Santi Vila: “Hay que encontrar una amnistía para Puigdemont”
Santi Vila (Granollers, Barcelona, 1973) conserva una buena amistad con Carles Puigdemont a pesar de sus diferencias políticas. Su relación con el expresident es uno de los asuntos que trata Vila en su nuevo libro, 'Vencer y convencer' (Península), en el que repasa el juicio del procés, que vivió desde la última fila del banquillo de los acusados, y muestra su receta para que el centro catalanista no independentista salga de la irrelevancia política a la que fue empujado por el proceso soberanista.
En el libro presenta la hipótesis que tenía antes del juicio para superar la situación: una sentencia del Supremo que no agravara el problema y unos políticos que hicieran de bomberos en vez de pirómanos. ¿Cree que se ha cumplido alguna de las dos?
La sentencia ha sido injusta por desproporcionada. Si asumimos, como dice la sentencia, que lo que se intentó fue tensar la cuerda sin llegarla a romper, salta a la vista que las condenas tan altas de prisión son muy desproporcionadas. Y salta a la vista también que en la política hoy continúa habiendo más pirómanos que bomberos tanto en España como en Catalunya. Es urgente desinflamar la situación y que los presos puedan ir saliendo de la cárcel, que ya han pagado bastante. Otra cosa es asumir la responsabilidad política y el rendir cuentas.
¿Puigdemont fue un pirómano?
Yo no creo que Puigdemont fuera un pirómano. Yo estuve en un Govern presidido por un hombre que tensó la cuerda hasta el extremo y se le rompió.
¿Y entonces quién fue un pirómano en Catalunya en 2017?
Pues había muchas actitudes incendiarias continuamente en las redes sociales. Al president Puigdemont le tiraron por el barranco desde las redes sociales.
¿Si no estaba de acuerdo con la vía unilateral, por qué no dimitió con sus compañeros de Govern en julio del 2017 y lo hizo justo antes de la DUI de octubre?
Porque en julio la convocatoria del referéndum era un instrumento más de presión para forzar una negociación.
¿Los pirómanos también están en los actuales gobiernos de Madrid o de Barcelona?
Ahora hemos iniciado una etapa dulce. Veremos lo que dura. Pero es evidente que el 2017 estaba lleno de pirómanos y ahora en cambio con el presidente Sánchez en Madrid y con este inicio de negociación empezamos una etapa más dulce.
Al final la sentencia del Supremo viene a decir lo que usted defendió en su declaración: que todo el procés era un órdago para negociar con el Gobierno.
Sí, efectivamente, la sentencia habla de “ensoñación” y hace suya mi tesis de que lo que intentamos fue tensar la cuerda para forzar una negociación con el Gobierno. Al final la cuerda se rompió porque unos decidieron que no se movían y que no darían concesiones y los otros siguieron adelante igualmente.
¿Le hubiera gustado que Rajoy o Soraya Sáenz de Santamaría admitieran en el juicio que hasta el último momento Generalitat y Gobierno intentaron negociar?
Sinceramente, sí. Tuvimos la mala suerte de que durante el juicio el PP ya estaba en precampaña electoral, por lo que su lema era que con los catalanistas o independentistas no se podía hablar pese a que en 2017 intentaron varias vías de desinflamación.
¿Cree que el expresidente y la exvicepresidenta mintieron al obviar el intento de mediación que sí explicó Urkullu?intento de mediación que sí explicó Urkullu
Hablando en términos religiosos, lo que sí es seguro es que hubo algún pecado de omisión (ríe).
De los otros acusados en el juicio deja bien a Jordi Cuixart y a Carles Mundó, pero revela que al principio de la vista no se llevaba precisamente bien con sus excompañeros de partido.
Sí. Esto cambió con mi declaración. Hasta entonces había la sensación de que yo podía hacer una declaración incriminatoria hacia ellos para exculparme a mí, pero la realidad fue diametralmente opuesta. Yo me comprometí al máximo no solo en buscar mi absolución sino también la del resto de compañeros.
¿Se fue creando una especie de 'solidaridad de banquillo' entre los acusados a medida que avanzaba el juicio?
Sin duda. El primer día todo era frialdad y desconfianza y el último todo era empatía y complicidad.
