Matinal de lluvia y truenos en la rambla del Raval barcelonés, donde nos encontramos con Raimundo Viejo (Vigo, 1969). Para el responsable del Eje Cultural de Barcelona en Común (BComú), sin embargo, la verdadera tormenta es la que ha sacudido uno de los museos más emblemáticos de la capital, el MACBA, a raíz de la escultura de una figura que recuerda al rey Juan Carlos I, aparentemente sodomizado, y la posterior dimisión del director del museo, Bartomeu Marí. Según Viejo, la falta de transparencia y el hecho de que no se haya abierto un concurso público inmediato responde a una “maniobra política” del gobierno municipal de CiU, que a 62 días de las elecciones “no quiere dejar escapar la institución cultural” ante amenaza de los grupos emergentes de ganar la alcaldía.
Ya bajo cobijo, en un bar de este barrio contracultural de Barcelona, el también número seis de la lista liderada por Ada Colau -y miembro del Consejo Ciudadano de Podemos- argumenta la acusación: “CiU soluciona la situación con prisas para bloquear su propio modelo de museo. Saben que pueden perder las próximas elecciones municipales y quieren blindar el MACBA con un director de su gusto para los próximos cuatro años”. Y lo relaciona con una polémica reciente. “Nos encontramos con un caso similar al de Agbar: Le dan a los tecnócratas la gestión del museo y sustraen al próximo gobierno la posibilidad de convocar un concurso público”.
Según Viejo, la estrategia de CiU es dificultar al máximo que su modelo de ciudad, y su “visión neoliberal”, se pueda deshacer en próximas gestiones. “Hace poco lo hemos visto con la renuncia de la explotación del agua desde el ámbito municipal, a cambio de una inversión de 25 millones de euros en 35 años”, una decisión que liga la gestión del agua de la ciudad a Agbar hasta el año 2047. Ahora, según BComú, “se repite la jugada” con el MACBA. “Se debió haber hecho algo muy sencillo: Abrir una convocatoria con un concurso público; o, en todo caso, mantener a Bartomeu hasta las elecciones y que el siguiente gobierno tomara las decisiones pertinentes”.
Lo cierto es que tras la crisis del MACBA el único cargo que ha ratificado el consistorio, como apunta Viejo, es el del gerente, Joan Abellà, “para garantizar el funcionamiento ordinario del museo en todo este proceso”, según explican fuentes municipales. Una ratificación que contrasta con el cese -“sin explicaciones”- de Bartomeu Marí, que a su vez ha cesado a los dos comisarios de la exposición que iniciaron toda la polémica, Paul B. Preciado y Valentín Roma. Sin embargo, desde el Ayuntamiento, a pesar de las críticas de BComú, existe el compromiso de abrir un “concurso público internacional”, eso sí, contaría con un jurado de expertos y no impediría que se prolongara en el tiempo la actual dirección.
El portavoz de BComú sonríe cuando, al margen de los motivos que exceden las competencias del propio museo, insinúa que la Casa Real tuviera algo que ver con la censura de la obra. “Hay muchas dudas sobre la posibilidad de que no haya influido el hecho de que el Patronato de la Fundación MACBA esté presidido por la reina Sofía”, apunta el también profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de Girona, que recuerda “la tradición de censura de la corona” en alusión a las portadas del Jueves. “Los gestores de las instituciones públicas deben dar respuesta de sus mandatos, no a los grupos de poder, sino a las demandas crecientes de más democracia por parte de la ciudadanía”, concluye.
Trias y “la cultura de escaparate”
Trias y “la cultura de escaparate”La gestión del MACBA nos lleva a abrir el debate sobre el modelo cultural de la ciudad. Viejo, que vive en Barcelona desde el año 2005 —“soy galaicocatalán, como Pepe Rubianes!”— habla “de una cultura de escaparate muy enfocada al modelo turístico”. Señala el gobierno de Trias por preocuparse más “del decorado, de las baldosas y las fachadas”, que de los proyectos. “Tenemos una ciudad que se va convirtiendo en una farsa de sí misma”, espeta. Según el politólogo, esta forma de entender la cultura acaba generando una paradoja: “tenemos una cultura que vacía de cultura la ciudad”. Un “espectáculo”, según dice, “que atrae a turistas de medio mundo pero que a medio plazo nos pone en una situación de riesgo”.
Le pedimos a Viejo que concrete algunas de sus reflexiones. Y rápidamente nos habla de una tienda de globos terráqueos, única en Barcelona, que le ha servido para hacerle uno de los primeros grandes regalos a su bebé de 9 meses. “En Barcelona tenemos negocios muy especiales, muy específicos, que por culpa de la Ley de Arrendamientos Urbanos, o bien han desaparecido o están en peligro”. Para ello propone la creación de redes —en este caso de librerías de alto valor— para proteger a los pequeños negocios y los negocios históricos de la creciente “banalización de la ciudad”. “Debemos impulsar políticas fiscales específicas: ¿Por qué tenemos que liberar del IBI a la Iglesia y no los pequeños comerciantes?”, se pregunta.
Pero si apuramos más el foco, ¿cuáles serían los ejes sobre los que pivotaría la gestión cultural de BComú? “Necesitamos un proyecto que triangule entre Estado, mercado y comunes”, responde Viejo, consciente de que hay una parte del electorado de Barcelona que ve la propuesta de Ada Colau con el estigma de boicotear la iniciativa privada. “Ahora mismo, la parte más débil de este triángulo es la parte comunitaria”, pero admite que si llegan al Gobierno “no perseguirán” a las iniciativas que legítimamente quieren hacer dinero. “La clave de la buena gobernanza está en encontrar un equilibrio entre los tres puntos y, a partir de ahí, generar una agenda de prioridades”, dice Viejo, que diagnostica que en los últimos años no se han limitado suficiente las fuerzas del mercado en la capital catalana y que, al mismo tiempo, el poder ha sido demasiado intervencionista en algunas expresiones culturales comunitarias que ya funcionaban, donde cita los proyectos autogestionados, como los espacios de comaternidad.
Podemos, Gomà y “la nueva política”
Podemos, Gomà y “la nueva política”Terminamos la conversación hablando de nueva política. De hasta qué punto su lugar en la lista de Colau responde más a una cuota interna, propiedad Podemos —Viejo es uno de los firmantes del manifiesto fundacional de la formación de Pablo Iglesias—, que en un debate abierto con la ciudadanía. También sobre un buen amigo suyo y aún concejal de ICV, Ricard Gomà, cabeza de turco en la confluencia alrededor de BComú. La primera pregunta la soluciona comparando el contexto político actual con la Transición, cuando muchos activistas asumían múltiples militancias hasta que, poco a poco, los procesos políticos se iban institucionalizando. Y la segunda, se muestra radicalmente favorable a la gestión de Gomà. Lo cual, le recordamos, no coincide con la decisión que se tomó. “No vamos a perder del todo a Gomà porque estará en el IGOB, pero había la necesidad de enviar un mensaje de ruptura”, admite.
Politólogo, editor, activista y catalán de adopción, actualmente compagina la docencia en su proyecto cooperativo Artefakte y la Universidad de Girona, aunque ha dado clases en New Haven, UAB, Chicago, UPF, Lausana y Compostela. Entre sus libros destacan el premio de ensayo Principios de la Ciudad, Las Razones de los indignados o La Danza de Medusa. Experto en las conexiones entre la teoría política y el estudio de los movimientos sociales, habrá que ver ahora si será el próximo concejal de Cultura del Ayuntamiento o si la emergencia de BComú se quedará en la oposición.