumentan según se acerca la fecha límite, consideran.
En segundo lugar, les permite cargarse de legitimidad para dar un no a la investidura. La asamblea no ha dado una mayoría para cambiar la posición mantenida hasta ahora y, si en la investidura se debiera reflejar el mandato de la asamblea en sentido estricto, votando 5 diputados a favor y 5 en contra, previsiblemente Mas obtendría el apoyo de 67 diputados en total, contra 68 que se opondrían.
En el aire queda una tercera opción que, pese a ser remota, la CUP siempre ha puesto sobre la mesa, como es que los anticapitalistas concedan una abstención mientras que los de Junts pel Sí consigan el apoyo de dos diputados de otros grupos parlamentarios.