Su condena de inhabilitación por desobediencia termina el 14 de junio de 2021. ¿Después le gustaría volver a la política?
Yo ya he hecho lo que tenía que hacer: ser alcalde de Figueres, ser diputado y ser casi seis años conseller. Hay pocas personas que resistan tanto en estas circunstancias tan hostiles. Esto es como el servicio militar, yo ya lo he prestado. A mí me gusta mucho la política, me gusta mucho comprometerme con mis tiempos y mi época y por eso en cierta medida yo todavía estoy en activo: escribo artículos y libros, concedo entrevistas, pronuncio conferencias… Creo que no se me puede pedir más. Además hay que dar paso a otras personas, aire fresco.
Se dio de baja del PDeCAT. ¿Militaría o lideraría un partido catalanista no independentista?
Me gustaría poder votar un espacio político centrista, que tenga claro que Catalunya es una nación pero que no descarte encontrar un buen encaje con el conjunto de España. Liderarlo en unas listas, no: mi compromiso político tiene que tener un componente intelectual más que activista.
Formó parte de las listas de JxSí y de un Govern independentista. ¿El procés ha hecho que deje de ser independentista?
En mi etapa en el Govern yo defendía que era un independentista instrumental porque apoyaba esas posiciones en la medida en que no hubiera alternativa y que España no quisiera empezar una agenda de reformas y actualizar un consenso constitucional que en mi opinión se ha roto.
¿La disposición al diálogo del actual Gobierno central le ha hecho abandonar las tesis independentistas?
Evidentemente, yo ya no estaré en el espacio independentista por poco que el Gobierno de España encuentre un encaje para Catalunya y nos permita a los catalanes votarlo y confirmarlo.
Por lo tanto usted no 'lo volvería a hacer'.
Lo que hicimos entonces, seguro que no.
¿Este centro catalanista no independentista tiene espacio electoral? Los intentos de Unió Democràtica de presentarse en solitario no han sido exitosos.
Yo estoy convencido de que sí. Creo que hay centenares de miles de catalanes que se sienten huérfanos, que son inequívocamente catalanistas, que tienen una idea muy clara de Catalunya como nación y que creen que es compatible con ser pragmáticos y posibilistas. En esta familia pongo tanto a los que, como el PNV, creen que esto es compatible con aspirar a que algún día Catalunya sea independiente como los que sencillamente creen que si se respetan las competencias y se resuelven los agravios fiscales y en infraestructuras no hay necesidad alguna de estar todo el día con temas identitarios.
¿En este espacio no hay demasiadas ofertas para pocos votantes? Están Units per Avançar, la Lliga, Lliures...
Este espacio solo conseguirá buenos resultados electorales si van juntos. Tienen que ir todos a la una; si no, no harán nada. También con el PDeCAT.
¿Que el PDeCAT rompiera con Puigdemont y JxCat no provocaría un terremoto en este espacio postconvergente?
El PDeCAT tiene que olvidarse de los planteamientos de confrontación. En algún momento este espacio tiene que buscar una pista de aterrizaje, que pasa también por encontrar una solución para el president Puigdemont y para los presos.
¿Por ejemplo?
¡Los que están en prisión, que salgan! Y para el president Puigdemont hay que encontrar una fórmula vinculada a una idea de amnistía y de reconocimiento de que en el peor de los casos quizás hubo una cierta desobediencia pero que en ningún caso hubo intentos secesionistas, de rebelión y estos disparates que se dicen.
¿Ve posible una amnistía para Puigdemont con la legislación y el escenario político actual?
Bueno, ha habido amnistías más graves vinculadas a antiguos delitos de sangre.
En el libro se define como insolente y temerario, y dice que esto le ha provocado muchos problemas. ¿Cuál ha sido el más grave?
Una cierta incomprensión por parte de mi antiguo electorado, que a veces se ha sentido desconcertado al ver a un personaje tan libre y poco partícipe de la disciplina de partido, y esto ha tenido consecuencias en el sentido de no tener los apoyos que yo hubiera deseado tener. Al final de toda esta experiencia aprendes que más vale rodearte de buenas personas que de amigos y familiares, porque una buena persona, si la tienes cerca, aunque no comparta tus ideas, si cree que es justo ayudarte, te ayuda. En cambio un pariente o un amigo si ve que no puede ayudarte, desaparece.
