Una explosión de colores, tipografías, collages, fanzines, grafitis, carteles y otras manifestaciones culturales críticas con la ortodoxia, son las protagonistas de la nueva exposición del IVAM Contracultura: Utopía, resistencia y provocación en València, que se podrá visitar desde el 13 de febrero hasta el 17 de mayo de 2020.
La muestra, comisariada por Alberto Mira, profesor de cine en Oxford y uno de los mayores expertos en la materia, reúne más de 250 objetos que recuperan parte de la identidad valenciana de la década de los 70 y 80, a menudo ocultada o vilipendiada, y que hoy grafitean las paredes de un museo.
El director del IVAM, José Miguel G. Cortés, describe la muestra como “un homenaje o tributo” a los hombres y mujeres creadores que se rebelaron contra la “España oscura” y se interesaron en temas poco convencionales como el deseo, el placer o la irreverencia: “Sin su trabajo nuestra vida sería más fea, más aburrida, más gris”. A través de pintadas que llenaban los muros de las calles valencianas de la época, fotografías, tebeos, películas y otras tantas expresiones artísticas que “los museos no han dejado entrar”, se presenta esta ‘contracrónica’ cultural de una ciudad que “aún tiene pisadas de lo que pasó”.
En la muestra, dividida en siete secciones, hay ejemplos del cine underground de la época; de “cómics disidentes” como Lupe Veloz (1969) de Equipo Realidad o Polvorón Polvoriento de los hermanos Mique y Reme Beltran; las miradas contra el patriarcado reflejadas en las obras de las pintoras valencianas Ángela García y Isabel Oliver, entre otras; o un repaso por el punk valenciano, como la última manifestación clara de esta contracultura, expresada en grupos como Interterror, Seguridad Social o Generación 77.
La contracultura valenciana también experimentó con la literatura, el arte gráfico o el ensayo, representado con trabajos de Rafa Gassent, Amadeu Fabregat o Isa Tròlec, y publicaciones como La Cartelera Turia o Valencia Semanal. Y no podía faltar una amplia sección dedicada a las fallas con propuestas innovadoras como la Falla King Kong y el cómic El gat pelat, o la publicación un ‘Especial Fallas’ de la revista Ajoblanco, que se convirtió en “un foro privilegiado para miradas contraculturales”.
De todas esas manifestaciones culturales se desprende una sociedad en continua lucha y en búsqueda de libertades durante la transición española. “Lo simple sería decir que se rebelaban contra el franquismo y su censura. Pero la contracultura no sucede solo en València ni en España”, aclara Mira. Tal como explica, la contracultura surge como respuesta a unos valores y unas “formas de vida asumidas” a partir de la Segunda Guerra Mundial.
Esta generación de creadores valencianos rompió con la estabilidad y los miedos a expresar, se atrevió a innovar a la hora de trabajar con otros materiales y a manifestarse en circuitos radicalmente opuestos al del arte convencional. “Nos enseñaron a soñar que hay otras maneras de vivir, que otro mundo es posible. Tenemos que estar agradecidos a esta gente que nos abrió la mente y cruzó barreras”, apunta el director del IVAM.
València, “capital del transformismo”
“La contracultura nos enseña que siempre hay que criticar la ortodoxia”, señala el comisario de la muestra, Alberto Mira. Ejemplos de esa crítica a lo establecido las encontramos en las huellas que dejó València como “capital del transformismo”. Locales como La Cetra se convirtieron en espacios donde desplegaron su arte personalidades tan fascinantes como La Margot, Encarnita Duclown, Sareta Sareta, La Xampan del País Valencià o Darling Lilies.
La contracultura en la València de los años 70 “se fortalece a partir de redes de colaboración que producen cine, arte gráfico, literatura y ensayo, no solo con individuos” destaca el comisario. La exposición dedica una sección al personaje de La Rampova, ejemplo extraordinario de trabajo imaginativo realizado desde los márgenes.
El “apoteosis” final de la exposición es el tocador de La Margot, el personaje interpretado por Antonio Campos, uno de los personajes esenciales de la noche valenciana desde finales de los 70 que tiene un rincón reservado en la Galería 7 del IVAM. Un ejemplo más de una sociedad que buscaba salirse de unos márgenes que no eligieron.