Ciencia Crítica pretende ser una plataforma para revisar y analizar la Ciencia, su propio funcionamiento, las circunstancias que la hacen posible, la interfaz con la sociedad y los temas históricos o actuales que le plantean desafíos. Escribimos aquí Fernando Valladares, Raquel Pérez Gómez, Joaquín Hortal, Adrián Escudero, Miguel Ángel Rodríguez-Gironés, Luis Santamaría, Silvia Pérez Espona, Ana Campos y Astrid Wagner.
Comunicación y divulgación, un exigente test de la polivalencia del científico
Cada vez más se valora e incluso se exige en el currículo de los científicos que participen en actividades de divulgación. Un retrato simplificado de un científico actual revela una destacable polivalencia. Un científico promedio del siglo XXI es una persona que además de tener familia, algún hobby y una notable obsesión por su trabajo, debe simultanear todas o gran parte de las siguientes 17 actividades y capacidades:
Estar al día de una creciente información bibliográfica sobre los cada vez más complejos temas relacionados con su investigación.
Ser capaz de comprender y digerir los rápidos avances técnicos y metodológicos en su ámbito de trabajo.
Ser creativo en el planteamiento de hipótesis y líneas de investigación.
Realizar experimentos, tomar datos y hacer mediciones.
Analizar los resultados y escribir artículos científicos.
Asistir a congresos, talleres y reuniones científicas nacionales e internacionales.
Formar y supervisar a estudiantes e investigadores, desde los más jóvenes e inexpertos que se inician con su trabajo de fin de grado hasta los más exigentes investigadores postdoctorales con experiencia en diversos grupos y laboratorios extranjeros.
Crear un grupo de investigación, gestionar los recursos humanos y favorecer un ambiente de trabajo productivo combinando técnicos, estudiantes y colegas, bien compartiendo físicamente el espacio de laboratorio u oficina, o bien en redes virtuales de colaboración on-line o remota.
Plantear proyectos de investigación para competir por unos recursos económicos cada vez más reducidos y que su institución, que se limita a pagarle el sueldo, nunca le va a aportar.
Capear el temporal de la gestión económica y la correcta ejecución del gasto de los proyectos.
Recibir, responder y contratacar auditorias por parte de un Ministerio de Hacienda cada vez más interesado en reducir gastos y recuperar partidas que en la eficiencia del gasto que se realiza.
Atender una creciente y esclerotizada tarea administrativa relacionada con informes, actas, memorias, certificados y formularios variados que la crisis económica y política ha amplificado de manera alarmante.
Evaluar si los artículos científicos de otros investigadores son aptos para ser publicados.
Evaluar si los estudiantes de doctorado o pos-doctorado son aptos para recibir un sueldo por hacer investigación.
Evaluar si los proyectos de otros investigadores son aptos para ser financiados.
Evaluar si otros laboratorios o centros de investigación deben ser financiados.
- Dar clases en su universidad de manera regular y en otras instituciones cuando es invitado.
Constatada la polivalencia del científico, las preguntas son ¿hay sitio real para la comunicación y divulgación científica en su agenda? ¿Qué cuota de responsabilidad en esta necesaria función puede y debe cubrir el propio científico?
Estas preguntas fueron recientemente debatidas en el seno de una red de científicos que trabajan en el ámbito de la ecología. Fruto de ese debate fue un breve ensayo que publicaremos aquí. Pero lo haremos después de publicar un original análisis de la situación que realizaron dos profesionales de la comunicación.
Así pues, la próxima entrega de esta “trilogía” será este escrito, que llevará por título ¿Podrías enamorarte de un gusano? Estos textos son complementarios, pero muy diferentes en estilo y perspectiva. Sin duda, el camino a seguir pasa por el trabajo coordinado de profesionales de la comunicación y científicos, como pretendemos ilustrar en estas entregas.
Cada vez más se valora e incluso se exige en el currículo de los científicos que participen en actividades de divulgación. Un retrato simplificado de un científico actual revela una destacable polivalencia. Un científico promedio del siglo XXI es una persona que además de tener familia, algún hobby y una notable obsesión por su trabajo, debe simultanear todas o gran parte de las siguientes 17 actividades y capacidades:
Estar al día de una creciente información bibliográfica sobre los cada vez más complejos temas relacionados con su investigación.