Uno de estos problemas que describe en el libro fue cuando le presentó la dimisión a Carles Puigdemont y él le avisó de que quedando bien “con los de Madrid” quedaría mal “con los de Catalunya”. ¿Tiene la sensación de que al final ha quedado mal con todos?
No. Solo he quedado mal con los extremistas de los dos lados. En Madrid hay gente que continúa pensando que yo soy un golpista que se asustó al ver la capacidad coercitiva del Estado y en Barcelona los extremistas consideran que les fallé y que en el momento clave no estuve. También hay en las dos ciudades gente centrada y moderada que aprecia la honestidad de lo que hice y la valentía de ser consecuente. Lo fácil en octubre de 2017 hubiera sido seguir la corriente en vez de plantar cara y decir 'señores, nos hemos equivocado y hay que corregir el rumbo'.
¿Mantiene el contacto con Carles Puigdemont después de verle en Waterloo hace unos meses tras recuperar el pasaporte?
Sí, nos hemos visto. Con Puigdemont mantengo una relación en lo personal excelente, de empatía y admiración por la dignidad con la que lleva el cargo, y de discrepancia política evidente: él cree que España es como Turquía y yo no.
En otro momento del libro habla de una persona presente en el juicio del procés y que no identifica que se refiere a Quim Torra como un pobre hombre. ¿Está de acuerdo con la definición?
Con lo que estoy de acuerdo es con que el president Quim Torra es muchas cosas salvo un político. Es un hombre que, supongo que por patriotismo, ha afrontado esta responsabilidad, pero no hace falta ser muy perspicaz para ver que él hubiera estado mucho más a gusto en el rol de activista que en el de president de todos.
¿Torra lo ha hecho peor que Carles Puigdemont?
Nos falta perspectiva para valorarlo...
Hablando de perspectiva, en el libro define a los políticos como olas del mar que se borran los unos a los otros. Pero ni Torra ha borrado a Puigdemont ni Aragonès a Junqueras.
En cierta medida Torra y Aragonès se autodefinen como vicarios de Puigdemont y Junqueras, por lo tanto ellos mismos se reconocen como interinos o suplentes del personaje principal.
También cita una frase de Alfredo Pérez Rubalcaba en una cena en Madrid en 2013, cuando comentó que el independentismo tenía tres 'Es', la de la ética, la de la épica y la de la estética, mientras que España sólo tenía la 'E' de España. ¿La comparación sigue siendo válida en 2020?
Creo que hoy ya no. El ideal sigue siendo noble y exigente, pero es evidente que el movimiento independentista ha perdido la estética. Y España, en estos momentos, más allá de la 'E' de España, ha vuelto a vincular el proyecto español con la ética. Por ejemplo, con el proyecto de ley de esta semana sobre la eutanasia. En cuanto a la épica, espero que en ambos espacios desaparezca para siempre.
Ha escrito que la monarquía tiene los días contados. ¿Pronostica que Leonor no llegará a reina?
Tiene los días contados por incomparecencia de la propia monarquía. A mí no me importa, me es indistinto e indiferente si Leonor llega a reina. A mí me importa tener un buen Gobierno, no que la forma de Estado sea monárquica o republicana. No vale la pena discutirse mucho sobre esto porque creo que a la mayoría de la ciudadanía le es indiferente que Leonor llegue a reina o no.
¿No se ha planteado denunciar las amenazas que ha recibido por las redes tanto por su posición política como por su orientación sexual?
Pues la verdad es que no porque en la medida en que nunca he visto amenazada mi integridad física, creo que esto va con el oficio. Los políticos tenemos que ser doblemente resilientes en esto y comprender que cuando el ciudadano recibe estímulos y descargas eléctricas continuas que afectan a las emociones, como ha pasado durante el procés, puede acabar siendo víctima de estos planteamientos tan inflamados.
¿Sigue viviendo con la intensidad de quien sabe que morirá mañana, como dice en el libro?
Sí, en la vida estamos de paso y todo va muy rápido. Lo único que podemos esperar de la vida es tener una vida buena, feliz, con un entorno justo y ser leal a tus convicciones más íntimas para ser tú mismo, que es lo que te permite ser feliz.
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