Blasco, Cotino, Camps y Mónica Oltra
¿Qué quieren que les diga? No entiendo la sanción y la propuesta de expulsión a la diputada de Compromís, Mónica Oltra, por el Partido Popular y su jefe de filas en el parlamento autonómico, Juan Cotino. Cuando Rafael Blasco, condenado a 8 años de prisión y 20 de inhabilitación por malversación, trafico de influencias, prevaricación y falsedad, ha mantenido su acta de diputado durante todo el proceso.
Aunque Blasco ha renunciado, a regañadientes, cuando escribo estas líneas, al escaño que obtuvo con la formación conservadora, me parece grave que tras conocer la sentencia, Cotino haya dicho que mientras no fuera firme no pensaba hacer nada. Y que el ex presidente de la Generalitat, Francisco Camps, adujera desconocer lo ocurrido bajo su mandato pero defendiera la “presunción de inocencia” de su fiel colaborador a pesar de la contundencia de las acusaciones. Y, sobre todo, que ninguno de los dos se haya preocupado ni preguntado por qué el dinero público destinado a ayudar a los más necesitados se utilizara para comprar inmuebles de lujo en España y en Estados Unidos.
El caso Cooperación es un desfalco investigado por dos diputadas: la socialista Clara Tirado, y Mireia Mollà, de Compromís, que han sufrido los ataques y las amenazas de la trama como demuestra la flagrante conversación telefónica entre Augusto César Tauroni, en prisión desde el inicio de la causa, y el abogado de Blasco, José Vicente Gómez Tejedor. “La violamos o cualquier barbaridad, ¿no?”. “Sí, lo que sea”. “Más quisiera la pobre, en fin”, añade el abogado.
No tengo el gusto de conocer personalmente a la parlamentaria Mónica Oltra. Sí a Juan Cotino desde su etapa como concejal en el ayuntamiento de Valencia. Y se ha pasado con la pantomima de abrir un expediente de expulsión de un mes contra Oltra. He visto muchos plenos en esa cámara. Casi todos los parlamentarios han abusado del tiempo marcado para sus intervenciones, han insultado, han interrumpido, y han llegado a abandonar el hemiciclo. Nunca pasaba de ahí. Luego llegaban las disculpas. Es lo que hizo la parlamentaria de Compromís. Perdonar cuando Cotino le espetó que no conocía a su padre, sabedor de que la diputada fue inscrita en la partida de nacimiento con los apellidos de su madre.
Hace tiempo que no voy por las Cortes Valencianas. Las nuevas tecnologías permiten ver y escuchar los plenos desde cualquier lugar del mundo. Así fue el día del debate de la “rebelión” de Oltra. Y créanme. Es absurdo el revuelo propiciado por el presidente de la institución. Dos llamadas de atención como ocurre tantas veces. Me pareció ridículo que Cotino se empecinara con el tema y llegara a suspender el pleno. Pero resulta harto infantil que haya llegado hasta la sanción, porque al final, como dice el refranero español: “Unos tienen la fama, y otros cardan la lana”.
Rafael Blasco, ex de casi todo en el Gobierno Valenciano y en el PP, que ha seguido pululando por el parlamento como si nada y cobrando un sueldo público, ha sido condenado por el Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana como autor de un delito continuado de malversación de caudales públicos, de tráfico de influencias, de prevaricación administrativa y de falsedad en documento oficial. Y le quedan más causas pendientes.
¿Todavía se preguntan en el Partido Popular qué han hecho mal para que sus militantes hayan huido en desbandada y hayan dejado de votarlos?