No lo digo yo. Eso es lo que piensa la sociedad valenciana si atendemos a los datos que nos ofrecen los estudios demoscópicos. La última encuesta sobre la actualidad política valenciana publicada por El País el pasado 9 de octubre es un nuevo toque de atención a un Partido Popular que parece resignado a perder la Generalitat (o lo que quede de ella) en 2015.
Pero más allá de las estimaciones electorales, tan reclamadas como inexactas a dos años de las elecciones, la encuesta nos dejó muchos datos interesantes. Uno de ellos fue el descalabro de Alberto Fabra y Rita Barberá en la valoración de líderes políticos. Ninguno de los dos fue capaz de superar el 4 de nota, y marcaron tan solo un 3,9. Nota muy pobre para unos posibles futuros candidatos que deberán hacer frente al desgaste de la propia marca del Partido Popular.
El caso del President es especialmente notorio porque, a diferencia de Barberá, se trata de un político que no cuenta con el 'lastre' de haber sido un referente del partido en la etapa de gestación de los grandes escándalos de la política valenciana. Por eso puede llegar a sorprender que cuente con una valoración tan baja. Incluso si lo comparamos con los peores momentos de su predecesor. En la encuesta del mismo periódico en 2010 la valoración de Francisco Camps fue de 4,4.
Pero ¿qué se esconde detrás de estas valoraciones? Gracias a los barómetros autonómicos del CIS podemos saber cómo valoran los valencianos los diferentes atributos de Camps y Fabra en sus respectivas épocas al frente del Consell y compararlos entre sí.
Gráfico 1: Suma de las respuestas “Mucho” o “Bastante” a la pregunta ¿Podría decirme en qué medida, mucho, bastante, poco o nada, posee el Presidente Francisco Camps/Alberto Fabra cada una de las siguientes cualidades? de los estudios del CIS 2956/10-0 y 2829/10-0
Como se puede observar, no existe un sólo atributo en el cual el Fabra de 2012 obtenga una mejor valoración que el Camps de 2010 (en plena crisis del caso Gürtel). Son más los valencianos que creen que el ex-presidente contaba con la cualidad de eficacia que los que opinan lo mismo de Alberto Fabra (38,3% frente a 19,5%). Lo mismo pasa con otras cualidades: prudencia (45,8% y 40,4%), simpatía (44,2% y 31%), experiencia (60,6% y 30,6%), honradez (27,3% y 23,5%) o inteligencia (65% frente al 39,7%).
¿Cómo se explica que los valencianos encuentren más eficaz, prudente, simpático, honrado e inteligente a Camps? Es cierto que a Fabra le han explotado los escándalos de corrupción gestados en la etapa anterior. Es cierto, también, que la situación económica es peor en la actualidad que en 2010. Como también lo es que el discurso del victimismo se ha quedado obsoleto ante una Moncloa gobernada por Mariano Rajoy. Todo eso es cierto, pero ni Fabra ni su entorno pueden utilizar el contexto como excusa.
Alberto Fabra, el tranquilo, fue recibido por buena parte del panorama mediático valenciano como un soplo de aire fresco tras los delirios de grandeza de Camps. Se esperaba de él que pusiese un punto y aparte en las formas y las políticas de su predecesor. Y se sigue esperando ese punto de inflexión en su carrera. Lo que los valencianistas futbolísticos podríamos denominar “el Montjuïc de Fabra”. Pero el President queda lejos de Rafa Benítez y la remontada parece imposible.
Podría haber buscado ese símbolo de cambio en la reapertura de la comisión de investigación del accidente del metro. Podría haber apostado por una mayor transparencia en su gestión facilitando la documentación solicitada por la oposición. Podría no haberse gastado más de 41 millones públicos en la compra de Valmor. Podría haber expulsado a Blasco sin ceder en una salida pactada. Podría haber ejercido su liderazgo amenazando a Génova con dimitir si no se atendían las justas reivindicaciones de un nuevo sistema de financiación autonómica y una inversión en los Presupuestos proporcional al peso económico y poblacional de nuestro país. Y un largo etcétera de oportunidades desaprovechadas. Incluso la supuesta catarsis de Canal 9 ha venido dictada más por exigencias del negocio ante la debacle del share que por una decisión política de gran calado de Fabra.
En definitiva, Alberto Fabra podría haberse separado de la oscura era de Camps y no lo hizo. Suya es la decisión y suyo es el 3,9 en valoración.