Una participada del BBVA desahucia a una familia con 4 niños en València: “No sabemos dónde ir, no podemos pagar alquileres de 500 euros”
“Hemos recibido una notificación de desahucio de los juzgados para el día 23 de abril después de 15 años viviendo aquí; mi marido y yo estamos desesperados porque tenemos cuatro hijos de 5, 9, 14 y 15 años y no sabemos lo que haremos ni dónde iremos, nadie nos da una solución”.
Así de desesperada se ha mostrado Sara, vecina de la calle Vicente Brull 67, en el Cabanyal (Valencia). Su calvario empezó hace ya más de dos años, cuando la entidad financiera adquirió el edificio en el que se ubica la vivienda en la que residía en régimen de alquiler.
Según explica, “dejamos de pagar el alquiler al anterior propietario cuando nos dijo que había hipotecado el piso, pero nadie del banco nos dio nunca un número de cuenta para hacer efectivos los pagos, por lo que a unos meses después tuvimos un juicio todos los inquilinos del edificio por impago”.
El juez obligó a la entidad bancaria a subrogarse a los contratos de arrendamiento que los inquilinos tenían en vigor: “Aun así no nos dieron un número de cuenta en el que hacer efectivas las mensualidades y posteriormente llegó una carta de Divarian, entidad que se ha quedado el edificio, en la que nos decían que abandonáramos la casa”.
El inmueble cuenta con seis viviendas de las cuales dos están vacías, tres cuentan con inquilinos (una de ellas Sara) y una está ocupada.
Divarian es una sociedad que aglutina la mayoría de los activos inmobiliarios del BBVA y que está participada en un 80% por el fondo Cerberus y en un 20% por la entidad bancaria.
Este diario se ha puesto en contacto con el BBVA para conocer su versión, pero la entidad ha remitido a Divarian argumentando que la sociedad es la propietaria del inmueble, pese a que en la carta de desahucio aparece como autor de la petición. Desde Divarian no han ofrecido respuesta alguna a la consulta de eldiario.es.
La asociación Espai Veïnal Cabanyal está tratando de ayudar a Sara. Uno de sus portavoces ha explicado que el objetivo de no notificar un número de cuenta al que abonar los alquileres “es precisamente este, que las familias incurran en impagos y así poder desalojarlas”.
De hecho, ya hubo un primer intento que se paralizó: “Hicimos una concentración en la puerta de casa de Sara e iniciamos una negociación en las oficinas del BBVA del barrio”.
Después les derivaron a Divarian, con cuyos responsables se inició una negociación con intercambio de varias llamadas i correos, pero “la respuesta fue que la reclamación se trasladaría al departamento correspondiente y, tras dos meses sin respuestas concretas, ha llegado la segunda notificación de desahucio”, explican desde la entidad vecinal.
Por su parte, Sara ha pedido ayuda a los servicios municipales de su zona, pero de momento no le han dado una solución satisfactoria: “Me dicen que me busque otro piso, pero yo no puedo pagar 500 euros al mes, lo que necesito es un alquiler social”.
Actualmente está buscando empleo y mientras ayuda a su marido, quien trabaja como vendedor ambulante en un mercadillo. “He trabajado en limpieza tanto de viviendas como en empresas u hospitales”, explica.
'Boom' del ladrillo en el Cabanyal
El Cabanyal se ha convertido en una de las zonas más interesantes de València para invertir en el negocio inmobiliario. Su cercanía a la playa y el Plan Especial que tramita el Ayuntamiento han despertado el interés de inversores nacionales y extranjeros, que se han lanzado a la compra de inmuebles para su rehabilitación, con la idea de ofertarlos posteriormente en régimen de venta o de alquiler vacacional a unos precios prohibitivos para la mayoría.
Un reciente estudio de la inmobiliaria de lujo Engel & Völkers apunta al Cabanyal-Canyamelar como una de las zonas de moda de la ciudad para residir.
Esta situación ha provocado un incremento de precios generalizado que muchas familias que llevan generaciones viviendo en el barrio no pueden asumir.
Como ha informado este diario, València ha registrado un incremento en los precios de alquiler de viviendas del 10% en el año 2018 y acumula así una subida del 45% desde que alcanzó su mínimo histórico, en mayo de 2014.
Desde Espai Veïnal Cabanyal alertan de que el caso de Sara no es aislado. La entidad ha detectado en los últimos meses “un proceso en el que fondos financieros adquieren edificios enteros antiguos o en mal estado, pero en los que viven personas que pagan alquileres bajos, con el objetivo de rehabilitarlos y venderlos o alquilarlos como alojamientos turísticos”.
Para la entidad se trata de un claro caso de gentrificación, puesto que “en muchos casos estas operaciones suponen el desalojo de las personas que llevan toda la vida viviendo en esas casas, que además tienen dificultades para encontrar otros alquileres a precios asequibles en el barrio”.