Hipotecada con Ortiz. Así deja la ya ex alcaldesa de Alicante, Sonia Castedo, la ciudad tras su paso como primera edil. El elevado coste de las contratas de las que goza Enrique Ortiz –adjudicadas con anomalías- son un pesado lastre para el presupuesto municipal y una herencia envenenada para el próximo equipo que asuma las riendas del gobierno municipal.
Empresas participadas por el empresario se llevarán el próximo año 44 de los 240 millones de euros que conforman el presupuesto de la ciudad. O lo que es lo mismo: 1 de cada 5 euros de los alicantinos se lo lleva el presunto cabecilla de la trama Brugal.
A esto, se suma los sobrecostes que el ayuntamiento tiene que afrontar por las contratas y obras del empresario. Dos ejemplos. Por la gestión de la basura, el empresario ganará 3,2 millones de euros extras gracias a las posibilidades de negocio complementario que ofrece el pliego de condiciones. Por otro lado, el ayuntamiento tendrá que asumir el pago de 3 millones de euros más en las obras de la academia de policía. Ejemplos que no son casos especiales, sino la constante.
Pliegos de condiciones laxos y sobrecostes que han contribuido a la delicada situación financiera que posee el consistorio. La deuda financiera de la ciudad rozaba en enero los 230 millones de euros, cantidad casi equivalente a todo el presupuesto municipal del próximo año. Situación agravada por los intereses que tendrán que pagar los alicantinos –que representan un 13% del presupuesto previsto para 2015- debido a los dos rescates que ha sufrido el ayuntamiento durante el mandato de Castedo.
Una falta de fondos municipales –y también de los provenientes de Valencia- que a principios de año habían paralizado las grandes obras de la ciudad como el aparcamiento de Porción, la entrada al barrio de Santa Cruz, el acceso sur de la ciudad, el último tramo de la Vía Parque o el paseo litoral de la Albufereta.
Dañada por la corrupción
Si la situación económica que deja en herencia Castedo es una losa, no lo es menos la imagen que ha quedado sobre una ciudad convertida en una auténtica ciénaga donde el lodo de la corrupción ha impregnado el ayuntamiento. Tanto es así, que los empresarios en sus últimas intervenciones han cargado contra la corrupción en la ciudad.
Además, el diseño de pliegos de condiciones muy favorables para que los que ya tienen las contratas las mantengan –como sucede a veces con las contratas de Ortiz-, ha espantado a las empresas a participar en los concursos públicos, siendo los contratos con la administración una garantía de seguridad económica para las empresas , especialmente, en tiempos de crisis.
Castedo deja una ciudad hipotecada con Ortiz y lastrada por la losa de la deuda engrandecida por los intereses de los dos rescates. Que se haya convertido Alicante en foco permanente de corrupción y se la asocie con este tipo de prácticas, también es otra herencia que deja la ya ex alcaldesa alicantina.