Dejando de lado el gusto con el que pueda estar ejecutado, a mí me ha hecho gracia el cartel de Toni Gaspar para las primarias socialistas. Me ha resultado simpático que el candidato a candidato quiera situar en primera línea de su campaña el principal problema que aqueja a su partido desde 1995.
Desde que Eduardo Zaplana sacó a los socialistas del Palau de la Generalitat da la sensación de que el PSPV no ha sido capaz de reponerse. Vive una resaca que dura ya veinte años. En todo ese tiempo no ha demostrado capacidad para articular una oposición real, sólida y responsable que supusiese una alternativa a la decadencia –política, social, económica, cultural y hasta moral– que según se suceden los autos judiciales y las imputaciones, va a ser la principal herencia del Partido Popular en la Comunidad Valenciana.
Parte de esta inacción, o ineficiencia, ha estado por un lado en el recurso continuado a viejas glorias y, por otro, a un empeño sistemático por el núcleo del partido por dinamitar, precisamente, la carrera de cualquier línea alternativa. De ahí que la campaña de Gaspar, pese a lo populista, me parezca especialmente acertada. La mayoría de dinosaurios que aparecen en el cartel ya estaban allí aquella fatídica noche electoral de 1995.
Esta es una de las peores lacras de la clase política de este país: la perpetuación en el cargo. Supongo que la esfera pública debe enganchar. Tanto que después de haber pertenecido a ella es muy difícil abandonarla. Eso explica por qué los partidos concurren una y otra vez a unas elecciones con las mismas caras en los carteles. Aunque esas caras encadenen tras de sí un rosario de sonoros fracasos en las urnas.
Desde luego que en política, como en cualquier ámbito de la vida, la experiencia es un grado. Sin embargo, como sucede en una relación, cuando un político pierde la confianza del electorado es muy difícil que la vuelva a recuperar (otra cosa es averiguar por qué extraño mecanismo hay partidos cuya trascendencia se esfuma de la noche a la mañana y otros logran perpetuarse pese a tener un 20% de sus activos imputados).
Por ese motivo el recurso de Gaspar es interesante. Por centrar la reflexión, directa o indirectamente, en un punto clave para el futuro del PSPV y, por extensión, de la Comunidad Valenciana. Seamos realistas. Aún con la que está cayendo, cualquier alternativa política al gobierno del PP pasa por un PSPV estable y solvente que sea capaz de rescatar el voto más centrista. Y hay que reflexionar si de cara a ese nicho de electores los viejos dinosaurios suponen una opción solvente. No digo que Gaspar sea la mejor alternativa. Sólo creo que es bueno abrir el debate. Y resolverlo. 2015 está ya ahí y no creo que la manera más inteligente de encararlo sea asumiendo los mismos postulados que hace veinte años. Ni siquiera que hace cuatro. La sociedad Valenciana lleva mucho tiempo demandando un cambio y el PSPV debería tomar buena nota. Hasta cierto punto nos lo debe.