Sin bancos no hay paraísos fiscales
Mucho se está hablando estos días sobre las sociedades opacas creadas por personajes políticos, empresarios y famosos del mundo de la cultura y el deporte con el fin de cometer fraude fiscal, evadir capitales y blanquear dinero. Sin embargo, muy poco o casi nada se está comentando sobre los bancos que están detrás o en medio de estas sociedades y los paraísos fiscales en los que operan. Sin la colaboración de los bancos, el fraude fiscal y la evasión y el blanqueo de dinero serían mucho más difíciles o prácticamente imposibles. La investigación realizada por los periodistas que han puesto al descubierto todos estos casos ha sido encomiable y muy probablemente exista un antes y un después del descubrimiento de los famosos “papeles de Panamá”. Se trata, sin duda, de un periodismo con mayúsculas.
Pero no se puede decir lo mismo de la manera con que se están dando a conocer los diferentes personajes que hay detrás de esta trama. En este caso estamos más bien ante un periodismo sensacionalista al que solo le interesa la carnaza y el morbo. Es curioso como ha pasado desapercibido que dentro del entramado de los “Papeles de Panamá” hay implicados tres bancos españoles: Santander, BBVA y Sabadell. Nadie habla de ello; solo se habla del “mejor futbolista del mundo” o del director de cine o del actor de moda. Sin embargo, lo realmente importante de todo esto no es la pura anécdota de quien o quienes han creado estas sociedades sino la trama a través de la cual se llevan a cabo estas prácticas. Si no se aprovecha toda la información obtenida y se plantean medidas para romper la “hoja de ruta” de las tramas de los paraísos fiscales, de nada o de muy poco habrá servido todo esto. Sí, se señalaran culpables y posiblemente, con mucha suerte, alguno de ellos vaya a la cárcel o se le sancione económicamente, pero los crímenes fiscales se seguiran cometiendo por otros.
Uno de los pilares fundamentales en todo este proceso de fraude fiscal, evasión y blanqueo son los bancos. Estos actuan de intermediarios entre las sociedades opacas y los paraísos fiscales, gestionando cuentas y transacciones financieras opacas, amparándose en el secreto bancario. Sólo así es posible mantener el anonimato de quienes estan detrás de estas operaciones y solo así se consigue que el dinero se mueva de un lugar a otro impunemente y sin dejar huella. Por lo tanto, la manera de acabar con estas prácticas inmorales sería romper la cuerda por el medio, eliminando el secreto bancario, gravando este tipo de transacciones financieras con determinadas tasas (como la tasa Tobin) e imponiendo considerables sanciones económicas y penales a quienes cometen estas acciones. Pero no existe voluntad política para hacerlo ni los bancos lo consienten, pues son los bancos de mayor dimensión, que acumulan un poder fáctico descomunal, los que estan detrás de todas estas operaciones. Romper con el privilegio de la banca y de su poder ante los políticos y los Estados sería clave en esta lucha contra el fraude fiscal.
Una vez más son los bancos los que más se aprovechan, pues con estas prácticas consiguen suculentos beneficios económicos. Así, ¿cómo les va a interesar conceder préstamos y créditos a las economías domésticas y a las pequeñas y medianas empresas si lo que realmente les proporciona rentabilidad son estas otras operaciones?. El 74% del fraude fiscal en España tiene su origen en las operaciones que los bancos realizan con familias adineradas, personajes públicos y grandes empresas, los grupos de clientes que realmente les resultan rentables, que son los que a la vez operan en los paraísos fiscales. Por tanto, para conseguir que los bancos se conviertan en intermediarios financieros al servicio de la economía y de las personas, es fundamental acabar con este tipo de operaciones, que no les resulten rentables.
El secreto bancario es un elemento principal en todo este proceso. Los bancos se amparan en él para no informar sobre las operaciones financieras que realizan sus clientes y, por tanto, ocultar, sus datos financieros (depósitos, cuentas y transacciones realizadas). Y su justificación viene dada por quienes señalan que se trata de secreto profesional. Pero el secreto bancario va mucho más allá que el secreto profesional, porque detrás del primero se producen numerosas operaciones fraudulentas (incluso procedentes del narcotráfico) que provocan importantes costes económicos y sociales. A través de la OCDE y el G-20 se ha conseguido que algunos paraísos fiscales firmen convenios sobre doble imposición con cláusulas de intercambio de información fiscal e incluso alguno de estos países han modificado su normativa reduciendo el exceso de rigor del secreto bancario. Pero se está demostrando que todo esto es insuficiente, pues el fraude, el blanqueo y la evasión se siguen cometiendo.
Hemos de exigir un mayor compromiso por parte de los Estados en la lucha contra el fraude fiscal y las prácticas especulativas y oportunistas de los grandes bancos. Acabar con los paraísos fiscales es necesario para conseguir un mundo más justo y equitativo, reduciendo las desigualdades económicas y sociales. Pero acabar con el secreto bancario y con el abuso de poder de los grandes bancos es también necesario para que la economía se recupere y los ciudadanos puedan acceder a unos servicios básicos. Por eso hemos de sumarnos a la revolución financiera silenciosa basada en el conocimiento, la conciencia y el consumo financiero responsable.