Carmen Grau Vila: “Dejar que un político tome decisiones vitales en ca-sos de emergencia es un gran error”
Carmen Grau Vila (Tavernes de la Valldigna, València, 1984) es periodista especializada en Asia oriental, e investigadora sobre prevención y gestión de desastres naturales en la Universidad de Waseda, en Japón. Doctora en Historia, ha trabajado también en Norteamérica y Latinoamérica, como por ejemplo Nicaragua y Perú, sobre la prevención y la reconstrucción de catástrofes naturales.
Corresponsal en Japón para Equal Times, escribe para varios medios y laboratorios de ideas de España y América Latina. Tras de más de quince años trabajando en Japón como experta en gestión de desastres, observa y analiza la cadena de errores que ha habido en el País Valenciano en cuanto a la falta de alertas, la ausencia de prevención y de entrenamiento de la población en la materia. Grau Vila destaca como un gran problema la falta de coordinación de las autoridades y de una respuesta rápida y, en particular, el hecho de no pedir ayuda internacional.
Además de 10.500 kilómetros de distancia, Carmen Grau Vila sigue con frustración, perplejidad e indignación el antes, el durante y el después del paso de la trágica DANA por tierras valencianas. Conoce estas situaciones: sus abuelos vivieron la riada de 1957 y sus padres, la ‘pantanada’ de Tous de 1982, y ella misma vio su pueblo inundado en 1996 y actualmente tiene amigos y familiares en Paiporta. Por todo ello, tiene muy presente el agua en la memoria y sabe que el agua tiene memoria, probablemente, toda la que nos falta a los humanos.
¿Qué ha fallado en la reacción de los responsables políticos ante la llegada de la DANA?
Muchas cosas, pero sobre todo quiero insistir en que, con una alerta rápida y eficaz e instrucciones esenciales en materia preventiva, se habrían podido evitar muchas muertes y daños materiales. Si la gente tuviera claro qué tiene que hacer en estas ocasiones, a nadie se le habría ocurrido ir a buscar su vehículo a un garaje. Lo que falta es formación y educación en materia preventiva. Cuando vi lo que estaba sucediendo en València, sentía una gran frustración, intentaba comunicarme desde Japón con los amigos y la familia de las zonas afectadas y era imposible. Ha fallado la información a los ciudadanos, una alerta que suena tardísimo y el hecho que 72 horas después de la tragedia no había entrado la asistencia como hacía falta.
¿Hay expertos en España, tal como ocurre en Japón y en otros países, dedicados a la prevención y la gestión de catástrofes como estas?
Sí que hay, lo que pasa es que, hasta que no ocurre el desastre, no los llama nadie.
¿A usted la han llamado?
Por ahora no. He atendido a muchos medios de comunicación, pero ningún político me ha pedido ayuda ni consejo y te aseguro que haría las maletas y me subiría al avión enseguida si me dijeran que me necesitaban. Me llevo las manos a la cabeza, ¿cómo es que todavía no han pedido ayuda internacional, ayuda a expertos, ayuda material, más refuerzos? Tienen la basura en la calle, hace mal olor, hay riesgo de enfermedades, personas de ochenta años atrapadas dentro de las casas y sus hijos pasándoles comida y medicación por un agujero, como pueden. ¿Cómo es que no aceptan la ayuda de la Unión Europea? Lo que ocurre es que estas ayudas vienen por canales diplomáticos y no lo sabemos, no podemos saber qué está ocurriendo. Sospecho que EE. UU., que cuenta con bases militares en España, también les habrá ofrecido ayuda, porque saben que la necesitamos, igual que hizo en Japón, donde ayudó mucho y los japoneses en 2011 no dudaron en aceptarla. Sospecho también que los equipos de asistencia que están trabajando in extremis pronto estarán al límite de sus fuerzas y acusarán el agotamiento. Es importante que haya un relevo, para descansar y, a la vez, que se mantenga la asistencia. Contar con ayuda experta del exterior puede ser una parte de la solución. Claro que requiere un esfuerzo mayor, sobre todo de coordinación, pero esta ayuda y apoyo aceleraría las tareas de rescate y reconstrucción.
