Mari y Manolo tienen una piel muy tostada ya a principios de julio. Una piel que demuestra que sus días, cuando empieza a apretar el calor, se desarrollan frente al mar. Y así es: cada mañana toman sus toallas, cañas de pescar y las plantan en la arena de la playa del Litoral, en Sant Adrià del Besòs (Barcelona). Eso es así desde hace más de cinco años. “No va a cambiar ahora, por muchas vallas que pongan”, dicen.
Se refieren a las medidas de seguridad que el Ayuntamiento ha colocado en los accesos de la playa para impedir el paso, puesto que esta zona de la costa está cerrada desde el verano de 2021 por contaminación. Durante unas obras de instalación de fibra óptica submarina se descubrió que los niveles de plomo, cobalto, cobre, arsénico y otros materiales estaban por encima de lo permitido.
Se trata de compuestos potencialmente cancerígenos si la exposición es muy alta, sobre todo en niños y niñas. La Agència Catalana de Residus decretó la playa como 'no conforme' y el Ayuntamiento decidió cerrarla al público. Al principio, lo hicieron con unas vallas que rápidamente fueron sorteadas por los vecinos. A mediados de junio de 2022 decidieron poner unas verjas más resistentes, pero en menos de una semana, la ciudadanía se había vuelto a abrir paso.
“No sabía que no se podía entrar”, dice Mayka, que viene con su hijo. Al mencionar las vallas y los carteles informativos, reconoce que “algo había oído”, pero cree que no es para tanto. “Si todo el mundo viene y nadie se ha muerto, es que están exagerando”, explica. Los intentos del consistorio para alejar a la gente de esta playa son infructuosos y las sombrillas y toallas pueblan la arena cada día como si todo estuviera en orden.
“Hemos informado por televisión, prensa, hemos hecho declaraciones. Hemos puesto agentes cívicos y policía local. Y el servicio de socorristas se mantiene para informar a los bañistas”, explica la alcaldesa de Sant Adrià, Filo Cañete. “Aun así, hay gente que sigue entrando y le da igual el riesgo”, añade. Por su parte, los vecinos niegan haber visto jamás un socorrista y, de hecho, es algo que les preocupa, puesto que la gente sigue yendo a bañarse a la playa. A pesar de que la licitación del servicio está adjudicada y aunque coincidía con el horario laboral del servicio, este medio tampoco ha avistado ningún socorrista. “Ese día debió empezar más tarde”, argumentan desde el ayuntamiento.
Lo mismo apuntan los vecinos sobre la policía local y los agentes cívicos. “Alguna vez hemos visto a algún policía, pero nunca han insistido”, reflexiona Antonio, otro de los bañistas. “Normal, a ver quién querría pasar por el papelón de tener que decirle a la gente que no puede entrar y que se tiene que quedar en sus casas pasando calor”.
Sin piscina y sin playa
Los vecinos que insisten y siguen asistiendo a esta playa no ven otra opción. “¿Dónde vamos a ir, si no? No nos vamos a quedar en casa, con el bochorno que hace”, añade Antonio, vecino de Sant Adrià, municipio que no cuenta con piscina pública. Él acude también cada mañana a esta playa. ¿Por qué no va a otra? Porque a menudo viene acompañado de su hermano, que va en silla de ruedas y esta es la única a la que puede acceder caminando.
Y en coche, las otras playas más al norte quedan descartadas porque están rodeadas de zona azul. “No voy a pagar ocho euros cada día”, se lamenta este vecino del Besòs, la zona con mayor pobreza enquistada del área de Barcelona. De hecho, Sant Adrià es uno de los municipios catalanes con la renta más baja, situándose un 17% por debajo de la media catalana, según informes del Instituto de Estudios Regionales y Metropolitanos de Barcelona (IERMB).
Ante esta realidad, el Ayuntamiento ha facilitado un bus lanzadera gratuito para que los vecinos puedan ir a la otra playa con la que cuenta el municipio, la del Fòrum. Pero está “muy masificada”, aseguran diversos vecinos. Y es que ahora son las playas colindantes las que tienen que soportar el peso de los 362.000 visitantes que tenían cada temporada las playas de Sant Adrià.
El resultado es que los vecinos siguen yendo a esta playa, ya sea para refrescarse durante el día o para pasar las noches, tal como delatan las diversas botellas, latas y platos de plástico que hay esparcidos por la arena. “Esto está así desde Sant Joan”, dice Mari. Casi una semana después de la verbena, la basura sigue allí. Nadie la ha retirado porque los servicios de limpieza se han reducido drásticamente. “Al estar la playa cerrada, no tiene sentido que la limpiemos tanto. ¿Para qué la vamos a dejar atractiva, si no se puede entrar?”, apuntan desde el ayuntamiento.
Un peligro escondido
Muchos vecinos niegan el daño que esta playa puede causar a su salud basándose en una pregunta. “Tantos años de fábricas contaminando el mar y nunca ha pasado nada. ¿Qué ha cambiado ahora?”. La respuesta se remonta al temporal Filomena de 2021. Es cierto que los contaminantes llevan décadas en la arena de la playa del Litoral, debido a las diversas fábricas que poblaban esta parte de la costa, muy característica por la central térmica de las tres chimeneas. El pasado fabril de la zona dejó huella en el río Besòs, que fue transportando los contaminantes hasta la desembocadura y, de ahí, a la arena.
Los elementos contaminantes habían permanecido escondidos más de metro y medio bajo la superficie, una distancia que los hacían inocuos. Pero con el temporal, las mareas los trajeron a la superficie, generando un riesgo cancerígeno “inadmisible”, según la empresa TecSòl, encargada de realizar el análisis. Para llegar a desarrollar una afección, los expertos aseguran que se debe estar en contacto continuado con la arena contaminada y, además, inhalar partículas durante un periodo superior a los 60 días. Periodo que personas como Mari y Manolo, que vienen cada día, superan con creces.
Pero ellos insisten en que los beneficios superan a los riesgos. “¿Qué hago con mis nietos cuando me los dejan? ¿Los meto en casa y dejo que se frían?”, se pregunta esta pareja, que hace años que acude a la playa, acompañada de Maggie, una border collie de 14 años a la que un tren dejó sin una pata cuando era cachorra. “¿Dónde voy yo cogiendo un tren o un bus con una perra coja, dos niños pequeños y los trastos?”, se preguntan.
Un litoral sin fecha de reapertura
Después de dos años de encenderse las alarmas en Sant Adrià, todavía no se ha empezado a trabajar en la descontaminación. Se trata de un cometido que depende del Ministerio de Transición Ecológica, que no ha respondido a las preguntas de este medio sobre cuándo se prevé que se ponga en marcha. Por su parte, el consistorio del municipio asegura que se iniciarán en “los próximos días”.
Así, la empresa pública Emgrisa debería empezar pronto un estudio para valorar cuánta arena habrá que retirar y, en función de la respuesta, “se decidirá si la descontaminación la llevará a cabo esta misma empresa o se licitará”, explica la alcaldesa, que asume que el proceso todavía durará y no se atreve a dar una fecha. Y, mientras tanto, los y las vecinas de Sant Adrià seguirán accediendo de escondidas a esta playa que, si bien les podría ocasionar problemas de salud, es la única opción cercana a sus casas para sobrellevar el calor.