¿Por qué esta reticencia a pedir o a aceptar ayuda internacional?
Seguramente porque desde nuestro país no sabrían ni como organizarla y coordinarse, esta es la cuestión clave. Si la coordinación dentro de la Comunidad Valenciana y entre el gobierno autonómico y el de España ha sido mala, imagina como seria con equipos y profesionales que vienen de fuera, de otro estado... Puede ser desastroso. Pero se tiene que reaccionar, se tiene que aprender, se tiene que llamar a los profesionales y a los expertos para hacer el trabajo ahora. No puede ser que un presidente, un político tenga la última palabra para decretar y gestionar las alertas de emergencias en un país, tienen que ser las autoridades y los expertos competentes. Dejar que un político, que no es un experto, tome una decisión tan vital es un gran error.
Sobre todo un político irresponsable, pienso yo...Pero tal como usted explica, uno de los grandes problemas ahora es la falta de coordinación.
Efectivamente, contar con ayuda internacional requiere un esfuerzo mayor, pero en mi opinión este apoyo es el que aceleraría las tareas urgentes ahora mismo. España está hoy en el punto de mira del mundo y cuenta con numerosos aliados. Aprovechémoslo. La solidaridad internacional no es solo la ayuda puntual en el momento más urgente, sino que puede tener una repercusión muy positiva en la reconstrucción posterior. La ayuda que recibió Japón después del tsunami se transformó en proyectos de recuperación y reconstrucción que finalmente mejoraron las comunidades. En vez de pensar que pedir ayuda podría interferir y hacer daño al turismo, hay que hacer un llamamiento para que nos ayuden, precisamente por eso, porque somos conocidos, visitados y queridos desde fuera y hay que aprovechar también esta circunstancia para ayudar a nuestra gente.
¿Quién toma las decisiones en Japón, como se organizan?
En Japón no hay ningún político metiéndose por medio en situaciones de emergencia, son solo los expertos, a menudo funcionarios, quienes toman decisiones. Hay una división de expertos para la prevención y la gestión. Una a nivel de estado, otra que sería cómo autonómica y después a nivel local, y todas están coordinadas. También hay muchos voluntarios a nivel local, sobre todo en lugares donde no tienen grandes presupuestos. Pero siempre hay expertos preparados y formados que lo coordinan. Y cuando no pasa nada, cuando no hay emergencias, continúan trabajando en prevención y preparación: mantenimiento de las alarmas, simulacros y formación en escuelas, formación en la población y, si ocurre un desastre, se ponen a trabajar todos juntos. Y cuentan además con la ayuda internacional. En 2011 Japón, durante las primeras horas, no aceptó ayuda de los EE. UU., pero enseguida dijo que sí, porque aquello era de una magnitud brutal. Yo he entrevistado a muchas personas del norte de Japón y me decían que los primeros en llegar fueron los norteamericanos. Pero no solo vinieron de EE. UU., también de Australia y de 150 países más, que venían a ofrecer ayuda para el trabajo de reconstrucción. Si das la imagen de que no necesitas nada, como está haciendo España, estás cerrándote puertas para que te ayuden. Hay que aceptar ayudas, es vital para la reconstrucción posterior, Japón no habrá podido salir sin la ayuda internacional. Japón no podría hacerlo a solas y el País Valenciano tampoco puede, necesitamos ayuda, ayuda también de los Estados Unidos, de empresas, de universidades, de fundaciones. España está perdiendo una oportunidad y muchos proyectos clave para la reconstrucción en un futuro.
¿Qué tenemos que aprender los valencianos de todo esto?
A mí ahora me hace mucho miedo y me preocupa mucho la reconstrucción. Aquí es donde tenemos que poner todo el esfuerzo, lo mejor para que no se repita en un futuro muy lejano, para nuestros hijos. Hacer nuevos planes de ordenación, cambiar el modo de construir, porque, si continuamos edificando en zonas de riesgo, volverá a pasar, planificar mejor, enseñarnos. Todo esto es clave. Ahora se toman medidas para calmar a la ciudadanía, pero hace falta tiempo y recursos para evaluar todos los daños. Con todo, ahora los 6.000 euros de ayuda para las familias afectadas son importantes para arreglar los primeros desperfectos. Pero hay que estudiar qué se necesita con detenimiento. En Japón tardaron tres meses en sacar un presupuesto después del tsunami, y era provisional. Después se dieron cuenta de que necesitaban más y consultaron y trabajaron con todas las poblaciones. Fue un presupuesto negociado, consultado y consensuado. Y crearon la Agencia de Reconstrucción, con un plan general en el que trabajaron pueblo por pueblo en sesiones comunitarias. Una reconstrucción lo más local y organizada posible.
¿Qué tenemos que hacer, pues?
Actuar con agilidad, rapidez y transparencia en la reconstrucción. Hacen falta prohibiciones, mitigaciones y prevención para un futuro, no construir más donde no se tendría que haber construido nunca. También nos conviene trabajar la memoria, los relatos de la gente, recoger historias sobre lo que ha pasado para no olvidarlo. Yo he recorrido Japón recogiendo historias. Los desastres con el agua forman parte de nuestra historia. El momento de hacerlo es ahora, si no lo tenemos presente en la memoria y actuamos, volverá a pasar. Por eso hay que educar en la escuela desde pequeños, cómo actuar, qué hacer, cómo prevenir y reaccionar ante un desastre natural, porque esto puede ayudar a salvar vidas. Nos hace falta una reflexión social y política seria. ¿Por qué pasó? ¿Qué errores se cometieron, qué protocolos nuevos necesitamos? ¿Cómo es posible que se supiera lo que podía pasar y que no se informara a tiempo a la población? Los medios de comunicación son clave en estas situaciones, la radio, en Japón funciona la radio siempre, porque Internet puede fallar, falla, y los teléfonos también, Instagram no es una fuente de comunicación segura en estas circunstancias. Hay que informar por la radio, que es un medio que llega a todas partes. Y tener radios en los pueblos para comunicarnos en casos de emergencia.
Estos días ha habido enfrentamiento, confusión y confrontación política.
Estamos siendo espectadores de una lucha para gestionar, de una situación de confrontación personalizada en los políticos, y esto no toca ahora. Si al frente estuvieran expertos profesionales, esto no pasaría. Tiene que ser ágil, rápida y transparente. Los políticos que firman papeles, que facilitan la gestión, y sin pelearse, ni querer sacar réditos políticos.... La imagen que estamos proyectando hacia fuera, hacia el mundo, como la llegada del rey, los presidentes entre barro y gritos e insultos es muy negativa. Y en momentos de caos es previsible que pasen estas cosas. Por eso, se tiene que actuar con agilidad, rapidez y transparencia.
¿Estamos perdiendo tiempo a medida que avanzan los días?
Estas contradicciones y descoordinación nos está haciendo perder tiempos, se ha perdido tiempo y vidas por no actuar con coherencia. No es, no tiene que ser, una discusión entre políticos, es de vida o muerte, hay que reaccionar a tiempo y salvar vidas.
Evidentemente, Carmen Grau tiene muchas cosas que decir. Cerraremos aquí la entrevista, que queremos agradecerle de corazón. La distancia no le ha hecho perder comprensión, pero no puedo ocultar que algunos aspectos de lo que ha pasado superan de mucho la imaginación de cualquiera y nos llevan al extremo de la indignación. El lector sabe muy bien a qué me refiero…
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